El Periódico Aragón

A ningún lado

Los resultados, con 14 puntos de 33 con Velázquez, y los argumentos solo llevan al Zaragoza a otra mediocre temporada

- ANDREEA VORNICU S. VALERO ZARAGOZA

El batacazo ante el Cartagena no solo fue un golpe de realidad para este Zaragoza de Julio Velázquez sino que dejó muy claro que el sendero que recorre el conjunto zaragocist­a en esta temporada tan irregular y repleta de giros e inconvenie­ntes que van surgiendo camina más hacia la mediocrida­d que a otra cosa. No le lleva a ningún lado, bueno, sí, a su duodécima campaña en la categoría de plata la que cumplirá en la 24-25 si no media una tremenda reacción y ya inexcusabl­e en los próximos partidos. Ni el ritmo de puntuación con Velázquez, 14 puntos de 33 posibles y solo tres triunfos en 11 citas, ni las sensacione­s globales de su fútbol, donde el plan habitual es jugar a esperar el error del rival y el juego asociativo brilla casi siempre por su ausencia, invitan a esperar otra cosa en las 15 jornadas que restan.

Es verdad que el calendario, la visita al Villarreal B y el paso por La Romareda del colista Amorebieta, dos rivales de la zona baja que pueden ser un buen bálsamo, también por su forma de jugar, le induce a una última oportunida­d, a un tren postrero que llegue tras enlazar esos dos triunfos seguidos (algo que no logra desde el inicio de Liga), pero lo visto hasta el momento, la terrible irregulari­dad y mediocrida­d de este Zaragoza, conducen más a pensar en castillos en el aire que en realidades más tangibles.

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LOS NÚMEROS El tiempo dirá, y lo hará pronto, si el Zaragoza agarra esa vía final, pero hasta el momento Velázquez solo ha logrado frenar la tremenda caída que vivía el equipo en la última etapa con Escribá. Con el entrenador pucelano, el balance es de tres triunfos, todos en La Romareda, asaltada por primera vez con él a los mandos por el Cartagena, cinco empates y tres derrotas, el 42% de los puntos. Escribá se marchó con 22 de 48 posibles, casi el 46%, si bien 15 de ellos llegaron en las primeras cinco jornadas, con pleno de triunfos. De ese granero vive el Zaragoza, que en las 22 siguientes citas solo ha sido capaz de ganar en 4 y de conseguir 21 puntos, una dinámica de descenso inapelable.

Más allá de la reacción tras el parón, esos dos triunfos en casa ante el Andorra y el Sporting combinados con los empates en Elda y Alcorcón, una perfecta media inglesa que hizo aumentar las esperanzas de enganchars­e al tren del retorno a Primera, el objetivo que trazó Jorge Mas de forma entusiasta y que siguieron en el club con menos convicción en sus palabras, el Zaragoza ofrece poca cosa para confiar en él. Velázquez echó cemento a su equipo tras la primera derrota en Albacete y lo parape

tó en una zaga con tres centrales y dos carrileros, poblando además la medular. El plan cortó la sangría, pero ya se ha revelado insuficien­te. En Éibar o ante el Cartagena ya lo tuvo que tocar al descanso, lo mismo que en Alcorcón, es decir en tres de los últimos cuatro partidos, una señal evidente.

El Zaragoza ganó al Andorra y al Sporting al aprovechar sus errores y al Leganés haciéndole el partido incómodo, pero cuando tiene que proponer, aunque sea contra diez como el Cartagena, sufre una barbaridad con ese dibujo, o estructura como le quiere llamar Velázquez. El problema se agrava si el rival, lejos de equivocars­e, acierta pronto, como el Eibar o el Cartagena, que se adelantaro­n en el primer cuarto de hora, para que el Zaragoza ya no pueda disimular las vergüenzas de su pobre fútbol en estático, de su lentitud y falta de despliegue físico, de su incapacida­d en el desborde y en el uno contra uno, la escasa profundida­d de sus bandas… Carencias que no se cicatrizar­on en enero, cuando se percibían, aunque en algún caso fuera la mala suerte en forma de lesión (Guti) la que lo evitó.

El equipo, a pesar del déficit de sus delanteros, ha encontrado caminos para el gol, 12 tantos en 11 partidos con Velázquez, pero empieza

El ascenso, o la promoción, es una quimera con la capacidad actual

Villarreal B y ‘Amore’ pueden suponer un último tren en el que es muy difícil creer

a ser muy endeble por alto, con cuatro de los últimos cinco encajados de cabeza, de Brugui (Levante), Soberón (Eldense), Bautista (Eibar) y Poveda (Cartagena), lo que habla mal de esa defensa con tres centrales. Y Badía ya ha salvado alguno más, como el de Scheidler (Andorra), puesto que el Zaragoza no tiene más sensación de colapso gracias a la llegada del meta en enero. Además, los rivales ya le han tomado la medida y las espaldas de los dos carrileros, en el espacio entre una banda y la zaga, son las zonas que buscan.

Las matemática­s, en todo caso, no engañan. El Zaragoza, con 36 puntos y 9 victorias en 27 citas, necesita ganar al menos otros tantos encuentros de 15 que restan. El playoff le exige más del 60 % de los puntos y el ascenso directo andar cerca del 75 %. Son cifras de una reacción gigantesca de la que este Zaragoza ciclotímic­o y de escasos argumentos no parece capaz. Así, su caminar va... a ningún lado.

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Sergi Enrich se lamenta tras el gol encajado por el Zaragoza ante el Cartagena que suponía el 1-2.

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