Con ocho basta
Páginas 27 a 30 --Un gol tempranero en un mal inicio acaba con un Zaragoza que se deja la racha en Eibar
En ocho acaba la cuenta de partidos invicto de un Real Zaragoza que pagó con la derrota una mala primera parte y un perezoso inicio que bastaron al Eibar para salir airoso del envite y alejar la amenaza de un equipo aragonés que frena en seco. No por probable deja de doler una caída que advierte de la gran diferencia entre una escuadra ambiciosa y hambrienta en casa pero algo acomplejada y excesivamente precavida fuera de ella. Era el día para dar un puñetazo en la mesa, pero la bofetada se la llevó un Zaragoza al que no le bastó su mejoría en la segunda parte para sumar en Ipurua.
La primera media hora fue clave. El Eibar imponía su superioridad física para salir vencedor de la mayoría de los duelos y explotaba el espacio entre Fran Gámez y
Mouriño como la senda más directa hacia el peligro para Badía. Entre líneas, Aketxe y Soriano eran un incordio constante para un equipo aragonés que, a pesar de disfrutar, nada más sacarse de centro, de la primera ocasión del partido a través de un tiro de Mesa a la media vuelta que se marchó desviado, pronto quedaría a merced de su oponente.
Porque, a los seis minutos, Matheus condujo hasta cerca del área ante la blandura de Mouriño para conectar con Tejero, cuyo centro fue directo a la cabeza de Bautista, ante el que el zaguero uruguayo volvía a quedar en evidencia, para adelantar al Eibar y situar el partido en el mejor escenario para el cuadro armero.
Al Zaragoza le tocaba dar un paso adelante, pero fue hacia atrás. Un tacón de Azón, que debió dejar pasar el balón ante la aparición de Moya, dio paso a los peores minutos de los aragoneses, que sufrieron las acometidas de un Eibar que sabía exactamente dónde hacer daño al adversario. Siempre entre líneas, Soriano se deshizo de Lluís López para probar a Edgar Badía poco antes de que Vencedor rozara el segundo tanto de la tarde a través de un disparo raso que lamió el poste derecho del marco blanquillo. El Zaragoza, que seguía apostando por el repliegue en lugar de la presión alta, estaba grogui.
Una parada providencial de Badía en un mano a mano con Bautista después de que un cabezazo de Mouriño se escapara alto, sirvió para que el Zaragoza comenzara a espabilar. Mollejo, en posición acrobática, asustó a Luca al borde de un descanso que Velázquez aprovechó para dar entrada a Zedadka y Valera por Gámez y Moya y, de paso, convertir la defensa en cinco en línea de cuatro.
Y el Zaragoza agradeció el cambio. Marc Aguado pasó a gobernar la contienda y a someter a un Eibar que hace tiempo había recurrido al plan de partido establecido cuando toma ventaja. Mollejo, tras una buena combinación con Francés, reubicado en el lateral, ejecutó un disparo demasiado centrado que no intimidó a Luca poco antes de que una internada con pase de la muerte del manchego no encontrara rematador.
El partido había cambiado. El Zaragoza llegaba más y mejor aunque no hacía sufrir demasiado a un Eibar seguro de sí mismo y de su capacidad para prolongar el blindaje de Ipurua.
Pero Etxeberria, un entrenador como la copa de un pino, reaccionó a la mejoría zaragocista con un movimiento clave. Primero tiró de Nolaskoain en lugar de Soriano en una clara declaración de intenciones, pero fue la entrada de Álvarez en la medular la que desactivó a un Zaragoza al que le faltaba tanta convicción como profundidad.
Faltaba un cuarto de hora y a los aragoneses se les acababa el tiempo al mismo ritmo que las fuerzas. Velázquez optó por quemar naves y recurrió a Bakis para acompañar en ataque a Enrich, que había sustituido a Azón.
El Zaragoza tiró de presión alta tras el descanso y mejoró, pero no le dio para sumar en Ipurua