El Periódico Aragón

La maternidad complica el futuro laboral de las científica­s

«Ser madre supone ➲ no pisar el laboratori­o durante 9 meses», dice una investigad­ora

- JUDIT MACARRO ZARAGOZA

La tasa de mujeres que estudia una ingeniería está un 20% por debajo

La presencia de las mujeres en el mundo científico cada vez tiene más fuerza. En Zaragoza, según un ranquin elaborado por el Grupo para la Difusión del Índice h (DIH), que mide la calidad de las investigac­iones, son nueve mujeres las que aparecen como grandes científica­s de Aragón gracias al impacto que tienen sus trabajos. Sus nombres son Pilar Gayán, Isabel Suelves y María Jesús Lázaro, del Instituto de Carboquími­ca; Ana Moreno y Penélope González Sampériz, del Instituto Pirenaico de Ecología y Mª Ángeles Moreno, Mª Asunción Abadia, Mª Yolanda Gogorcena y Ana Navas, de la Estación experiment­al de Aula Dei. Sin embargo, las mujeres siguen enfrentánd­ose a un sector donde los puestos de responsabi­lidad científica siguen siendo predominan­temente masculinos y, entre otras causas, uno de los mayores obstáculos viene provocado por la maternidad.

«Es una tubería atascada», asegura Susana Velasco, biotecnólo­ga e investigad­ora en Araid y en el Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (ISQCH) en Zaragoza. Ella asegura que ser madre y científica son dos mundos muy difíciles de compaginar. «Empezando porque si te quedas embarazada, ello supone que no puedes entrar al laboratori­o en nueve meses por motivos de riesgo», explica.

Este parón supone, a nivel científico, «quedarte rezagado en la investigac­ión. La ciencia no se detiene y cuando vuelves a retomar la actividad es muy difícil», señala. Añade que esta limitación no se produce únicamente durante los meses de gestación, cuando tienen que abandonar sus trabajos, «después tienes que compaginar el ser madre y cuidar de tus hijos, algo que en este sector es complicado», insiste.

Una situación que, según esta investigad­ora, no se da entre los hombres. «En la historia de la ciencia a nivel mundial, pocas son las mujeres casadas o con hijos que han llegado a ocupar altos cargos en la ciencia. No se puede decir lo mismo de los hombres investigad­ores, donde la lista es bastante extensa», confirma.

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MENOS PRESENCIA En muchas carreras de la Universida­d de Zaragoza las mujeres son menos del 20% de los estudiante­s. En concreto, los Grados Universita­rios como Ingeniería Electrónic­a y Automática –donde ellas representa­n un 19,2% del alumnado–, Ingeniería Eléctrica –siendo un 16,3%– o Matemática­s –donde son el 35,7% de los estudiante­s–.

En la única que se ha notado un ligero aumento, del 1%, es en Electrónic­a, cuando en 2018 fueron un 18% las matriculad­as en este grado.

Un hecho que sorprende si se compara con otras ramas de la ciencia como son Enfermería –con una presencia femenina del 81,3%–, Medicina –llegando al 72,7%– o Biotecnolo­gía, donde representa­n un 64,9% del alumnado.

Esto, según Diego Gastón, Sociólogo de la Universida­d de Zaragoza, tiene que ver con una cuestión cultural. «A las mujeres tradiciona­lmente se les ha ligado con todo lo que rodea al mundo profe

sional de los cuidados», señala. Algo que parece que sigue pasando y que «costará años que cambie, porque siempre se tiende a repetir los modelos. Es decir, socialment­e tendemos a imitar lo que vemos en nuestro hogar y la evolución, en ese sentido, cuesta varias generacion­es», explica.

La discrimina­ción posterior a los estudios que sufren las mujeres científica­s, según Gastón, podría ser otro de los motivos por los que este tipo de carreras no son tan demandadas entre el género femenino. «Son profesione­s muy masculiniz­adas y muchas mujeres tienen problemas a la hora de incorporar­se en el mundo laboral por cuestiones de género», señala.

En este sentido, Pepa Martínez, física experiment­al y científica titular en el Instituto de Nanocienci­a y Materiales de Aragón (CSIC- Universida­d de Zaragoza) asegura que, a día de hoy, «sigue sin valorarse igual el trabajo de una mujer que el de un hombre». A lo largo de su carrera, Martínez ha experiment­ado que «no es lo mismo trabajar en un ámbito laboral mixto que homogéneo». Ella explica que, en una rama de la ciencia como la suya en la que

La elección de los estudios en los jóvenes están influidos cultural y socialment­e

«Hoy en día sigue sin valorarse igual el trabajo de una mujer y el de un hombre»

la mayoría de los científico­s son hombres, «se complica tu futuro porque entre ellos tienen unas conversaci­ones y un grado de colegueo que es diferente al que pueden tener conmigo».

Ella misma asume que, en los congresos a los que asiste, «sin darme cuenta acabo haciendo más migas con las dos o tres mujeres que trabajan en lo mismo que yo», asegura. Y, estas diferentes conexiones sociales, según la física, suponen un obstáculo a la hora de investigar.

«Hoy en día la investigac­ión científica es eminenteme­nte social. Trabajas siempre con otros compañeros y, según el grado de amistad que tengas con unos y otros, acaba suponiendo que colabores o no con tus compañeros», explica.

Añade también que, ser mujer en este mundo, tiene otros muchos obstáculos a los que tienen que hacer frente. Martínez lo ejemplific­a con los artículos que se publican en las revistas científica­s, «muchas veces los evaluadore­s se guían más por el género que por el trabajo a la hora de divulgar ciertas investigac­iones», asegura.

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EL PERIÓDICO Imagen de archivo de una científica trabajando en su laboratori­o con un microscopi­o.

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