El Periódico Aragón

Feijóo no despista, apunta

- Carmen Lumbierres POLITÓLOGA

Tener una visión periférica del Estado y estratégic­a a corto pero también a largo plazo no es fácil en este país, tan heterogéne­o según por barrios. En Galicia y el País Vasco, Vox es una fuerza política inexistent­e, aún más, sus postulados no son absorbidos por una parte del PP como ocurre en Madrid, porque no tienen acogida en ese modelo de sociedades abiertas histórica y comercialm­ente al mundo, lo que las vuelve eminenteme­nte pragmática­s.

Feijóo se prepara para el futuro, escuchando a su yo interior, aturdido por la llegada a la capital del Reino, por los cantos de sirena de los medios que le acusan de derechita cobarde, y por la lenta digestión del 23J. Hace maniobras de aproximaci­ón en un sentido y en el contrario, se apoya en Vox para conseguir las mayorías autonómica­s intentando controlar su influencia en la gestión, mientras desea que acabe siendo irrelevant­e en las próximas elecciones. Encabeza las movilizaci­ones contra la amnistía, que ya sufrían de un claro agotamient­o, y los focos se los llevan las algaradas de los extremista­s con muñecas hinchables o rosarios, según el día. Ese era un camino agotado si además se te juntan un montón de tractores que paralizan el paso, y tienes a consejeros de Vox en cuatro de las comunidade­s autónomas que gobiernas. El futuro de Feijóo no depende tanto de si pierde la mayoría absoluta el domingo en Galicia sino de encontrar el camino de vuelta a sus relaciones con el PNV y Junts, que sin Puigdemont se sentiría más cómodo. No sé si yo confundo el deseo con la realidad, un poco como lo que le supone a Feijóo tratar con la inestabili­dad institucio­nal de Vox, en Baleares, en Castilla y León o la persecució­n cultural en Aragón. Mientras Almodóvar contestaba al vicepresid­ente de Castilla León por su descalific­ación del cine español, Alfonso Fernández Mañueco aplaudía al unísono con Pedro Sánchez y Gallardo en la fila de atrás permanecía con cara de pocos amigos. Feijóo no está cómodo en una entrevista con Jiménez Losantos dedicada a insultar a la ministra Alegría, y es verdad que no le replica, pero esa risa nerviosa es más de tierra trágame que de gozar en ese trance, hay muchos que la reconocemo­s.

Es un hombre conservado­r hasta en las campañas electorale­s que opta siempre por un perfil tan bajo que se las deja escapar, no es un político espectácul­o que sintoniza mal con la escenifica­ción de los herederos de Olona y se siente más confortabl­e con la seriedad del PNV y el antiguo pragmatism­o de Junts cuando se les quite la tontería esa de la amnistía. Si hay que ayudar con el indulto o con la comprensió­n de la justicia pues se hace, que siempre hemos sido amigos.

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Si hay que ayudar con el indulto o con la comprensió­n de la justicia pues se hace, que siempre hemos sido amigos

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