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Los hay más y menos duchos en esto de sacar rédito electoral de unas protestas del campo teledirigidas en parte pero con un fuerte sustrato de descontento global Vox cuela su agenda, el PP le sigue y el PSOE pide ceses =
Nolasco se montó un anuncio entre tractores y Samper agita la movilización sin ofrecer ayudas
A río revuelto, ganancia de pescadores. El sabio refranero popular tiene respuesta para casi todo. También para lo que ha ocurrido esta semana con las protestas del sector primario en Aragón y en buena parte del país. Los profesionales del campo están hartos de asumir –sienten que casi en solitario– las exigencias de un proyecto común y un cambio de paradigma forzado por el cambio climático que transformará todos los sectores, el suyo primero. Después de cuatro días de protestas, supuestamente espontáneas pero sobre todo fuera del control de las organizaciones agrarias tradicionales, y caóticas por la falta de comunicación a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las cartas de los partidos están sobre la mesa. No hace falta leer mucho entre líneas para comprender que en este río revuelto hay demasiados pescadores buscando su voto, digo, su pez.
Algunos lo visten de «apoyo a las protestas» y echan balones fuera buscando las complejas soluciones –porque no las hay simples– que necesita el campo para sobrevivir. El Gobierno de Aragón mira al central y a Bruselas, mientras en Moncloa insisten con normativas como la de la Cadena alimentaria que prohibía la venta a pérdidas y de las que Vox y PP se distanciaron. Otros no intentan –o no quieren– disimular y cuelan sus argumentarios políticos, sus colores y a sus líderes en medio de las columnas de tractores a pesar de que ellos mismos tienen responsabilidades políticas con las que bien podrían aliviar parte de las penurias del sector.
En toda la semana, pese a las reuniones y encuentros a pie de manifestación del consejero de Agricultura, Ángel Samper, el Ejecutivo aragonés no ha propuesto ninguna medida en favor del sector. Tampoco las anunciadas ayudas directas que proclamaron en la campaña electoral. El propio presidente, Jorge Azcón, dijo el primer día de protestas que el Gobierno «ya había ayudado» con esa partida de 8 millones en créditos blandos que le afean desde el PSOE e insiste en secundar las manifestaciones porque «tienen razón».
Las primeras marchas espontáneas empezaron en Binéfar.
Casualmente, personas cercanas a Vox participaron en la difusión de imágenes de estas protestas, supuestamente apolíticas y sin una dirección clara, pero que llevan un lazo de color verde-Vox y comparten la base de su argumentario: el rechazo a la Agenda 2030 y la oposición a las políticas ecologistas de la UE, en general.
El resto de protestas siguieron organizándose a través de WhatsApp, en grupos multitudinarios donde se han compartido
manifiestos con mensajes que mantienen esa línea negacionista del cambio climático. Y todo ello se funde con una sensación de hartazgo real, de descontento con las organizaciones agrarias, de agravio por desempeñar un trabajo duro que no se ve compensado y con una sensación de incomprensión por toda la clase política que hace que las protestas sean masivas. Tanto es así que unos Gobiernos y otros no han hecho prácticamente nada por frenar unas caravanas que no estaban convocadas ni comunicadas oficialmente. Ningún Ejecutivo, ni del PP ni del PSOE, podía echarse a la espalda una represión a quienes dan de comer a un país.
Así, Vox ha colado su agenda sin esfuerzo. Pero la sutileza no es una de sus bazas. No se tapó nada
el vicepresidente aragonés y líder de Vox, Alejandro Nolasco, cuando visitó a los agricultores en la A23 en un acto que no estaba previsto en su agenda, pero sí en su organización, porque le sirvió para montar un vídeo casi electoral, provisto de micrófono y montaje de varios tipos de planos, con música de fondo a lo Braveheart para repetir que están «hartos de la agenda 2030 que se ha demostrado que responde a un fanatismo climático». El consejero de Agricultura, Ángel Samper, arengó a las masas desde la carretera y desde el Pignatelli, sin recibir ni un pero del resto del Ejecutivo, ni de la parte de un PP, que en lugar de colocar su postura en la agenda de las protestas, ha comprado el marco de Vox. Enfrente, el PSOE, con responsabilidades en Moncloa y un
más que contestado ministro de Agricultura, afea al titular aragonés que intente ser uno más de los manifestantes mientras deja de hacer todo lo que prometió en campaña, con incongruencias manifiestas, como pedir un día que la participación se ciña a los cauces oficiales y, al siguiente, dar categoría de interlocutores a quienes han llevado la voz cantante en las carreteras pidiéndoles «ir a piñón» para que «Europa doble la rodilla». Unos mensajes por los que el PSOE pidió su cese pero que no desacreditó la parte popular del Gobierno.
El río sigue revuelto y son muchos los que quieren pescar alguno de los miles de votos –digo, peces– que hay en el campo y en un sector primario que solo quiere trabajar con dignidad.