Galicia es lo de menos
Durante un largo periodo de tiempo, el comportamiento del electorado catalán fue metódico: invariablemente, el PSC-PSOE ganaba las elecciones generales, y también de forma sistemática Convergéncia i Unió vencía en las elecciones autonómicas. Aquella pauta sofisticada daba visibilidad al rigor de los electores en el ejercicio de su responsabilidad, ya que eran perfectamente capaces de mantener una posición compleja que, a juicio de la mayoría, favorecía mejor sus intereses en las diversas instituciones. Eso significa que una gran parte de los ciudadanos no ve con buenos ojos que los partidos exhiban propuestas y problemas de rango estatal en las campañas electorales autonómicas, de la misma manera que no gusta de que se aireen asuntos regionales en las elecciones generales. O sea que los gallegos deben estar irritados por la marcha de la campaña que desembocará en las elecciones del domingo. Durante esa campaña que ya declina, los grandes debates han versado sobre las relaciones del PP con Junts, sobre la amnistía y los indultos, sobre la repercusión que los resultados en Galicia tendrá sobre la estabilidad del gobierno estatal y las opciones del PP. La economía gallega, sus problemas derivados de la excentricidad y los déficit históricos, las ideas de futuro para el desarrollo de la comunidad han estado ausentes. Galicia es lo de menos. Ello abre grandes incógnitas porque no hay modo de saber a priori cómo reaccionará la región, la nacionalidad, ante semejante falta de respeto.
En esta campaña los debates han versado sobre las relaciones del PP con Junts