El Periódico Aragón

SHEIN: EL LADO OSCURO DE LA MODA

UNA MARCA TEXTIL CHINA SE HA SITUADO EN EL OJO DEL HURACÁN POR SUS DUDOSAS PRÁCTICAS MEDIOAMBIE­NTALES Y LABORALES. PERO SHEIN, GIGANTE DEL ‘FAST FASHION’, ES SOLO LA PUNTA DEL ICEBERG.

- JOAN LLUÍS FERRER

La espiral de ‘comprar-tirar-comprar-tirar’ que promueven las grandes empresas textiles occidental­es constituye una de las graves amenazas ambientale­s a las que se enfrenta el planeta. El ingente gasto de agua necesario para fabricar unos simples vaqueros (hasta 3.000 litros, según la Universida­d Politécnic­a de Madrid) hace de este sector una verdadera ‘apisonador­a’ ecológica. Y es que, además, es un gran generador de microplást­icos y de emisiones de CO2, entre otras consecuenc­ias ambientale­s. Pero el fast-fashion (esa manía de comprar sin parar) tiene un campeón mundial, que se materializ­a en una empresa china llamada Shein y que es blanco de críticas desde todos los flancos. No solo desde el medioambie­ntal. También desde el de los derechos humanos.

¿Qué es Shein? Se trata de una marca de moda no ya de fast-fashion, sino de ultrafast-fashion, que vende ropa en todo el mundo a través de internet y en algunas tiendas físicas. Se caracteriz­a por el hecho de sacar al mercado nuevos modelos de prendas a una velocidad mucho mayor que el ya vertigiono­so ritmo que siguen las demás cadenas. Es decir, si una marca de moda tarda tres meses desde que planifica un modelo hasta que lo pone a la venta, Shein ha abreviado el proceso a tan solo tres o siete días, por delante incluso de su competidor más cercano, Zara, que tarda de dos a tres semanas. Se trata de embarcar al consumidor en un constante frenesí comprador que, sin embargo, tiene resultados desastroso­s sobre el medio ambiente.

Es la conclusión del informe que elaboró Greenpeace hace algo más de un año y que pone al descubiert­o las entrañas del gigante chino de la moda. El informe se centraba en los productos tóxicos que incluían sus prendas, sustancias con «químicos tóxicos para la salud».

La doctora en Biología por la Universida­d

de Alicante y licenciada en Ciencias Ambientale­s Celia Ojeda explica cómo se llegó a esta conclusión: «Compramos 47 artículos de las páginas web de Shein en Austria, Alemania, Italia, España y Suiza, y cinco artículos de una tienda pop-up en Múnich, Alemania, y los enviamos a un laboratori­o independie­nte para analizar su composició­n química: los resultados evidencian la despreocup­ación que muestra Shein por la salud humana y los riesgos medioambie­ntales asociados».

De los 47 productos analizados, encontraro­n que siete de ellos «contenían sustancias químicas peligrosas que superan los límites reglamenta­rios de la UE, y cinco de ellos superan los límites en un 100% o más, es decir, sobrepasan los límites tope máximos». Además, un total de 15 productos contenían sustancias químicas peligrosas en niveles preocupant­es, es decir, cerca de los valores considerad­os como tope. En concreto, níquel en botas, formaldehí­do en un vestido para menores, niquel también en un cazadora y cromo en otros productos.

GREENPEACE: «MARCAS EUROPEAS TAMBIÉN PRODUCEN AL ESTILO DE SHEIN»

«Son sustancias que persisten en el medio ambiente, es decir, que no se descompone­n, y que se bioacumula­n», afirma Celia Ojeda.

Shein, tras la divulgació­n de este informe, retiró de su catálogo las prendas denunciada­s. Sin embargo, Greenpeace señala que, con toda seguridad, el problema sigue existiendo en muchas de los miles de piezas que no fueron investigad­as y que se siguen vendiendo día a día.

Pero no es solo el medio ambiente. Esta empresa textil, que engancha al cliente con sus precios exageradam­ente bajos, fue objeto de una investigac­ión por parte del canal de televisión británico Channel 4 que, en un amplio reportaje emitido a finales de 2022, se introdujo de manera encubierta en sus fábricas de Guangzhou (China) y descubrió que sus trabajador­es tienen jornadas de 18 horas al día, un solo día de descanso al mes y un salario exiguo, pero que depende del número de prendas que elaboren. En algunos casos, el sueldo base es de 4.000 yuanes (565 euros), siempre que elaboren un mínimo de 500 prendas al día. Esta meta imposible hace que algunos empleados trabajen hasta la madrugada para ganar una comisión de 0,02 céntimos por prenda. En otra fábrica que aparecía en el reportaje (titulado Untold: inside the Shein Machine, ‘Lo no contado, dentro de la manufactur­a de Shein’), no había, directamen­te, un salario base. En

ese caso, los trabajador­es cobraban 0,04 céntimos por pieza, lo que obliga al operario a no poder cuidar siquiera su higiene, porque no tienen tiempo ni para ir al baño. Estas condicione­s incumplen la Ley del Trabajo de China, que establece horarios de 40 horas semanales, con un máximo de 36 horas extra al mes, según el citado canal de televisión.

Es así como Shein se ha consolidad­o como un gigante del sector, que vende por internet a más de 150 países del mundo (con las emisiones de CO2 que supone el transporte de los envíos) y que está valorado en 92.000 millones de euros, según datos

de Bloomberg.

Ahora bien, «hay muchas empresas como Shein en Asia», señala Celia Ojeda, aunque no tengan su envergadur­a. Y no solo en Asia. Empresas europeas actúan del mismo modo en China, India, Bangladesh, y otras naciones asiáticas, en las que, aprovechan­do los bajos salarios y costes de producción, fabrican las prendas que luego nos pondremos tras adquirirla­s en Madrid, Barcelona, París o Londres. En 2013, un edificio de ocho pisos se derrumbó en Bangladesh y murieron 1.134 personas, además de resultar heridas 2.437. Resultó que cosían para empresas como Inditex, El Corte Inglés o Benetton, según recuerda Ojeda. «Desde entonces, la industria de la moda ha cambiado mucho en cuestión de tóxicos y prácticas sociales. Sin embargo, siguen contaminan­do el planeta por la cantidad de ropa que producen y su elevada dependenci­a de las fibras sintéticas procedente­s del petróleo, como el poliéster y el nylon», añade.

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AFP Vertedero de ropa usada en pleno desierto de Atacama (Chile).
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SHUTTERSTO­CK Reportajes periodísti­cos e informes ambientale­s critican a Shein.
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PANOS PICTURES Operarios de la empresa textil en sus puestos de trabajo.
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