Los niños con altas capacidades se duplican en 5 años
Este curso, 239 cuentan con aceleración o flexibilidad, pero son más los no reconocidos El aula es para estos chavales «una cárcel» en la que están frenados, aseguran
El sistema educativo es como una «cadena de montaje». La cinta transportadora sería el ritmo de aprendizaje de los niños. Va a una determinada velocidad de forma sincronizada con los operarios. Si acelera sin ningún cambio se produce una «desintonía» y se acumulan las piezas y si va lenta, los trabajadores se aburren. Es esencial la sincronización. Así define Juan Carlos López Garzón, educador y miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, esa desintonía que existe en los menores con altas capacidades.
Este curso, un total de 239 niños aragoneses (112 en Primaria, 109 en la ESO y 18 en Bachillerato) tienen una resolución para una actuación individualizada, que puede ser tanto pasar de curso como adelantar alguna materia de cursos superiores. Es decir, no incluye a aquellos que participan en programas de desarrollo de capacidades. Esta cifra es más del doble de la del curso 2019-2020, cuando eran 109; pero se queda corta si la de referencia es la de 2018-2019, ya que entonces había 675. «El anterior Gobierno se los pulió», explica Beatriz Urriés, vicepresidenta de la asociación Sin Límites, ya que mediante una orden que afectó a todos «los colectivos», desaparecieron más de 2.500 acneaes (alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo), que incluye altas capacidades, pero también TDAH, con diafasia o dislexia.
De hecho, según la asociación, que agrupa a casi 439 familias (y unos 1.300 niños), deberían estar diagnosticados un 10%, lo que sería entre 20.000 y 22.000 menores. Y pone como ejemplo Urriés que en los colegios que tienen protocolos de identificación, que «solo hay dos», tienen un 10% de alumnado reconocido.
Además, señala la vicepresidenta de la asociación otro problema: «no se identifica a las niñas». Tres de cada cuatro son chicos. Esto se debe, explica Urriés, a que «los chicos se les evalúa porque presentan una conducta disruptiva» mientras que ellas «tienden a portarse mejor y optan por pasar desapercibidas». Por eso, cuando «las familias vamos al colegio con un niño, lo evalúan, porque suele dar problemas en clase, pero cuando vamos con su hermana, ponen pegas».
Además, los equipos de orientación de los centros están «sobrecargados» y solo «saltan cuando hay mal comportamiento». El diagnóstico suele llegar en Primaria porque en «la ESO ya es tarde porque terminan machacados», sobre todo emocionalmente, cuenta Urriés, quien señala que esta semana ha atendido a cinco familias cuyos niños están «en la cama con depresión» porque «no les dejan aprender».
El entorno también puede ser complicado porque «mucha gente lo ve como una ventaja» pero «no va de eso». «Tienen una forma de procesar la información diferente y consideran el aula como una cárcel en la que están frenados», señala.
Beatriz Urriés VICEPRESIDENTA ASOC. SIN LÍMITES «A las niñas no se les identifica porque no tienen conductas disruptivas, se portan bien»
J. C. López Garzón ASOCIACIÓN DE PSICOPEDAGOGÍA «Cada alumno debe aprender a su ritmo, pasar de curso o acelerar contenido si es necesario»
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SALUD MENTAL A nivel social, «aunque sean extrovertidos», se sienten diferentes porque «tienen distintas inquietudes» que los chavales de su edad, por lo que «intentan ser quienes no son. No dicen nada a los profesores porque no les sienta bien» y «siempre están contenidos, hacen por adaptarse pero no siempre se puede». Es positivo, dice Urriés, para los que en Primaria «se les permite pasar de curso: Mejoran sus notas y también su salud mental».
Y es que el sistema educativo se centra solo en el programa, en la velocidad ya que se basa en la edad biológica y «no se personaliza», avanza López Garzón; y en el caso de los alumnos con Altas Capacidades aprenden a un ritmo más rápido, existe esa «desincronía» y comienza «el conflicto entre el sistema y lo que podrían aprender», asevera.
Para el psicopedagogo, las medidas correctas serían las de «permitir que el alumno aprenda a su ritmo», es decir que pudiera saltarse un curso o que en el caso de mantenerse en el mismo que avancen materia «a un ritmo más acelerado que sus compañeros». Pero esto «la normativa no lo contempla, no porque se niegue, sino porque no aparece», explica; para señalar a continuación que en muchas ocasiones se «ponen dificultades a los estudiantes para que puedan pasar de curso».
López Garzón también hace referencia al anterior consejero de Educación del Gobierno de Javier Lambán, Felipe Faci, que dictó una orden que afectó a miles de alumnos con necesidades. La asociación Sin Límites impugnó la orden y el Tribunal Superior de Justicia de Aragón les dio la razón pero el Gobierno de Aragón «se negó a ejecutar la sentencia». Asegura Urriés que antes de las elecciones se reunió con el PP y «estaba receptivo» y de hecho, próximamente serán recibidos por miembros del Gobierno. «Tenemos muchas esperanzas y creemos que nos van a escuchar».
Educación es una de las competencias transferidas a las comunidades y «cada una regula de forma diferente». Para López Garzón, no se ha hecho para «perjudicar a las familias pero sí para evitar un problema económico» y eso se evita no reconociendo las necesidades de los alumnos. Pero es cierto que «hay que adaptarse a ellos, tener en cuenta sus necesidades» e incentivar al que pueda «aprender a un ritmo más elevado», reconoce. Y ahí entraría el de avanzar dentro de un curso, permitir «cortar un traje de su tamaño», con métodos y estrategias donde no se dé tanta importancia a la velocidad sino permitir al docente «trabajar con su clase». Por eso, señala que sería positivo bajar la ratio de las aulas pero sobre todo, «cambiar estrategias».
Aragón tiene en estos momentos el hándicap de la orden que dejó fuera a miles de niños pero en «otras no están mucho mejor», asegura el psicopedagogo. En Andalucía sí, «en el tema de la identificación» pero hay que tener en cuenta «cómo se interviene» y ahí «no hay una referencia que podamos aplaudir». Más contundente es Urriés, que insiste en que «Aragón está en el último puesto nacional en cuanto a identificación».