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Permiten que una empresa norteamericana fotografíe en Zaragoza el iris de sus ojos a cambio de dinero en forma de la criptomoneda creada por Sam Altman
Vaya por delante de este relato algo distópico la pregunta que lanza Daniel Labeaga, el presidente de la asociación Blockchain Aragón: «¿Por qué nos regalan 150 euros o 200 por aparentemente nada?». La escena es la que sigue. Varias madres con sus niños en carrito, repartidores de Glovo con sus patinetes y un grupo de chavales con sus mochilas hacen fila para que unos orbes les escaneen los ojos en el pasillo del centro comercial Gran Casa. Mismo procedimiento en Puerto Venecia. Una bola plateada les va a tomar una fotografía del iris a cambio de dinero en forma de unidades de la criptomoneda WLD, válidas para comerciar en Worldcoin, el mercado virtual creado por Sam Altman, el padre de la mayor empresa de inteligencia artificial del mundo, Open AI.
Dinero gratis a cambio de una foto del globo ocular. El negocio parece redondo para gente de toda edad y condición que ha quedado seducida por la idea. Tanto, que la compañía se ha visto obligada a atender solo con cita previa en Zaragoza. Álex y Dabi, dos estudiantes de 18 y 21 años, están encantados. «Con el bono de bienvenida y con los que se han metido con mi invitación tengo ya 110 euros, una paguita», dice el mayor. ¿No da un poco de cosa? «Qué va. Si con el reconocimiento facial del IPhone ya tienen los datos de mi cara y no hay problema», dice mientras enseña que 15 de sus contactos están dentro.
Miguel Costa también confía en la empresa. «Está más que demostrado quién es Altman y me fío de ellos. Si te lees las condiciones de uso está claro que no van a utilizar la información para nada y que no la van a almacenar», cuenta el joven veinteañero, que no obstante entiende los reparos de la gente.
Son solo tres de los más de
360.000 españoles que han permitido que una empresa norteamericana consiga el dato biométrico más único que tiene una persona. La estrategia de la compañía para incentivar la exposición del iris es un éxito. