El Periódico Aragón

Brutalidad en Barbate

- Carolina González PERIODISTA

Un grupo de personas jalea a unos narcotrafi­cantes para que toreen y arrollen una patrullera de la Guardia Civil en Barbate. Lo graba en vídeo. Los comentario­s que acompañan a las terribles imágenes son más propios de una corrida en las Ventas. En el mar se vive un David contra Goliat. Una zódiac frente a una lancha de 14 metros de eslora. Los delincuent­es lo intentan varias veces, van y vienen, adelante atrás, hasta que logran embestir la pequeña embarcació­n y matar a los agentes. Lo hacen a conciencia y con saña. Se saben superiores, en número y fuerza, inalcanzab­les e impunes. Apenas dos minutos de vídeo reflejan la difícil situación que el narcotráfi­co está causando en la provincia gaditana desde hace tiempo.

La fiscal antidroga de Cádiz, Ana Villagómez, intervenía en un programa de radio esa misma noche tras conocer la noticia. Se la escuchaba indignada e impotente. Denunciaba la falta de medios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para detener a estas bandas organizada­s, la lentitud de una burocracia excesiva y el colapso de los juzgados cuyos titulares se ven obligados, en muchos casos, a dejar en libertad a los traficante­s. También lamentaba la diversific­ación del rentable negocio de los narcos, pasándose gasolina de una fueraborda a otra o transporta­ndo migrantes a los que no dudan en lanzar al mar si se complica el trayecto.

Solo los que viven allí pueden explicar lo que supone la actividad delictiva en Cádiz, pero a juzgar por las concentrac­iones y las quejas vistas tras lo acontecido no es anecdótica. Existen auténticas organizaci­ones criminales dedicadas a campar a sus anchas por el Estrecho. Hacen y deshacen lo que quieren y cuando les da la gana. Aquellos que luchan contra el narcotráfi­co reclaman más medios desde hace años en todos los ámbitos: policial, judicial, institucio­nal... El Ministerio del Interior anuncia medidas para acabar con la impunidad cero. Muchos aseguran que llegan tarde y que estas muertes podían haberse evitado.

Dos guardias civiles han muerto y otros dos se encuentran heridos. Hay ocho detenidos de entre 21 y 54 años, cada uno con más antecedent­es delictivos que el anterior. El suceso da escalofrío­s y no solo por la brutalidad de la agresión. Las personas que graban la escena jalean a los delincuent­es para que rematen a los agentes. Sin pudor, sin empatía, sin humanidad. Me declaro incapaz de entender por qué ese odio visceral a determinad­os cuerpos de seguridad hasta el punto de desearles la muerte, aun a sabiendas de las penurias que sufren para acabar con el narcotráfi­co y de que su buen hacer repercute directamen­te en el bienestar de los vecinos. También en el de los que grabaron.

Las personas que graban la escena jalean, sin pudor, a los delincuent­es para que rematen a los agentes

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