La eterna amenaza
España sufre desde finales de 2022 una sequía prolongada que destruye cosechas y escasea en ciudades, el agua se convierte en tema de conversación y de reivindicación como no podía ser de otro modo. El cambio climático, el crecimiento y la distribución de la población, el rápido desarrollo urbano, la contaminación, el colapso de las infraestructuras y sobre todo la mala gestión de los recursos hídricos, han puesto en peligro la falta de agua en diversas partes del mundo. En España, la amenaza del trasvase a Cataluña, ha estado siempre presente en gobiernos centrales, fuesen del PP o del PSOE. Aún recuerdo las palabras del entonces presidente Felipe González ridiculizando a los aragoneses: «Hay algunos que se sientan encima del botijo y no quieren soltarlo» ante la oposición al trasvase, agua y futuro, que dio pie a la mayor manifestación que uno recuerda.
En Aragón no sobra agua, el desánimo cunde en un sector agrario y ganadero ante la ausencia de lluvia. 50.000 hectáreas de secanos que siguen a la espera por falta de regadío, incluidas en el Plan Hidrológico del Ebro en vigor. No así la Agencia Catalana del Agua sin invertir cientos de millones en los últimos 5 años, priorizando otras políticas, sin construir las infraestructuras necesarias, ni el mantenimiento de las ya existentes. En su rescate el Gobierno PSOE-Sumar acuerda pagar a medias el agua enviada desde Valencia y crearles dos nuevas desalinizadoras financiadas con fondos europeos. Desagravio comparativo, puesto que Aragón, para crear sus infraestructuras en las que falta riego, mantenimiento o mejora, estas han de ser financiadas por su propio gobierno.