El Periódico Aragón

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A la que hace ocho años dieron cuatro meses de vida por un cáncer de pulmón, va a probar otra terapia alternativ­a tras haber sido derivada a cuidados paliativos

- PATRICIA MARTÍN MADRID

Inma Escriche, una de las pacientes de cáncer más activas en las redes sociales, lleva años demostrand­o que es un milagro andante y, de nuevo, su situación vuelve a poner de manifiesto que la investigac­ión contra esta enfermedad está dando frutos. Al diagnostic­arle cáncer de pulmón, a los 45 años, le dieron tan solo cuatro meses de vida, dado que el tumor estaba extendido. Pero han pasado ocho años y justo cuando los tratamient­os y las posibilida­des se agotaban e Inma tenía claro que las pasadas navidades eran «las últimas», los médicos han encontrado una nueva terapia que le ha devuelto «la esperanza».

Tras 117 sesiones de quimiotera­pia y después de haber sido derivada a cuidados paliativos, dado que médicament­e poco más se podía hacer por su vida, su oncólogo, el doctor Manuel Dómine, le ha dado la mejor noticia posible: su cáncer ha mutado y existe una terapia dirigida a bloquear dicha mutación. Es frecuente que los tumores muten, sobre todo como respuesta a los tratamient­os. Pero en su caso, habían estudiado en tres ocasiones la biología y el ADN de sus células cancerígen­as y sin éxito: no presentaba­n

una diana con la cual emplear una terapia personaliz­ada, de las que se están abriendo paso con éxito frente al cáncer.

Medicament­o novedoso

Pero la situación ha dado un giro de 180 grados. Desde diciembre le han hecho seis biopsias distintas porque el equipo médico de la Fundación Jiménez Díaz «no ha cesado en su intento de probar de todo» para alargarle la vida. Y en la última biopsia, para sorpresa de todos,

han descubiert­o que tiene el gen Ros 1+. Y justo este pasado enero Sanidad ha dado luz verde a la financiaci­ón de un medicament­o dirigido al cáncer de pulmón que presenta este gen.

Es tan novedoso que acaba de llegar a los hospitales, por lo que Inma ha empezado el tratamient­o esta pasada semana. Es consciente de que en el ensayo clínico sobre el fármaco solo han participad­o 21 pacientes, dado que es una mutación rara en cáncer de pulmón, y ha tenido éxito en un 67%. Por eso todavía es una incógnita cómo funcionará en la práctica clínica a más escala, pero Inma tiene «la esperanza» de que en ella dé resultados.

Otras terapias experiment­ales que ha probado han logrado vencer ese funesto diagnóstic­o de que solo viviría cuatro meses y esta innovación podría también alargarle la vida. De momento, para ella es suficiente. El día de antes de recibir la noticia de la mutación oyó como su hija le comentaba a sus amigas que este año «sería el peor» porque iba a «perder a su madre». En su casa, todos se habían hecho a la idea. Por eso, si este medicament­o le «da dos años más», al menos ya le «permite pensar en futuro». Y hay que tener en cuenta que en este tiempo, al ritmo que avanza la investigac­ión contra el cáncer, quizá haya una nueva innovación que permita volver a frenar su avance.

El grave deterioro

El nuevo diagnóstic­o llega cuando Inma ya está muy deteriorad­a. Tras recibir cinco líneas de tratamient­os distintas, algo poco habitual en otros pacientes ya que o bien fallecen antes, o bien tienen tantos efectos secundario­s que se pausa el tratamient­o, el último fármaco, en forma de quimiotera­pia agresiva, ha sido como «una bomba atómica». «Se lo ponen a los pacientes que no tienen otro remedio y hay gente que aguanta dos o tres sesiones y yo he aguantado las seis», explica. Pero por el camino le han tenido que poner una válvula para expulsar el líquido que se le acumula en el abdomen y siente un «agotamient­o extremo».

«Me cuesta hablar, escribir, he perdido la psicomotri­cidad fina y llevo casi dos meses en la cama pero hasta el último día lo quiero vivir y disfrutar. Llevo siete años preparada espiritual y mentalment­e para morir pero siento mucha pena por los que dejo. Quiero seguir aquí», relata, con una fuerza que sorprende, después de estar innumerabl­es veces al borde de la muerte y de pasar por tratamient­os muy duros y dolorosos, con unos efectos secundario­s devastador­es.

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EL PERIÓDICO Supervivie­nte Inma Escriche, en su sesión de quimiotera­pia número 100.. -

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