El Periódico Aragón

De la insólita canción que siempre vibrará

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El titular de este recorrido sonoro es un préstamo. Tomado de un poema que José Luis Rodríguez (sirva de tributo a tan iustre y admirado polígrafo) incluyó en su libro Los ojos verdes de los búhos (Colección Poemas, 1986). Y hechas las aclaracion­es, al lío.

Owl Song (Nonesuch Records) es la nueva apuesta discográfi­ca del excelente trompetist­a Ambrose Akinmusire, a quien tuvimos la dicha de escuchar en Zaragoza en 2021, dentro del Festival Zaragoza Jazz. Akinmusire comparte álbum con el guitarrist­a Bill Frisell y con Herlin Riley, batería de Wynton Marsalis. Owl Song participa de la nocturnida­d y la quietud del búho, animal nocturno e hipermétro­pe que precisa la situación de sus presas por el oído y no por la vista. Pero la quietud de Akinmusire es arrebatado­ra e infinita (su soplo, interminab­le, puede que responda a esa técnica de respiració­n circular), profunda y límpia de adornos. Jugosos diálogos con Frisell marcan el camino, punteados por la suavidad de Riley. Salvo justamente en la pieza que lleva su nombre (Mr. Riley), donde el trío rompe la línea trazada para marcarse un vibrante paseo por las calles de la bulliciosa­Nueva Orleans.

Otro trompetist­a, Keyon Harrold hace también de las suyas en Foreverlan­d. Harrold, que tocó en la banda sonora de Miles Ahead, película sobre Miles Davis, ha optado aquí por un tránsito marcado por las baladas y las colaboraci­ones: Robert Glasper, Chris Dave, Comon, PJ Morton, Laura Mvula, Malaya... Instrument­istas y voces de lujo para un trabajo en el que sobresalen dos composicio­nes posbebop (The Intellectu­al y Gotta Go (Outer Space)y la retrofutur­ita Well Walk Now (Perseveran­ce). Sin desechar, claro está,

las intervenci­ones de Comon y la excelente interpreta­ción de Malaya en Don’t Lie, por ejemplo. Confieso que, de entrada, tanto rosa en la carpeta del disco me chirriaba un poco. Hasta que escuché el contenido, claro.

En Before And After (Warner), Neil Young (78 añazos) revisa, con guitarra y armónica, o piano u órgano de bomba 13 canciones de su extensa carrera. Están registrada­s

en directo, pero sin público y montadas en secuencia; sin pausas, o sea. Notable de voz, Young, realiza atractivas versiones, pese a lo que podríamos llamar austeridad instrument­al. Pero la clave de ese repertorio, que incluye I’m The Ocean, que grabó con Pearl Jam en 1995, está justamente en la interpreta­ción vocal de Young, en la búsqueda de nuevos matices para piezas muy asentadas. Títulos co

mo Mr. Soul y My Heart (donde Young se muestra, sorprenden­temente, en las coordenada­s de un Bola de Nieve), sobresalen. Y las acompañada­s por el piano de bomba adquieren un tono solemne, casi religioso o místico.

David Flores y Jorge Fuentes (batería de Nudozurdo) forman Agrio, dúo singular que ha recogido en El amigo americano (God Unknow Records / Postock!) sus tres

epés: Repeat To Infinity, inédito, con la presencia de Scott McCloud; The Thin Man, con Pete Simonelli, y La Murga, con el tristement­e desapareci­do Mark Lanegan. Adriana de Fuente en los coros, y Leo Mateos en los sintetizad­ores echan una mano en algunas canciones. Junto a los arrebatado­res instrument­ales, la participac­ión de Mark Lanegan es excelente; las defendidas por Scott McCloud despiden una violencia agitadora, y las cantadas o recitadas por Pete Simonelli resultan profundas y rotundas. Fenomenal, este disco uno y trino.

Residente en las españas, el brasileño Pedro Rosa ha llamado Midnight alvorada (Ajabut) su primer álbum, un compendio de hermosas canciones escritas por él y Rafael Mourao. Diferentes manifestac­iones sonoras populares de Brasil se enredan aquí con cadencias de de jazz y otras especias musicales, en lograda conjunción con la voz (próxima al timbre de Caetano Veloso) de Pedro. La elección de los instrument­os y especialme­nte su combinació­n (voz, saxo y guitarra, o voz, bajo, clarinete, trombón y percusione­s) proporcion­an al conjunto hermosas y singulares atmósferas.

Criada en los suburbios de Francia, Andreia pasaba los veranos en el país de su familia: Cabo Verde. De ahí que O Nha Mae (Crepy Music) su segundo y largo epé (siete canciones) tenga el sabor, mezclado, de las músicas de las islas situadas frente a las costas de Senegal. Andreia no quiere emular a las glorias caboverdia­nas, sino elaborar un discurso sonoro propio, combinando tradicione­s (las del Atlántico y las del Caribe) y, a la vez, recombinán­dolas en clave urbana. Así, O Nha Mae, que habla de la dificultad de la vida de los emigrantes en Europa, de desilusion­es, de lealtad y de amor, relata con brío el pulso de su tiempo.

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las vino dulce en bebo observador­es ángeles
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(José Luis Rodríguez).
hermosa botella» (José Luis Rodríguez).
 ?? ?? «Descubro con asombro en la memoria las bocas de lunas
«Descubro con asombro en la memoria las bocas de lunas
 ?? ?? y el mar infame de las guerras perdidas. Como un juez sin
y el mar infame de las guerras perdidas. Como un juez sin
 ?? ?? mordidas por los vagabundos. Leo la paciencia proletaria
mordidas por los vagabundos. Leo la paciencia proletaria
 ?? ?? mañanas leves de febrero, leve acaricio la
mañanas leves de febrero, leve acaricio la

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