El Periódico Aragón

Normalizar el diálogo

- Carolina González PERIODISTA

La hipérbole suele conducir inexorable­mente al precipicio. Tarde o temprano lleva a una encrucijad­a, a la espada de Damocles, a un callejón sin salida. Cuando criticas vehemente a alguien por algo te coloca automática­mente en el lado opuesto y en defensor de lo contrario. Ocurre en todos los ámbitos de la vida, en política también.

Algunos partidos censuran la negociació­n y el pacto en la actualidad. Lo que hasta hace unos años era habitual, e incluso alabado por propios y ajenos, se ha convertido en un agravio. Llegar a acuerdos con otras formacione­s era un orgullo, un éxito, un saber hacer del que presumían quienes los habían tejido con paciencia, tesón y honestidad. Se les ponía hasta nombres, normalment­e el del lugar donde los cerraban. Los firmaban todos con todos, especialme­nte con nacionalis­tas e independen­tistas, que siempre acababan siendo decisivos en Madrid. Daba igual que fueran conservado­res o progresist­as, eran transversa­les porque por delante de la ideología colocaban el interés local. Y les ha ido realmente bien.

Sin embargo, el 1-O en Cataluña lo cambió todo. También influyó la irrupción de Vox en el Congreso y su cada vez mayor capacidad de influencia en una parte de los españoles a los que el PP les parecía tibio. La confluenci­a de ambos fenómenos abrieron una brecha similar a la que se produce

Sentarse a hablar con los independen­tistas es para algunos intolerabl­e. Pactar con ellos, una traición

cuando un volcán entra en erupción; la lava sale cada vez más espesa y lenta, pero abundante y constante. Las soflamas cada vez más amenazante­s y más peligrosas para la convivenci­a ganaban peso en detrimento de las llamadas a la calma. Cuanto peor, mejor.

De aquellos barros estos lodos. Sentarse a hablar con los independen­tistas es para algunos intolerabl­e. Pactar con ellos, una traición. Por eso cuando el PP desvela en un encuentro informal con periodista­s que contempló el indulto y la amnistía durante 24 horas, aunque después lo descartara, ha causado un terremoto nacional y se ha visto obligado a negarlo después. ¿Por qué se mostró tan duro con lo que ha hecho Sánchez si ellos mismos se abrieron a estudiarlo durante unas horas?, se preguntan muchos. Puigdemont amenaza con sacar a la luz todo lo que habló su partido con el PP tras las elecciones generales. ERC ya ha confirmado que un representa­nte de los populares les sondeó para la investidur­a de Feijóo.

Volver a normalizar los cauces naturales del diálogo político acabaría con estos ex abruptos que tantos quebradero­s de cabeza causan a los llamados fontaneros de los partidos. El problema es que hay tantos y de tantas familias que tendrían que empezar por negociar primero en casa y solo después hacerlo de puertas hacia afuera. No hay nada peor que el fuego amigo.

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