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La sesión de control al Gobierno no deja muchos titulares pero recupera la habitual tensión entre el Ejecutivo y la oposición Las preguntas al presidente sobre el sector primario y la política nacional encienden el debate
El regreso de Jorge Azcón al pleno de las Cortes trajo de vuelta el mejor escenario posible para el presidente: duelos directos con los portavoces de la oposición y una alta tensión que se replicó en la Junta de Portavoces, alterando la jornada de todos los presentes.
El presidente se volvió a enfundar el mono de obra en la segunda parte del pleno, tras vestir con menos acierto el atuendo presidencial en la primera jornada. El novedoso anuncio de la ley de atracción para atar empresas y la oficina que se encargará de implementarla caló en la primera sesión, pero no en el propio líder del Ejecutivo, que sigue viéndose más suelto en el cara a cara que cuando representa por completo el sillón principal del Pignatelli.
El día 2 del pleno ya había olvidado la buena nueva de Azcón, preguntado por la oposición hasta en cuatro ocasiones, dos centradas en el sector primario y otras dos sobre actualidad más general.
Respecto al campo aragonés, Azcón enarboló una vez más los presupuestos como medida para acabar, dentro de su responsabilidad, con los males del medio rural. El presidente reivindicó «los sustanciales aumentos» en las cuentas autonómicas, añadiendo que Agricultura es «la consejería en la que se ha hecho un mayor esfuerzo». Entre la ayuda a la incorporación o esos créditos blandos que insiste en vender como ayudas directas, el primer espada de la DGA hizo todo lo posible por diluir a la oposición.
Encabezada por Mayte Pérez, del PSOE, la izquierda pinchó a Azcón con la pérdida de credibilidad, campaña electoral en mano. «Lo primero que voy a hacer es un plan de medidas más allá de la PAC y de los créditos blandos», citó Pérez de un mitin del popular, al
echó en cara depender de «los derechos históricos de Lambán, que le ha dejado el trabajo hecho en cada uno de los departamentos».
La pregunta de Tomás Guitarte, como la del PSOE, se centró también en el sector primario pero la postura siempre constructiva de Teruel Existe dejó en tierra de nadie la propuesta de un etiquetado propio y el apoyo desde la DGA a los productos aragoneses. Azcón tomó el guante, volvió a sacar la tabla de las cuentas y reivindicó lo hecho hasta ahora, sin anunciar lo que se puede llegar a hacer. Aprovechó el presidente también para volver a dañar al PSOE y dejar a Teruel Existe en ese lugar intermedio del que no consigue salir.
Intentó José Luis Soro, de CHA, añadir algo de picante al debate preguntando a Azcón por esa expresión de «derechita autonomista» utilizada por Santiago Abascal para referirse al PP contrario al trasvase: «Abascal se permite darle órdenes y usted se traga el trasvasismo de Vox o su negación de la violencia machista y del cambio climático».
Por la tangente salió Azcón, asegurando su oposición al trasvase del Ebro y exigiendo que Jorge Pueyo, diputado de Sumar Aragón, fuese igual de contundente como la posición del Ejecutivo aragonés. «Algún día va a pedir la afiliación al PSOE», advirtió el presidente a Soro, que certificó «las discrepancias» con su socio de Goque bierno y argumentó la firme postura del Ejecutivo ante el trasvase, del que se defenderá con «todas las armas sociales, jurídicas y económicas». Aplausos en la bancada popular y en el Gobierno, aunque Alejandro Nolasco mantuvo las manos quietas. Cada uno con lo suyo.
El último en mantener conversación con Azcón fue el diputado de Podemos Andoni Corrales, que preguntó por la mejora de la vida de los aragoneses y acabó avivando esa tensión que desde hace semanas se vive entre PP y Vox dentro del Pignatelli. El podemista le exigió al presidente una mayor presencia en Aragón, «porque cuando el gato no está, los ratones bailan», y se agarró a otro eslogan de los conservadores para advertir a Azcón de la crisis que atraviesa el campo: «Entre que a Ayuso le gusta la fruta y que usted está a por uvas, van a arreglar todo el sector agrario». En la macedonia de ayer también se habló de «piña colada», en palabras de Mayte Pérez, por ese viaje del presidente hasta Puerto Rico.
Criticó el presidente «el seguidismo» que la formación morada hizo del PSOE, a su parecer, y espetó que «muchos de los problemas para los que nos exigen soluciones los han generado ustedes». No le gustó tampoco al presidente que su papel como barón popular fuese utilizado en su contra por la oposición. «No me voy a ir, no soy como la señora Alegría, soy el presidente de Aragón y me pienso quedar en Aragón», cerró su intervención el líder del Ejecutivo, más autonomista que nunca, por alusiones, desde su llegada al Gobierno.
El líder del Ejecutivo resistió el empuje de la oposición, que buscó la fractura en las dudas internas