-P DMÂTJDP OVODB DBEVDB
Miles de zaragozanos tiñen el centro de color en el tradicional desfile de los peñistas Familias y cuadrillas lucen sus vistosos disfraces =
Destacaron carrozas como la de Wonka, aunque los disfraces también dejaron sitio a alguna reivindicación
Un año más, los te quiero al Carnaval volvieron a resonar por las calles del centro de Zaragoza. Y, un año más, los peñistas volvieron a programar un exitoso desfile en el que familias, cuadrillas y grupos de lo más variopinto disfrutaron e hicieron disfrutar a los curiosos que paseaban por el recorrido o que, directamente, se habían acercado de propio a comentar y opinar sobre los disfraces más curiosos y las carrozas más curradas. Sea como fuere, curiosos, peñistas y viandantes abarrotaron el casco histórico de la capital aragonesa, en una ruta que empezó pasadas las 19.00 horas en una plaza San Miguel en la que no cabía un alfiler.
Entre tan colorida multitud, los disfraces que asomaban eran de todo tipo y clase. Los había más clásicos, con Super Mario Bros y sus compinches como uno de los mejores ejemplos. Hubo quien se quiso esconder, sin mucho éxito, pues entre tantos ajuares adornados por las rayas horizontales rojiblancas era difícil no localizar al escurridizo Wally. Y es que, aunque pasen los lustros, la cultura pop de unos años a esta parte sigue muy presente entre los jóvenes. Que les pregunten, sino, a quien agitaba sus varitas mágicas representando a diferentes casas de la histórica saga de Harry Potter.
Menos mágicos, aunque también muy típicos, fueron los ítems de las carrozas que desfilaron desde el Coso hasta el paseo Echegaray y Caballero. Algunas de las más destacadas representaban, por citar algunos ejemplos, un safari, que aprovechó su improvisada infraestructura para llevar a los más pequeños de la cuadrilla; una partida de ajedrez en la que el rey y la reina sobresalían sobre el resto de piezas; o un enorme dragón que rendía tributo al recién estrenado año nuevo chino.
Muy peculiar, asimismo, era la decoración de la carroza inspirada en Willy Wonka y su fábrica de chocolate. Un guiño a un relato de fantasía cuyo mensaje no pierde su esencia ni su vigencia, como demuestra el éxito del recién estrenado filme de Paul King. Junto a ella, dos Willy Wonka movían sus bastones al ritmo de la música, acompañados de varios pequeños oompa-loompas. La comunidad colombiana de la ciudad tampoco quiso perderse la cita, con carteles que recordaban el carnaval de Barranquilla y coloridos atuendos.
El orgullo por Zaragoza se dejó notar, con la vistosa carroza de los Mañotours, que sacaba de la plaza una miniatura de la basílica del Pilar para que todos pudiesen disfru
tarla. También hubo tiempo para la reivindicación, con el grupo de familias de Arcosur que, bajo el luminoso lema Arcosur Existe, trasladaban al epicentro del carnaval zaragozano demandas tan sonadas como la petición de un centro de salud en el barrio y de una solución definitiva para el colegio Ana María Navales.
Fue, en definitiva, una tarde para el recuerdo en la que cupieron todo tipo de proclamas, más o menos trabajadas, más o menos inocentes, pero que cumplieron con nota con su objetivo: disfrutar y hacer disfrutar. Un clásico, un año más.