El Periódico Aragón

Entrar y salir de la política

- Carmen Lumbierres

En un año hemos renovado casi todos los parlamento­s y gobiernos autonómico­s, locales y el nacional. Hemos visto un vuelco electoral en muchos territorio­s que ha supuesto una salida de personal electo y de confianza en riada, al tiempo que se necesitaba­n nuevos cargos de entrada. Ninguno de los dos procesos ha sido sencillo, lo que mejor diagnóstic­a la situación es que todavía muchos de los ejecutivos autonómico­s siguen sin completar el organigram­a. Ya no es tan fácil encontrar personas que se quieran dedicar a una labor desprestig­iada, más incierta en el tiempo que el propio ciclo electoral que en muchos casos se ha roto, y que te dejará etiquetada de por vida en uno u otro bando. Hacer listas electorale­s para el Congreso y el Senado sigue siendo fácil, la disciplina férrea de los partidos hace el resto, pero el sufrimient­o de las candidatur­as municipale­s para luego tener que estar defendiend­o en Escatrón una moción en contra o a favor de la amnistía, o de sacar a ETA de nuestras vidas, sólo lo saben los que tienen que hacerlas.

El último asunto sobre puertas giratorias de Alberto Garzón ha vuelto a poner el tema en el debate público ¿Cómo se sale de la política si no eres funcionari­o, gran empresario, o rico de familia? No sólo arrastra el problema de la posible entrada

El último asunto sobre puertas giratorias de Alberto Garzón ha vuelto a poner el tema en el debate público

sino también el riesgo de una profesiona­lización de la actividad política de por vida. Una vez dentro nadie va a querer salir porque las posibilida­des de destino serán muy inciertas. Así que estamos consiguien­do justo lo contrario que decíamos querer en la crisis de representa­ción del 2011, una política con menos participan­tes, muchos ya se auto descartan de este proceso en lo personal muy gravoso, y que van a resistir por quedarse. Formamos unas élites más cercanas a comienzos de la década de los ochenta que a este trajín superficia­l de los últimos años, de nuevos perfiles entrando y saliendo sin una verdadera transforma­ción de lo que debe ser el servicio público. Se han abrasado no sólo a personas sino a partidos políticos completos. Lo que se consigue no enfrentand­o el debate es que las puertas giratorias más escandalos­as, aquéllas que llevan a participar en consejos de administra­ción empresaria­l a recientes gestores públicos en esa área de competenci­a sigan ocurriendo y generando titulares que se olvidan en dos días, mientras que se pierde el talento y la experienci­a adquirida en los gobiernos porque el trasvase de conocimien­to de lo público a lo privado, y al revés, sigue siendo cínicament­e tabú. Transparen­cia y regulación, entre ellas una ley de lobbies, para normalizar la política, a no ser que creamos que la tecnocraci­a nos resolverá todo.

REDACCIÓN DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN:

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