Qué difícil es gobernar solo
El PP asume las decisiones peliagudas, y las críticas, mientras su socio se entretiene con sus ajustes de cuentas e intereses personales
Glas presiones por su nuevo impuesto a las renovables
obernar es elegir, siempre. Y en los tiempos que corren, con demasiadas trincheras y pocos puentes, construir la arquitectura del Aragón del futuro se antoja más complicado que nunca. Sobre todo porque para construir siempre es necesario elegir a quién apretar y a quién dar oxígeno, a quién apoyar y a quién dejar para otro momento. Y hacerlo a sabiendas de que cada paso que se da puede tener consecuencias imprevistas y acabar en callejones sin salida. Y en esas anda el Gobierno de Jorge Azcón en Aragón; bueno mejor dicho la parte del PP de ese gobierno en el que su socio más preciado, Vox, está más entretenido en sus ajustes de cuentas ideológicos y cuitas más centradas en el interés personal que en el general. No hay más que ver al consejero de Agricultura, Ángel Samper, repartiendo arengas y dando aliento a una tensión en la revuelta del campo que, por suerte, está más que contenida en Aragón. O el vicepresidente, Alejandro Nolasco, a veces miembro del Ejecutivo y otras solo portavoz de la extrema derecha, metiendo caña con la «inmigración ilegal» y su erradicación mientras él tenga mando en plaza. Suerte que no lo tiene, y lo sabe.
Mientras tanto, que sean otros los que gestionen lo de los pacientes que no llegan a tiempo a sus tratamientos oncológicos porque se han cortado carreteras, o que el presidente en persona aclare si eso que dice su número dos sobre los inmigrantes tiene alguna consistencia o solo son las típicas soflamas de la ultraderecha contra los más débiles. Son sus costumbres, las de Vox, y hay que respetarlas. O aguantarlas.
Esto de gobernar va de elegir y eso en Aragón parece que Vox se lo está dejando por completo al PP. Lo cierto es que Azcón está demostrando entereza en todas esas decisiones difíciles que está tomando. Esta semana, por ejemplo, durante la presentación del suplemento ‘activos’, del Grupo Prensa Ibérica, en Aragón era interpelado directamente por el presidente de la CEOE, Miguel Marzo, a propósito del impuesto a las renovables con el que confía en recaudar más de 30 millones de euros. Se lo cobrará a quienes están apostando por el rico y vasto territorio aragonés para montar miles de molinos y placas solares en una tierra fértil en viento y sol. Le advertía y le interpelaba directamente el líder de la patronal, con cierta dureza, a propósito de un tributo que para muchos es más propio de la izquierda que de la derecha. Para lanzarle un «estamos a tiempo» de corregir esa decisión, la de girarles ese recibo a las empresas de renovables, que para ellos es errónea y que ya dejó preparada el Gobierno anterior, el de Javier Lambán, al que las urnas le han evitado este trance ante un tejido empresarial que se siente más «corazón» que músculo de la economía doméstica. El PP lo ha hecho suyo y está decidido a cobrarlo, aunque ya ha rebajado sus pretensiones un 26% y veremos cómo termina ese pulso. Va a sudar tinta para ingresar cada euro.
La interpelación la aguantó estoicamente Azcón ante ese elenco de firmas importantes allí presentes que dan latido a la riqueza en Aragón, algunas de ellas potenciales contribuyentes de ese nuevo impuesto. De su éxito, el de ellas, y su acierto, el de la DGA, depende también el sostén del Estado del bienestar, pero estas le están recordando que la presión fiscal les resta competitividad, a lo que el Pignatelli responde que la sostenibilidad medioambiental les da valor añadido, a ellos y a Aragón. Al final esto no va de buenos y malos –que para eso ya están los que andan gozando en las trincheras–, o de si los ricos también lloran. Las empresas arriesgan y sufren para subir la persiana, adaptar su negocio a los costes o tomar decisiones de las que aúpan o hunden un negocio. Pero la alfombra roja para atraer empresas nuevas también se teje con sus impuestos, y nadie duda de que hay que hacerla, aunque, si pudieran, la harían más larga y menos roja. También su dinero alimenta la sanidad, la educación, las ayudas a quienes no llegan a fin de mes... Elegir y gobernar. Y, mientras, a Vox solo le interesa que el 15% de lo que se recaude lo gaste Nolasco y sin recibir ni un reproche. Así es más fácil dedicarse a otros menesteres.