El Periódico Aragón

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Libre de ataduras, emprende una legislatur­a en la que conoceremo­s la madera de la que está hecho el líder popular

- I. B.

Cuando convocó elecciones, proclamó que iba a por su «primera» mayoría absoluta, no la «quinta» del PPdeG. Rueda ya piensa en abrir un nuevo capítulo en la historia del PP gallego y en cerrar el de Núñez Feijóo. Como en 2009, hizo el propio Feijóo con Manuel Fraga. Así es la vida.

Anoche «el tímido con tablas», como lo define su madre, aprobó su primer gran examen. Amarra San Caetano. Es lo que importa. Pero la mayoría absoluta es ajustada. ¿Por qué? Porque el PPdeG tenía 42 escaños y porque Rueda empezó la campaña con encuestas que le daban 39-41 escaños, y termina en la parte baja de la horquilla. El PP gallego tendrá que analizar qué pasó en una campaña que empezó con la promesa de estar centrada en Galicia, pero nada más arrancar se españolizó como estrategia de ataque al PSOE, y luego giró para señalar al BNG como blanco de los ataques.

Tampoco ayudó mucho Feijóo cuando en el ecuador de la misma lanzó la bomba de supuesta voladura controlada sobre la posición del PP en torno a la amnistía y el indulto a Puigdemont. Para ser una explosión autodetona­da, lo que vino después derivó en esperpento. A los populares les pilló despreveni­do también el empuje del BNG. Mientras Rueda declaraba como rival a Pedro Sánchez, Ana Pontón iba a lo suyo hablando de «Galicia, Galicia, Galicia». Pero no fue suficiente para protagoniz­ar el vuelco.

Así que Rueda tiene desde anoche también la autoridad que le concede el haber ganado las elecciones por mayoría absoluta. Se sienta al frente de la Xunta, ya no por decisión de Feijóo, sino con el respaldo de la mayoría de los gallegos. Y ahora sí, en los próximos cuatro años, podremos conocer al auténtico Alfonso Rueda, libre de las ataduras de deber el cargo a su jefe y de haber heredado un proyecto y un equipo de consejeros.

Tenemos cuatro años para descubrir las hechuras de líder de quien empezó a conocer los entresijos de la Administra­ción autonómica como jefe de gabinete de Jesús Palmou, consejero de Justicia, y después como director general de

Administra­ción Local. Precisamen­te a Palmou le debe su nombramien­to como secretario general del PPdeG. Feijóo buscaba un número dos, preguntó al político estradense, y este señaló a Rueda.

Y tras ser una pieza clave para que el PPdeG regresara a la Xunta como director de la campaña de las elecciones de 2009, Feijóo lo premió con la Consellerí­a de Presidenci­a y desde 2012 la vicepresid­encia de la Xunta.

Después del periodo de prueba de la transición tranquila que pilotó cuando Feijóo marchó a Madrid, Rueda, casado y con dos hijas ya en la universida­d, tiene las manos libres para hacer y deshacer a su antojo. Ahora empieza de verdad la etapa Rueda en el PPdeG y debe marcar las prioridade­s de su proyecto para Galicia y decidir quién integrará el equipo de consejeros que han de ayudarle. En la comunidad queda mucho por hacer. Es una tierra con muchos mayores y pocos niños, con un tejido productivo pendiente de la revolución verde y digital, con un rural que se muere pero tiene potenciali­dades, con una sanidad y unos servicios sociales tensionado­s.

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PABLO GARCÍA

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