Faltan monjas
El Convento de las Carmelitas Descalzas de Ronda (Málaga) necesita dos monjas para evitar que el Vaticano ordene su cierre. No es un convento cualquiera, pues, entre otras reliquias, cuenta con la mano izquierda incorrupta de Santa Teresa de Jesús, que durante varios años tuvo consigo Francisco Franco. Han llamado varias jóvenes que creen tener vocación, pero condiciones imprescindibles son que tengan auténtica vocación y experiencia, porque no se puede perder tiempo en formarlas. Uno de los recursos para las congregaciones religiosas se encuentra en el «fichaje» de mujeres extranjeras, aunque hace unos años el Papa prohibió reclutar monjas de fuera para evitar el cierre de conventos.
En cada congregación de clausura ha de haber al menos seis monjas para que permanezca abierto. Las vocaciones religiosas en España están de capa caída desde hace mucho tiempo. La vida contemplativa y espiritual entre los muros de un convento no parece deseable: celibato, obediencia, castidad y pobreza forman un plan poco atractivo.
En el año 2020 había en torno a 8.739 monjas y monjes de clausura. Muchas monjas que permanecen en los conventos han envejecido y apenas hay gente joven para cubrir sus puestos. Hay monjas que llevan 70 u 80 años en el mismo convento, sacarlas de allí por falta de personal y trasladarlas a otro convento debe ser terrible, semejante a un desahucio en la vivienda de un anciano. Pocos comprenden que encerrado en vida se pueda ser feliz.
En siglos pasados muchas mujeres no ingresaron en un convento por propia voluntad sino por algunos de estos motivos: por considerar que no se era apta para el matrimonio, por carecer de dote, por pertenecer a una familia numerosa, por ser rebelde y poco obediente, por escapar de un matrimonio no deseado...