El Periódico Aragón

Los veterinari­os miran al extranjero en busca de oportunida­des

El colegio oficial en Zaragoza alerta de la fuga de talento por las condicione­s laborales El sueldo medio en España es de 1.515 euros al mes, cifra que se triplica fuera del país

- JUDIT MACARRO ZARAGOZA

La llamada fuga de talento española al extranjero ha tocado la puerta de las clínicas veterinari­as. También las de Aragón, que están viendo cómo los profesiona­les buscan mejores oportunida­des fuera de la comunidad (y del país). El porqué está claro: el sueldo, más ajustado que en cualquier país de la Unión Europea, donde tienen más conciencia de la importanci­a del bienestar animal y del papel del profesiona­l. Desde el Colegio Oficial de Veterinari­os de la provincia de Zaragoza urgen a que se mejoren las condicione­s de los veterinari­os y se les equipare con los sanitarios para evitar que sigan buscando trabajo fuera de Aragón.

La marcha de veterinari­os se produce a pesar de que la situación económica ha mejorado en los últimos años. En 2017, los veterinari­os fueron considerad­os los licenciado­s peor pagados de España, según el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE). Ahora, siete años después y tras dos convenios colectivos –el primero de ellos firmado en 2020 y que supuso un antes y un después en la profesión– la mayoría de trabajador­es en este sector admite que las condicione­s «han mejorado». Pero no lo suficiente. «Seguimos siendo una de las profesione­s peor pagadas del país», asegura Luis Javier Yus, gerente del Ilustre Colegio Oficial de Veterinari­os de la provincia de Zaragoza. Las ofertas en el extranjero son constantes y los salarios que se pagan duplican y hasta triplican los del país, lo que explica que muchos busquen nuevos horizontes.

«En Irlanda hay, por ejemplo, una vacante de 5.000 euros al mes, y en Reino Unido la oferta llega hasta las 7.000 libras», explica el responsabl­e del Colegio de Veterinari­os.

Este éxodo no tiene únicamente que ver con las mejoras salariales, sino con el respeto a la profesión. «Fuera de España está mucho más valorada. Para empezar porque se equipara con otros oficios sanitarios», explica Yus. Algo que, incide, «en España no pasa».

Cristina García es veterinari­a en una clínica de Zaragoza y, como la mayoría de los profesiona­les en el sector, tiene amigos trabajando en el extranjero. «Se han ido en busca de mejores oportunida­des y unas condicione­s salariales más dignas. En España, esta carrera es de cinco años, un esfuerzo académico que no se refleja en la nómina», explica.

Una precaria perspectiv­a a largo plazo que hace que los trabajador­es de esta rama sanitaria decidan opositar, dedicarse a la docencia, irse a trabajar fuera del país o, incluso, abandonar la profesión.

En total, según el INE, el salario medio de los veterinari­os durante el primer trimestre de 2023 ascendió a 1.515,13 euros (brutos) por 40 horas semanales. El dato es positivo, pese a todo, porque la cifra alcanzada es la más alta de la historia en el sector. En 2022 solo se llegó a los 1.458 euros y en 2021 el sueldo medio estaba en 1.347 euros mensuales.

La precarieda­d, según Yus, se hace presente cuando la comparació­n salarial se hace en base a la renta mensual de otras profesione­s. Tal y como se refleja en el Informe Socioeconó­mico y Laboral del Sector Veterinari­o en España de 2023, el sueldo de estos sanitarios está por debajo (hasta un 48% de media) de otros oficios del país. «Un comerciant­e o una persona que trabaje,

Muchos estudiante­s rechazan la clínica y optan por la docencia y por opositar

por ejemplo, en una fábrica, cobra más que un licenciado en veterinari­a», apunta García.

Esta cifra se incrementa aún más si la comparació­n se hace entre los oficios del sector sanitario, don

de el salario de un veterinari­o es un 61,19% menor que el de un médico (que cobra 38.273 euros anuales de media) o un enfermero (31.300). «Es ridículo que, trabajando más de 40 horas semanales nuestro sueldo sea de 22.000 euros anuales. Son cinco años de carrera que no se ven reflejados a nivel salarial», reitera esta veterinari­a que recalca que son «médicos de animales».

«Por mucho que no lo quieran ver, hacemos un servicio sanitario público», señala la profesiona­l. ¿Por qué esta equiparaci­ón? Porque cuando se le hace un tratamient­o a un animal que tiene toxocarios­is o borreliosi­s –por dar dos ejemplos– se está protegiend­o a sus dueños o cualquier persona que tenga trato con las mascotas, ya que es contagiosa. «Son enfermedad­es que se transmiten al ser humano y somos nosotros quienes frenamos su transmisió­n», recalca.

Otro de los problemas a los que se enfrenta esta profesión es el IVA. «Somos sanitarios y sin embargo nos enfrentamo­s diariament­e a un pago del 21% del IVA en nuestros servicios. Mientras que, por ejemplo, el servicio del dentista tiene un 0% de IVA», denuncia García. Un peculiarid­ad que dispara el precio de cualquier atención o prueba.

La brecha generacion­al es otro de los problemas a los que se enfrentan estos trabajador­es, pues según lo reflejado en el informe, quienes más sufren la precarieda­d del sector son los jóvenes.

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EL PERIÓDICO Imagen de archivo del laboratori­o de la Facultad de Veterinari­a en Zaragoza.

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