La salud y el Salud
La principal debilidad en el estado general del sistema sanitario en Aragón es la de las listas de espera
El derecho a la salud es recogido por nuestra Constitución en su artículo 43, que reconoce el derecho de todos los ciudadanos a la protección de la salud. Con el establecimiento de las comunidades autónomas, la nueva organización territorial del Estado posibilita que estas puedan asumir competencias de asistencia sanitaria de la Seguridad Social.
En enero de 2001, el Gobierno de Aragón asumió las competencias sanitarias, siendo el Servicio Aragonés de Salud (Salud) el organismo encargado del sistema de prestaciones sanitarias públicas. Pero que la sanidad aragonesa no goza de buena salud (a pesar del nombre del organismo que la gestiona), es un secreto a voces.
La principal debilidad en el estado general del sistema sanitario en Aragón es la de las listas de espera. Por término medio, los aragoneses tenemos que esperar más de tres meses a ser recibidos en primera consulta por un médico especialista. Se trata de un problema estructural que afecta a buena parte de la población: casi el 53% de los aragoneses ha de esperar más de 60 días (93) para ir a la consulta de un especialista y el 26% ha de esperar más de seis meses para ser operado (8.397 pacientes en lista de espera quirúrgica), según los datos a disposición del Ministerio de Sanidad. Destacan en este dudoso ranquin especialidades como traumatología (231 días), otorrinolaringología (187), neumología (183), urología (174), dermatología (161) y oftalmología (151), según datos del Portal de Aragón de enero de 2024. Paradójicamente, Aragón es una de las comunidades con más médicos y enfermeras por cada 1.000 habitantes, tanto en atención primaria como en especializada. Es evidente entonces que algo falla en la gestión, las cifras anteriores hablan por sí solas.
De poco sirven los servicios de atención al paciente (en algunos casos, telefónica), donde a veces, además, tampoco somos especialmente bien atendidos. Ahora entiendo la definición del término paciente en el diccionario de la RAE: «que tiene paciencia; persona que padece física y corporalmente, y especialmente quien se halla bajo atención médica». Es difícil definir mejor a quienes pacientemente soportamos la situación de la sanidad aragonesa. Que llevas un año esperando una resonancia magnética, paciencia. Que hace dos años que no te revisan en oftalmología, paciencia. Que estás esperando desde hace ocho meses a que te visiten en dermatología lo que pudiera ser un carcinoma, paciencia... (o acude a la privada). Si necesitas ir a urgencias y tienes que esperar ocho horas a que te atienda un médico, ten paciencia. Y si el hospital Miguel Servet se nos cae a trozos, sé paciente.
Mientras tanto, el consejero de sanidad, médico de profesión, no parece capaz de encontrar la receta adecuada para este mal. Es verdad que buena parte del problema lo ha heredado del gobierno anterior (que tampoco supo gestionar mucho mejor nuestra salud); pero recuerdo cómo en la campaña electoral su partido prometía rebajar las listas de espera y, de momento, van justo en la dirección contraria (el pasado mes de enero, 432 pacientes más en lista de espera quirúrgica).
Sin embargo, no parecen que nada de esto preocupe demasiado en el Gobierno de Aragón. Recientemente hemos asistido perplejos al nombramiento (mejor dicho, designación, sin cumplir ninguno de los requisitos necesarios para ocupar el puesto) por parte del Departamento de Sanidad, del nuevo director de gestión y servicios generales del sector de Calatayud: una persona sin experiencia previa en gestión sanitaria va a estar a cargo del Hospital de Calatayud y de diez centros de salud de diferentes localidades, siendo responsable de las áreas de suministros, contabilidad, personal y otros servicios no sanitarios, como hostelería. Tal vez en el gobierno de Aragón buscaban cura para los males que aquejan al sistema.
Tampoco el presidente Azcón parece muy preocupado, pues no duda en poner el dinero de todos los aragoneses para construir un campo de fútbol para que juegue el equipo de una sociedad anónima, en lugar de destinarlo para mejorar la situación sanitaria en la comunidad.
Mientras tanto, los ciudadanos vemos cómo la sanidad privada va ganando cuota de mercado, aprovechándose de este desconcierto en la sanidad pública y cómo el nuevo hospital privado que se está construyendo en Zaragoza avanza con todas las bendiciones de nuestros gobernantes. Recordemos cómo el señor Azcón (entonces alcalde de esta, por suerte, inmortal ciudad) colocaba, pala en mano, la primera piedra y afirmaba que «es una magnífica noticia, no es un proyecto más, sino especial, y va a ser referencia en todo el ámbito sanitario» (para quien pueda pagarlo, por supuesto).
Pues nada, continuemos siendo pacientes...