El Periódico Aragón

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El músico y cantante barcelonés actúa esta noche en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza

- RUBÉN LÓPEZ ZARAGOZA

Tras la gira de teatros del año pasado, Manolo García inicia este sábado en Zaragoza un tour por grandes recintos que le llevará a las principale­s ciudades del país. El músico y cantante barcelonés desembarca a partir de las 21.30 horas en el pabellón Príncipe Felipe para presentar el disco doble que publicó en 2022 (Mi vida en Marte–Desatinos desplumado­s) y revisitar sus temas más conocidos, incluyendo algunos de El Último de la Fila. El cantautor vuelve a Zaragoza con casi todas las entradas vendidas después del concierto que ofreció en el mismo escenario en los Pilares de 2022.

–¿Cómo será el concierto del Príncipe Felipe?

–En estas primeras fechas de la gira hemos planteado un concierto todavía con público sentado y ya a partir de abril con la gente de pie. La propuesta es una especie de mezcla, porque habrá una parte más tranquila y otra eléctrica bastante potente. La verdad es que me hace mucha ilusión empezar en Zaragoza porque es una ciudad que siempre me ha acogido con los brazos abiertos y el público es increíble.

–¿Cada vez es más complicado hacer el ‘setlist’?

–Pues sí, porque ya son muchas canciones a las que tengo cariño. Al final, lo que vamos a hacer es tocar unas ocho canciones del último disco doble y luego ya temas de los anteriores. Soy consciente de que el público quiere oír según qué canciones. Lo entiendo y me parece bonito que se agarren a ellas y les hagan compañía. De hecho, también haremos un repaso a algunos de los temas más emblemátic­os de El Último de la Fila y tocaremos unos cinco o seis.

–¿Le cansa tocar sus grandes éxitos?

–Para nada. Además, tengo bastante capacidad para reciclarme y suelo reinventar esos temas metiendo un riff o una parte nueva. Me da ese punto de divertimen­to, aunque la esencia se mantiene para que la gente pueda cantar a modo de karaoke. Llevo cantando A San Fernando más de 20 años, pero en cada gira la hacemos diferente. Nunca me ha pasado eso de sentir

hastío por una canción, de cogerle paquete.

–En 2022 publicó un disco doble con más de 25 temas. Aprovechó bien la pandemia...

–Sí, no había mucho más que hacer, así que estuve especialme­nte trabajador. Encender la grabadora y los cacharros y empezar a tocar es una forma magnífica de llenar los días. Salió un disco doble pero podría haber hecho uno triple perfectame­nte.

–‘Mi vida en Marte’ es un álbum de pop-rock eléctrico y ‘Desatinos desplumado­s’ es más pausado y aflamencad­o. ¿Quería trasladar sus dos miradas de la música?

–Sí, en mí hay una parte anglosajon­a con la que crecí como músico, aunque de joven también descubrí ese rock peninsular con Los Brincos y su pop de raíz anglosajon­a pero que sonaba muy pegado a la tierra. Eso lo sublimaron después Los Modulos y luego Triana. De hecho, esas son las tres patas donde yo apoyo mi humilde partitura. Me flipaban las melodías y ese halo romántico de Jesús de la Rosa o la forma de cantar de Pepe Robles haciendo esos semitonos. Me parecía muy bonito lo que hacían. Este Desatinos desplumado­s es mi humilde homenaje a esas bandas que fueron una escuela para mí.

–Y en estos últimos años, ¿tiende más hacia lo ‘peninsular’ o hacia lo anglosajón?

–Yo soy muy ecléctico y me gustan

muchos estilos. Escucho músicas del mundo, flamenco, y también Wilco, Green Day o The Killers. Yo fui un pequeño mono que asistió asombrado al nacimiento de la música popular y del rock. Cuando escuché a los Beatles por primera vez me quedé alucinado, pero también cuando escuché a los Eegles, Pink FLoyd, Lole y Manuel o Camarón.

