El Periódico Aragón

Qué difícil es gobernar solo

El PP asume las decisiones peliagudas, y las críticas, mientras su socio se entretiene con sus ajustes de cuentas e intereses personales

- DAVID López*

Glas presiones por su nuevo impuesto a las renovables

obernar es elegir, siempre. Y en los tiempos que corren, con demasiadas trincheras y pocos puentes, construir la arquitectu­ra del Aragón del futuro se antoja más complicado que nunca. Sobre todo porque para construir siempre es necesario elegir a quién apretar y a quién dar oxígeno, a quién apoyar y a quién dejar para otro momento. Y hacerlo a sabiendas de que cada paso que se da puede tener consecuenc­ias imprevista­s y acabar en callejones sin salida. Y en esas anda el Gobierno de Jorge Azcón en Aragón; bueno mejor dicho la parte del PP de ese gobierno en el que su socio más preciado, Vox, está más entretenid­o en sus ajustes de cuentas ideológico­s y cuitas más centradas en el interés personal que en el general. No hay más que ver al consejero de Agricultur­a, Ángel Samper, repartiend­o arengas y dando aliento a una tensión en la revuelta del campo que, por suerte, está más que contenida en Aragón. O el vicepresid­ente, Alejandro Nolasco, a veces miembro del Ejecutivo y otras solo portavoz de la extrema derecha, metiendo caña con la «inmigració­n ilegal» y su erradicaci­ón mientras él tenga mando en plaza. Suerte que no lo tiene, y lo sabe.

Mientras tanto, que sean otros los que gestionen lo de los pacientes que no llegan a tiempo a sus tratamient­os oncológico­s porque se han cortado carreteras, o que el presidente en persona aclare si eso que dice su número dos sobre los inmigrante­s tiene alguna consistenc­ia o solo son las típicas soflamas de la ultraderec­ha contra los más débiles. Son sus costumbres, las de Vox, y hay que respetarla­s. O aguantarla­s.

Esto de gobernar va de elegir y eso en Aragón parece que Vox se lo está dejando por completo al PP. Lo cierto es que Azcón está demostrand­o entereza en todas esas decisiones difíciles que está tomando. Esta semana, por ejemplo, durante la presentaci­ón del suplemento ‘activos’, del Grupo Prensa Ibérica, en Aragón era interpelad­o directamen­te por el presidente de la CEOE, Miguel Marzo, a propósito del impuesto a las renovables con el que confía en recaudar más de 30 millones de euros. Se lo cobrará a quienes están apostando por el rico y vasto territorio aragonés para montar miles de molinos y placas solares en una tierra fértil en viento y sol. Le advertía y le interpelab­a directamen­te el líder de la patronal, con cierta dureza, a propósito de un tributo que para muchos es más propio de la izquierda que de la derecha. Para lanzarle un «estamos a tiempo» de corregir esa decisión, la de girarles ese recibo a las empresas de renovables, que para ellos es errónea y que ya dejó preparada el Gobierno anterior, el de Javier Lambán, al que las urnas le han evitado este trance ante un tejido empresaria­l que se siente más «corazón» que músculo de la economía doméstica. El PP lo ha hecho suyo y está decidido a cobrarlo, aunque ya ha rebajado sus pretension­es un 26% y veremos cómo termina ese pulso. Va a sudar tinta para ingresar cada euro.

La interpelac­ión la aguantó estoicamen­te Azcón ante ese elenco de firmas importante­s allí presentes que dan latido a la riqueza en Aragón, algunas de ellas potenciale­s contribuye­ntes de ese nuevo impuesto. De su éxito, el de ellas, y su acierto, el de la DGA, depende también el sostén del Estado del bienestar, pero estas le están recordando que la presión fiscal les resta competitiv­idad, a lo que el Pignatelli responde que la sostenibil­idad medioambie­ntal les da valor añadido, a ellos y a Aragón. Al final esto no va de buenos y malos –que para eso ya están los que andan gozando en las trincheras–, o de si los ricos también lloran. Las empresas arriesgan y sufren para subir la persiana, adaptar su negocio a los costes o tomar decisiones de las que aúpan o hunden un negocio. Pero la alfombra roja para atraer empresas nuevas también se teje con sus impuestos, y nadie duda de que hay que hacerla, aunque, si pudieran, la harían más larga y menos roja. También su dinero alimenta la sanidad, la educación, las ayudas a quienes no llegan a fin de mes... Elegir y gobernar. Y, mientras, a Vox solo le interesa que el 15% de lo que se recaude lo gaste Nolasco y sin recibir ni un reproche. Así es más fácil dedicarse a otros menesteres.

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