Los vecinos de La Jota denuncian el «abandono» del parque del Royo
La asociación del barrio manifiesta que los déficits afectan a jóvenes y mayores Reclaman al Ayuntamiento de Zaragoza mejoras de seguridad y estéticas
« Este parque lleva 25 años abandonado». Así de contundente se muestra Juan Antonio Andrés, presidente de la asociación vecinal de La Jota, al referirse a uno de los lugares más icónicos y significativos del barrio: el parque del Royo. Según denuncian los vecinos, lo que debería ser un lugar de encuentro para jóvenes y mayores del distrito del Rabal presenta una serie de deficiencias que el Ayuntamiento de Zaragoza no termina de subsanar, pese a «pequeños lavados de cara» motivados por eventualidades concretas, como la celebración del Festival Asalto en el barrio el pasado año.
Entonces, ante la inminente llegada del reconocido festival de arte urbano a La Jota, el consistorio realizó algunas actuaciones que Andrés asegura que eran «muy urgentes», como la reparación de arquetas en las que «hasta se veían los cables» o el pintado de algunos bancos, aunque el representante vecinal asegura que «siguen faltando una decena».
En cualquier caso, Andrés explica algunas de las principales carencias de este parque, como «la ausencia de una canasta en la media pista de baloncesto» o los problemas que presenta la zona de juegos infantiles. «El suelo es de arena, y hace unos años pedimos que lo cambiaran por uno de goma. Desde el ayuntamiento nos dijeron que era peor, porque la suciedad de las palomas se incrustaba en ella y podía provocar enfermedades, aunque no vienen a limpiarla», asevera. Asimismo, Andrés afirma que hace un par de meses se retiraron los columpios, porque tenían soportes de madera ya anticuados, pero «todavía no se han repuesto». Además, los vecinos se quejan del escaso vallado que rodea esa zona infantil, teniendo en cuenta que el parque es una zona de suelta de perros, por lo que, en términos del presidente de la asociación vecinal, «siempre aparecen regalitos».
Pero no son los más pequeños los únicos afectados por el mal estado del parque, sino que su deterioro alcanza también a los grupos de más edad. Y es que Andrés prosigue su denuncia argumentando que, debido a un desnivel, «los mayores tienen que jugar a la petanca fuera de la pista, porque hay una parte que queda sin alumbrar».
Con todo, no es solo en la parte práctica donde los vecinos del distrito del Rabal muestran su descontento, sino que el propio cuidado estético del parque, dicen, deja mucho que desear. Por ejemplo, Juan Antonio Andrés incide en el hecho de que no hay fuentes, lo que unido a la falta de caminos –más allá del corredor central– hace que el aspecto del parque no sea el mejor.
Por otra parte, pero también relacionado con la seguridad y la estética, el arbolado es otro de los puntos de queja de los vecinos del entorno. «Cuando se rehizo el parque hace unos años, se pusieron unos chopos que se han ido muriendo, por lo que hay un constante desprendimiento de sus copas», subraya Andrés. Una coyuntura que se ve agravada en los días de cierzo, cuando la caída de ramas se convierte en algo demasiado habitual, ya que el acceso al parque consta de una «arbolada gigantesca», circunstancia que también sufren los cipreses.
El descontento generalizado de los vecinos, además, se hace extensible a otros parques de la zona, como el de Valmaseda, entre Manuel Viola y Pablo Runa. «Los vecinos directamente ni se acuerdan de él», señala Andrés de forma irónica, ya que explica que «en la web municipal tan solo aparece como un lugar de suelta de perros». Sea como fuere, la asociación vecinal de La Jota concluye, por boca de su presidente, que además de subsanar los déficits citados es necesario «algo más que el mantenimiento mínimo actual, y no solo cuando viene el Asalto». «Parques y Jardines deberían pasar todos los días, sería lo normal», sentencia Andrés.