‘Statu quo’ cuestionado
El foco de la violencia en Gaza ya no queda circunscrito solo a un marco territorial
TLa terrible situación que se está viviendo en la franja de Gaza parece ser un fiel reflejo de la incapacidad humana por aprender de los errores
odos bien conocen este enunciado, «el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra», como viva representación del ser humano incapaz de aprender de la experiencia así como señal de torpeza ante una misma situación ya experimentada. La terrible situación que se está viviendo en la franja de Gaza parece ser un fiel reflejo de la incapacidad humana por aprender de los errores cometidos; sin embargo esta permanente realidad de tensión, destrucción continuada en el tiempo desde el pasado mes de octubre puede llevarnos a pensar que esta especie de «Gran Piedra» que es el problema palestino y, en especial en estos momentos la situación gazatí –donde hay una abusiva reiteración en tropezar de manera permanente– puede que esté llegando a su final.
La realidad de Gaza que observamos día a día, con rehenes todavía en poder de Hamás, con un constante hilo de seres humanos muertos por el ejército de Israel, la absoluta destrucción (en todas las dimensiones humanas imaginables) ya no supone que quede el foco de violencia circunscrito a un marco territorial así como a una realidad sin resolver que de pronto otra vez regresa a la primera fila de los problemas de la agenda de seguridad de Oriente Próximo y Medio. Más bien se observa que este martilleo de dolor, destrucción, reforzamiento del ciclo de violencia en Gaza está impactando en el conjunto de los problemas de seguridad de esta área, en la activación de focos de enfrentamiento y en algo que me parece más importante como es el posible cuestionamiento del propio statu quo regional.
El statu quo se refiere a la situación actual de un momento determinado en un sistema o de un determinado momento histórico, en muy diferentes ámbitos de las interacciones humanas. Por ello sobre la base de esta simple definición cabe plantearse si la actual tensión en la Franja de Gaza puede ser el detonante del cuestionamiento de los diferentes equilibrios regionales y por tanto del propio statu quo existente en la región.
Dicho estatus, que alcanza su sentido sobre el juego de equilibrios entre Turquía, Irán y Rusia, sin ser óbice el enfrentamiento reexistente gional persa-saudí, problemas sin resolver con especial incidencia en el caso palestino pero sin olvidar la cuestión kurda, la existencia de actores no estatales que están respaldados por estados como es el ejemplo de Hezbolá, o los grupos que conforman la denominada Resistencia Islámica de Irak, Hamás, los movimientos del Califato Islámico en el área, el enfrentamiento regional entre Irán e Israel, los focos de conflicto en Yemen, Siria, sin olvidar los equilibrios de poder en el propio Irak, el desarrollo del programa nuclear iraní, la realidad de algunos estados en la compra de armamento como es el caso saudí, las situaciones internas de Líbano, Israel, Irán e Irak. Un complejo puzle regional donde los problemas se acumulan desde la llegada de los ayatolás al poder en Irán, con varias guerras del Golfo, la invasión de Irak y Afganistán, la ruptura del proceso para lograr un acuerdo en el programa nuclear iraní, el estallido de las primaveras árabes, así como la perturbación por la presencia del Califato Islámico, la puesta en marcha del acuerdo Abraham bajo la administración de Trump y el progresivo acercamiento de Marruecos, Egipto, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos a Israel que ha disparado todas las alarmas en Irán.
Esta es gran parte de la realidad que amalgama el statu quo –surgido tras la Primera Guerra Mundial–, y en el que el propio hecho de su existencia viene justificado por los beneficios que todos los protagonistas consiguen frente a sus pérdidas, pero la realidad del estallido de la violencia en Gaza desde octubre del año pasado ha provocado focos de tensión en Pakistán, Irán, intentos de bloqueo del comercio marítimo por parte de los hutís, ataques a posiciones de EEUU y de fuerzas proiraníes en Siria, Irak, así como en zonas kurdas de este espacio regional, sin olvidar el nivel de tensión en la frontera norte de Israel con Líbano, acumulados en un corto periodo de tiempo.
En consecuencia, planteo las siguientes preguntas si la cuestión de Gaza supera con mucho ser simplemente una repetitiva tensión geopolítica muy localizada temporal y territorialmente: ¿Van a asumir los actores que sustentan este statu quo un conflicto directo en el área? ¿Tienen miedo a perder los actuales beneficios geopolíticos frente a un incierto nuevo escenario regional que pueda surgir de los resultados de un enfrentamiento generalizado? ¿Cómo van a asumir sus sociedades los costes del enfrentamiento? ¿Pueden otros actores secundarios en el actual status, tener la oportunidad de alcanzar sus logros geopolíticos con la modificación de la actual situación geopolítica?
Por ahora, los ataques que EEUU está realizando en la región son muy delimitados y la reacción de Irán en algunos casos ha sido desmarcarse y presionar a algunas organizaciones proiraníes en la zona pidiendo contención. Es mucho lo que se juegan ante un profundo cambio de la actual realidad para el que posiblemente algunos de los actores no estén preparados ni sean capaces de adaptarse de manera ágil. La abrupta aparición del Califato Islámico que estuvo a punto de provocar una alteración profunda del statu quo fue una señal de advertencia para todos los actores del mismo; ahora las repercusiones que está alcanzando en el conjunto del área regional debiera provocar una honda reflexión de los problemas existentes en el área, y sobre todo alcanzar un esperado cese del ciclo de violencia en la franja de Gaza, sobre todo porque en noviembre hay elecciones en EEUU, y no resulta de muy buen gusto repetir de candidato a la presidencia de los Estados Unidos llevando en las alforjas la inestabilidad de esta área.
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