–Es hijo de albaceteño­s y creció en un barrio humilde de Barcelona donde la mayoría eran andaluces. ¿Cómo se fraguó su amor por la música en ese entorno?

–Yo nací en una época en la que había una radio en cada 20 casas y escuchar una canción era como un pepinazo en el centro del pecho. De lo primero que escuché en el corralón donde vivía fue a Antonio Molina. Esas primeras canciones me provocaban como turbulenci­as en el estómago. Luego descubrí el rock and roll y ahí ya me entró el veneno. Recuerdo que le pedía unos palos a un vecino carpintero y me ponía a tocar con un bote de detergente. Y poco a poco me fui dando cuenta de que tenía ritmo y que incluso afinaba.

–¿Cuándo empezó a formarse musicalmen­te?

«Los Brincos, Los Módulos y Triana son las tres patas donde apoyo mi humilde partitura»

–Empecé a los 14 con la batería y luego hice un curso de solfeo. El profesor me dijo que siguiera porque me veía maneras, pero tantas horas de clase no me acababan de entusiasma­r. Ahí no había jarana, ni chicas, ni juerga con los amiguetes. Dejé las clases y me puse a tocar con los grupetes del barrio.

–¿En esos años ya soñaba con dedicarse a la música de manera profesiona­l?

–No, yo nunca pensaba en eso de tener éxito y ser famoso como les sucede ahora a muchos jóvenes. Lo importante era pasarlo bien. Nunca imaginé que me ganaría la vida como músico ni que me haría famoso. Empecé tocando con grupos anónimos por muchos pueblos. Te ganabas un dinerete y el lunes a currar en otra cosa. Era un pasatiempo, un hobby que

nunca pensé que acabaría así. Recuerdo que mi padre siempre me decía que para ser artista había que tener padrinos...

–¿Esos orígenes humildes determinar­on su modo de ver el mundo? Su forma de ser artista dista mucho de las estridenci­as de algunas estrellas...

–Bueno, me considero un mero músico popular que solo pretende endulzar un poco la vida a los demás, porque el arte nos humaniza y nos aleja de esa sensación de angustia del día a día. Intento aportar ese lado dulce de la vida porque ya hay muchos que aportan cosas muy duras. Gaza, Ucrania, el drama de las pateras... hay padecimien­to y penuria por todos los lados. ¿De qué han servido 20 siglos de civilizaci­ón judeocrist­iana? De nada, seguimos igual de borricos.

–¿De ahí el título de ‘Mi vida en Marte’? ¿Cada vez se siente más ajeno en este mundo?

–Yo me autodenomi­no como un escéptico participat­ivo. A lo largo de la historia, el hombre se ha comportado de una manera

«Solo soy un músico popular que pretende endulzar la vida a los demás»

brutal con el entorno y el resto de los seres vivos. Somos un disparate como especie.

–El año pasado regrabó y publicó 24 canciones de El Último de la Fila junto a Quimi Portet, la otra mitad del grupo. ¿Ese reencuentr­o podría ir más allá?

–No, el escenario de un posible regreso no se contempla. Ha sido algo puntual. No va a haber gira ni nuevas canciones. Quimi y yo llevamos una vida tranquila y no tenemos necesidad acuciante de nada. Él hace sus conciertos y sus discos y yo los míos. Somos muy buenos amigos. Imposible no hay nada, pero en ningún momento se nos ha pasado por la cabeza.

–¿Divisa un nuevo disco en solitario?

–No, cuando estoy en la gira tengo toda la energía puesta en los ensayos y los conciertos. La poca que me queda la dedico a pintar y dibujar. De música ya voy servido (risas).

 ?? MIGUEL ÁNGEL GRACIA ?? Manolo García (Barcelona, 1955) en el último concierto que ofreció en Zaragoza, en las Fiestas del Pilar de 2022.
MIGUEL ÁNGEL GRACIA Manolo García (Barcelona, 1955) en el último concierto que ofreció en Zaragoza, en las Fiestas del Pilar de 2022.

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