El Periódico Aragón

¿Y dónde está el mediador?

- ÁLEX Sàlmon* *Periodista =

Conocimos el nombre del denominado verificado­r la primera semana de diciembre y, desde entonces, sus apellidos se han fugado de los titulares y de las informacio­nes sobre la ley de amnistía. Era Francisco Galindo Vélez y tuvimos que hacer una búsqueda para saber quién era. Recuerden que se trata de un diplomátic­o salvadoreñ­o que estuvo como embajador de El Salvador en Francia

entre 2010 y 2015 y, más tarde, prestó servicio en la embajada de su país en Colombia, entre 2016 y 2020.

Lo recordaba en su comentario mañanero Carlos Alsina y caí en su nombre que repetimos hasta la saciedad aquellos dos o tres días como si fuéramos loritos. Debió trabajar tres días a los sumo, pero ahora su referencia ha desapareci­do de toda informació­n, aunque las negociacio­nes se mantengan.

Se vendió como una figura importante sobre lo que tenía que llegar. Se habló de que su tarea consistirí­a en coordinar el mecanismo internacio­nal que debía verificar la negociació­n, que también contaría con el apoyo de la Fundación Henry Dunant. Tampoco esta fundación ha vuelto a incluirse en ninguno de los párrafos que la prensa política ha escrito en los últimos dos meses y medio. ¿El mediador fue humo? ¿Estuvo en alguna reunión?

Puede que lo hiciera en algún encuentro muy secreto porque no he encontrado ninguna referencia, ni ningún tipo de dato que hiciera mención. Pero es por ponerle literatura. Tal ha sido el seguimient­o que hemos hecho de las diferentes reuniones entre los líderes de JxCat y, en concreto, con Santos Cerdán, el preferido de los independen­tistas, que es difícil que se nos haya escapado.

Este también es un ejemplo de cómo va la comunicaci­ón política de hoy. Tener una buena idea para superar un día soluciona esa jornada, y al día siguiente ya veremos qué se cuenta. Todo caduca y se olvida. Y, en estos momentos, parece ridículo estar pensando en mediadores cuando dirigentes socialista­s y de Junts están trabajando para construir, o reconstrui­r o formatear o «resetear» una nueva ley de amnistía que sea asumible por las bases del PSOE y por el Tribunal Constituci­onal, recordaba la vicepresid­enta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, mientras le daba caña al presidente autonómico disidente,

Emiliano García-Page. Lo de Galicia ha obligado a replantear­se algunas de las máximas en las que hasta ahora jugaba el partido de Pedro Sánchez. Que una cosa es querer pacificar Cataluña, versión presidente, y la otra desestabil­izar el sentido federal que ese partido asume desde hace décadas. Equilibrio­s que, a veces, se balancean en exceso para un solo lado. Que el voto de a izquierda, en el caso de Galicia, se pase a propuestas nacionalis­tas debería preocupar y mucho al PSOE. Ya ocurrió en Cataluña en la época del tripartito. La izquierda sumaba, pero los socialista­s no. El PSC no ha gobernado en solitario la Generalita­t jamás. Y aunque ese sea un debate del pasado, con las buenas expectativ­as de Salvador Illa, también debería ser de presente. Con mediador o sin.

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