El Periódico Aragón

El clamor de los agricultor­es

Las protestas del campo reflejan el malestar creciente de un sector que alerta de su envejecimi­ento y de la falta de relevo generacion­al en Aragón. Sin soluciones a la vista, el problema pasará factura a la economía regional y acelerará la despoblaci­ón en

- Ricardo Barceló DIRECTOR DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

El sector agrario ha salido del letargo tras más de un lustro de zozobra, incertidum­bre y preocupaci­ones en el que ha tratado de capear el temporal de la mejor manera posible. Hace ahora casi cuatro años, en marzo de 2020, alrededor de 1.500 tractores y miles de agricultor­es tomaban el centro de Zaragoza para reivindica­r unos precios más justos y una reforma de la Política Agraria Común (PAC) acorde a la realidad del sector. Entonces, la movilizaci­ón quedó abortada por la pandemia del covid y el malestar del campo quedó aparcado sine die, aunque la semilla de ese malestar nunca desapareci­ó. Esta semana, cuatro años después de esa gran protesta, la situación no solo no ha mejorado sino que los nubarrones que acechaban al campo han adquirido un tono más oscuro y han derivado en movilizaci­ones, cortes de carreteras y autovías y el bloqueo de algunos centros estratégic­os como la planta de Stellantis en Figueruela­s o el bloque logístico de Mercadona en la Plataforma Logística de Zaragoza (Plaza). Es, en definitiva, el reflejo del hartazgo de un colectivo que no encuentra soluciones a los viejos problemas. La pregunta es: ¿alguien está dispuesto a tomar cartas en el asunto?

El sector primario está cargado de razones para secundar estas movilizaci­ones y ha demostrado músculo suficiente como para poner en jaque la actividad productiva del país. Las causas de ese malestar son muchas y variadas, pero si se cierra el zoom a Aragón estas se reflejan en datos incontesta­bles que invitan a la reflexión. Por ejemplo, el número de personas que se dedican al campo no ha dejado de caer desde hace al menos seis años. Según los datos del sindicato agrario UAGA, la comunidad pierde alrededor de 200 agricultor­es cada año y uno de los motivos que lo explica es que no hay relevo generacion­al, un problema que ha ido a más por la falta de expectativ­as. Otro dato demoledor: la edad media de los agricultor­es aragoneses se sitúa por encima de los 61 años. Dicho de otro modo, o se actúa para tratar de ofrecer un horizonte al sector o no habrá quien trabaje las tierras y estas quedarán yermas.

El escenario, por tanto, no es precisamen­te halagüeño en una actividad que se ha convertido en uno de los puntales de la economía regional. Hoy, la agroalimen­tación y todo lo que está vinculado a ella supone el 10% del producto interior bruto (PIB) aragonés y algo menos del 20% del empleo. Pero para que los alimentos lleguen a los hogares, a los supermerca­dos, a terceros países y a otros continente­s a través de la exportació­n es necesario que alguien los produzca. La cuestión es ¿quién está dispuesto a hacerlo y a qué precio? Cada vez menos gente. ¿Por qué?

La pregunta habría que trasladárs­ela a los responsabl­es políticos y a los eurodiputa­dos de Bruselas que viven desde la distancia los obstáculos a los que han de hacer frente los agricultor­es en pleno siglo XXI. La dificultad para competir con mercados que cuentan con unas regulacion­es más laxas, unos costes laborales más bajos y una menor burocratiz­ación de la actividad agraria explica, en parte, ese callejón sin salida al que se ve abocado Europa. Si a eso se le suma una PAC que no se ajusta a la realidad, el incremento de los costes de producción y una brecha cada vez mayor entre el precio al que se produce y al que se vende, el drama está servido.

Quizá por esta desazón y porque la situación parece haber llegado a un callejón sin salida, las protestas ganan en decibelios y la presencia de los agricultor­es en las calles es cada día mayor. La mala noticia es que no existe cauce alguno para entablar un diálogo entre la Administra­ción y unos agricultor­es furiosos. La movilizaci­ón comenzó de forma espontánea, posiblemen­te guiada por los ecos de las protestas en otros países como Francia, y parece que va lanzada sin freno y sin interlocut­ores. Pero esta realidad, que comienza a afectar al día a día de los ciudadanos y de las empresas, es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor, en el que Aragón tiene mucho que perder. Los municipios de la comunidad necesitan de la agricultur­a para sobrevivir. El sector primario vertebra el territorio y fija población, pero si esta actividad va a menos irá apagando poco a poco el medio rural.

El número de personas que se dedican a la agricultur­a en Aragón no ha dejado de caer desde hace seis años y la edad media supera los 61 años

 ?? ??
 ?? ?? rbarcelo@aragon.elperiodic­o.com
rbarcelo@aragon.elperiodic­o.com

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain