El Periódico Aragón

La solución final

- Juan Bolea

El presidente hebreo, Benjamin Netanhayu, está a punto de emular a Adolf Hitler y su solución final. En 1942, los jerarcas del régimen nacionalso­cialista alemán decidieron activar el Holocausto para deshacerse de la población reclusa —judía, en su práctica totalidad—, que se hacinaba en sus campos de concentrac­ión (a partir de aquel momento, centros de exterminio).

De parecida forma, ahora, en febrero de 2024, los militares judíos se disponen a entrar con tanques y fusiles a la ciudad de Rafah, al sur de Gaza, para aniquilar a su población. Cientos de miles de palestinos permanecen atrapados allí. Lo están porque sus pueblos y ciudades han sido bombardead­os durante los últimos cuatro meses. El ejército de Netanyahu los ha ido arrinconan­do hacia ese fondo de saco de una tierra que, deben tener ellos toda la sensación, está dejando de pertenecer­les.

Netanyahu todavía no los ha liquidado a todos, pero ya suma una cifra de víctimas orientada al genocidio: 30.000 palestinos muertos. 7.500 al mes, 250 al día.

De ellos, más de 20.000 son mujeres y niños. Madres y bebés de semanas, niñas de corta edad, jóvenes alumnos, adolescent­es, mujeres de todas las edades, hombres y ancianos inocentes despanzurr­ados por las bombas, mutilados, enterrados entre cascotes, trasladado­s a hospitales donde nada pudieron hacer para salvar sus vidas porque nada tenían con qué curarlos, ni siquiera agua, ni siquiera luz...

Muertos de día y de noche por los impactos de los obuses o las balas de los misiles, muertos y enterrados de urgencia en fosas comunes para que sus reventados cuerpos no contaminas­en a los que de milagro siguen vivos... Hasta que el criminal de guerra, el nazi Benjamin Netanyahu accione la «solución final» en Rafah, liquide a unas cuantas decenas de miles de palestinos más y expulse al resto de la tierra prometida.

Mientras esto ocurre, el resto del mundo a lo suyo. Una protesta por aquí, una declaració­n por allá... Pero nadie reúne en serio pruebas de la limpieza étnica para igualmente, como a Putin, juzgar a Netanyahu ante el Tribunal de La Haya. ¿Quién expulsa a sus embajadore­s, a sus espías y empresas...?

Pagaremos cara tanta hipocresía.

Netanyahu todavía no los ha liquidado a todos, pero suma una cifra orientada al genocidio

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