La viuda de un guardia de Barbate veta a Marlaska durante el funeral
La mujer impidió que ➲ el ministro colocara una medalla a su marido
Autoridades, familiares y compañeros se congregaron ayer en Pamplona y Cádiz para despedir a los dos agentes fallecidos el viernes en el puerto de Barbate (Cádiz) tras ser embestidos por una narcolancha. El doble homicidio cuenta con ocho detenidos que hoy pasarán a disposición judicial.
El funeral del guardia civil David Pérez Carracedo, de 43 años casado y con dos hijos, se celebró en la catedral de Pamplona, donde la familia y allegados del agente, con emoción contenida, hicieron un pasillo para recibir el féretro portado por sus compañeros y cubierto por una bandera de España. A la ceremonia religiosa asistieron, entre otras personalidades, la presidenta de Navarra, María Chivite; la consejera de Interior, Amparo López, y la delegada del Gobierno en Navarra, Alicia Echeverría. Previamente, visicuando taron la capilla ardiente en la Comandancia de la Guardia Civil, en la que también estuvo presente el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que protagonizó un desencuentro con la viuda de Pérez Carracedo.
La mujer del fallecido se negó a que el ministro de Interior fuera quien colocase una medalla a título póstumo en el féretro. Según confirmaron varios presentes, Grande-Marlaska se dirigió a recoger la condecoración que portaba un agente de la Guardia Civil para colocarla en el féretro, la viuda mostró su disconformidad con que fuera el ministro quien realizase el acto alegando que su marido «no hubiera querido esto». Finalmente, fue el agente que portaba la medalla quien se encargó de colocarla en el féretro.
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ENTRE LÁGRIMAS La ceremonia por el agente Miguel Ángel González, de 39 años y padre de una niña, tuvo lugar ayer en la catedral de Cádiz, en un acto al que acudieron representantes de diferentes fuerzas del orden, en una ceremonia oficiada por Óscar González Esparragosa, vicario general de la diócesis de Cádiz y Ceuta. Al término de la misa, el féretro fue sacado a hombros entre lágrimas por sus compañeros, a los que seguían familiares, alguno de los cuales portaba un retrato del agente fallecido y una flor.