El Periódico Aragón

Bakis, Enrich, Vallejo, Azón y el chasco de la delantera

- Sergio Pérez REDACTOR JEFE DE DEPORTES DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN Alejandro Francés.

SLa que en verano fue celebrada como una delantera de postín no está dando la talla

inan Bakis, doce goles. Sergi Enrich, siete. Manu Vallejo, cuatro. Iván Azón, tres. Víctor Mollejo, otros tres. Juan Carlos Cordero reunió el pasado verano un grupo de delanteros que había anotado 29 tantos en sus respectivo­s equipos en la temporada precedente, en diferentes roles y atravesand­o distintas situacione­s: como jugadores principale­s, hombres de apoyo y alguna lesión mediante. 29 goles a los que sumar los ocho que hizo Maikel Mesa en el Albacete en su papel de llegador o los dos más esporádico­s de Germán Valera en el Andorra. En total, 39.

Cuando configurar­on el ataque, que sufrió una profundísi­ma revolución, los responsabl­es ejecutivos del Real Zaragoza siempre fueron consciente­s de que en la plantilla no iba a haber un hombre gol que acaparase una cantidad importante de tantos. Por ello intentaron cubrir ese vacío, nacido en la misma fase de gestación del equipo, por acumulació­n de piezas: que entre todos hicieran el número suficiente que necesita un aspirante para serlo en la realidad, no solamente sobre aquel papel con aparentes nombres de oro para la actual Segunda División.

Ese papel que el verano pasado aguantaba sin ninguna duda las elecciones de Cordero está hoy totalmente mojado. Salvo que en las últimas 15 jornadas de Liga el paisaje cambie por completo, algo que se podría dar por sentado que no ocurriría en cualquier área profesiona­l salvo en el fútbol, donde lo imposible es posible, la configurac­ión de la delantera va camino de ser el gran chasco de la temporada 2023-2024.

Entre Bakis, Azón, Enrich y Vallejo suman cuatro goles. El Real Zaragoza lleva 28 en 27 jornadas, un ritmo anotador bajo. Cayó en ese foso desde el inicio de Liga y no ha sabido salir. O no ha podido. Contra el Cartagena este pasado viernes noche, ante el que jugó en superiorid­ad durante toda la segunda parte y unos minutos de la primera, el equipo recibió un golpe durísimo con la derrota en los últimos instantes después de haber sido incapaz de someter a su rival con goles. El único tanto zaragocist­a lo hizo un defensa,

El equipo puso de manifiesto sobre el césped los defectos que le han impedido alzar el vuelo en esta Liga, especialme­nte los del último tercio ofensivo del campo: falta de lucidez, falta de pausa, falta de calidad, falta de precisión, falta de orden, falta de dominio de los espacios y falta de veneno a la hora de rematar, el momento supremo que define la suerte en el fútbol. El Real Zaragoza, que se empequeñec­ió tanto en el área visitante como en la propia, los dos pecados capitales de este deporte, centró medio centenar de veces y remató en 21 ocasiones.

Todo fue en balde. No hubo manera de marcar más que en un córner y por medio de un central. Mal partido otra vez de Iván Azón, que vive enemistado con el gol y está en fase regresiva. Mal partido de Bakis desde el banquillo, que sigue sin marcar y solo sumó gestos de lamento. Mal partido de Enrich otra vez. Mal partido de Manu Vallejo de nuevo, que parece una pésima copia de sí mismo. Solo Mollejo salvó el pellejo, ejemplo de pundonor, deseo y actividad, a veces en su justa medida, a veces desmedida: jugó de todo en la banda izquierda y, en el tiempo que estuvo arriba, sin enloquecer por los múltiples encargos que se le exigen, fue el que más cerca estuvo de batir a un soberbio Lizoain con dos cabezazos de raza. Maikel Mesa fue el otro que acarició el gol aunque no lo logró.

Al final, los dos futbolista­s que han sujetado la estadístic­a realizador­a del equipo hasta hoy. Ante el Cartagena, Julio Velázquez mandó a los suyos al frente de guerra con todo en la segunda mitad. Hubo muchísimo volumen pero también demasiado caos. Como le ha ocurrido desde que se sienta en el banquillo, el técnico no encontró el camino en ataque. Son doce goles en las once jornadas que ha dirigido. Este es el decepciona­nte retrato del estado de las cosas. La que en verano fue celebrada como una delantera de altísimo postín, está quedando como un gran agujero negro (ese y el que se genera en la fase previa en la producción neta del peligro) por el que la temporada se puede estar marchando al garete.

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