La trufa se apodera este febrero del sur de Aragón
Hay jornadas gastronómicas en Teruel y de divulgación en el Campo de Daroca
G. A.
Bajo el lema Somos tierra de trufa, comenzaron ayer las XII Jornadas Gastronómicas de la Trufa Negra de Teruel, que se prolongarán hasta el domingo, 25 de febrero. La Asociación Teruel Empresarios Turísticos en colaboración con Atruter, Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa de la Provincia de Teruel, han logrado agrupar a cuarenta establecimientos, entre bares y restaurantes. Turolenses y visitantes podrán disfrutar de la trufa en formato tapa, plato del día o un menú completo, con propuestas van desde los tres euros en el caso de tapas, hasta los 75 euros en menús más elaborados, con hasta cinco platos de degustación 100% trufa. En todos los casos las bebidas que acompañan estas jornadas son la cerveza Turia y Viñas del Vero Chardonnay, tinto Roble o Crianza 2018.
Cuenta con actividades paralelas, como los talleres de cocina en diferentes puntos de la provincia. El Panel de Cata de Trufa, único panel en el mundo en esta materia, será el encargado de dirigir los talleres, en los que se analizarán las diferentes propiedades organolépticas de la trufa de Teruel y cocineros turolenses elaborarán platos a la vista del público. El primero será el 15 de febrero en Alcañiz y el día 22 en la Escuela de Hostelería de Teruel. Por 20 euros, incluida la degustación de cuatro tapas trufadas.
Mañana mismo se pone en valor el trufiturismo, con Trufas entre carrascas y sabinas, que incluye un paseo guiado por el sabinar de Saldón, considerando el más extenso de Europa y se visitará una plantación de carrascas para conocer el proceso de producción y extracción de la trufa negra. Ya por la tarde en Tramacastilla, taller de trufa con cata para saborear este manjar. Y el domingo, un sendero circular por los Paisajes de invierno en la Sierra de Albarracín, dejará constancia que estamos en tierra de trufa.
Mañana comienza una nueva edición de las habituales Jornadas de la trufa en el restaurante del hotel La Fábrica de Solfa éArrabal del Puente, 16. Beceite 978 850 756é, que se prolongarán, de viernes a domingo, hasta el 10 de marzo, siempre que haya trufa fresca disponible.
Para la ocasión, su jefe de cocina, Kike Micolau, ha creado un menú por 85 euros, que incluyen pan, agua y café, donde la trufa es protagonista: Cebolla, garbanzos y yema trufada; Leche de oveja y trufa; Manitas y papada; Trucha pirinea; Conejo y melanosporum; Fesol y esturión Caza mayor y apionabo; y Arroz, azafrán y trufa.
Como es habitual en la casa, que presume de un sol Respsol, el menú se articula en torno a los productos locales, por lo que jamás falta el fesol de Beceite, una variedad local de alubias muy afamada. Pero también caza, conejo, trucha y esturión del Pirineo y, por supuesto, la trufa negra, de la que la provincia de Teruel es la mayor productora del mundo.
Por otra parte, la Comarca Campo de Daroca celebra sus sextas Jornadas de la trufa negra en Daroca y Villarroya del Campo. Entre las actividades, además de las jornadas técnicas, se celebrará un concurso de cata a ciegas de trufa para asistentes elegidos al azar, una demostración de cocina a cargo de Daniel Yranzo y talleres infantiles con la trufa como protagonista. Sin olvidar un mercado agroalimentario, la mesa de experimentación de trufa, a cargo del CITA, para que los visitantes tengan toda la información técnica y puedan comprar trufa y productos trufados con criterio.
Sin olvidar el Concurso Nacional de Caza de Trufa, que se celebra el sábado y el domingo en Villarroya del Campo. Con la participación de cuarenta equipos, cazador y perro, que lo convierte en el encuentro más importante y multitudinario de nuestro país. Como peculiaridad, se selecciona la trufa de la prueba de manera pública y bajo estándares de calidad de la mano de Laumont y el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón, CITA.
Además de curioso, resulta muy significativo que diferentes instituciones y centros se encuentren sin cafetería o servicio de restauración, algo, hasta hace nada, tan español. A vuelapluma nos encontramos con que la nueva y flamante Facultad de Filosofía y Letras ha abierto sin cafetería; que los alojados en el Colegio Mayor Cerbuna deben buscarse la vida al irse la contrata que les alimentaba; el bar del Alma Mater, al lado de la Seo, no ha renovado a su dinámica inquilina, que lo había convertido en un atractivo lugar; la cafetería de los bajos donde se ubican la ONCE y Onda Cero, busca quien la gestione, igual que el Palco del Teatro de las Esquinas, con unas modernas y polivalentes instalaciones hosteleras. Incluso en Huesca, el emblemático Flor, en los bajos de la diputación, se encuentra cerrado a la busca de un futuro que será hostelero, «pero con un concepto algo novedoso», dicen desde la DPH.
Antaño, estas concesiones solían estar a cargo de autónomos y familiares; poco a poco, se fueron
¿Otro modelo?
los grupos locales siguen abriendo establecimientos
profesionalizando de la mano de emprendedores hosteleros devenidos en empresarios; y, finalmente, fueron cadenas especializadas en este tipo de actividades, quienes coparon el sector. Recuerden el bochorno cuando el bar del Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón, cayó en manos de un concesionario andaluz. La cerveza local se sustituyó por otra también cercana, pero a Granada.
Ignora uno si las condiciones para acceder a estas instalaciones están a la altura de la realidad hostelera, si exigen mucha renta y precios bajos, pero ahí siguen los espacios, vacíos, esperando quizá a servir a sus hipotéticos clientes.
Resulta obvio reiterar que la hostelería experimenta una profunda y larga crisis, agravada por las circunstancias de los últimos años. Bar cuyos dueños se jubilan, equivale prácticamente al cierre. Pero las franquicias y los grupos locales siguen abriendo establecimientos. Que, con mayor o menor fortuna, van tirando adelante. Eso sí, con ofertas gastronómicas que parecen clonadas entre sí.
¿Es este nuestro futuro?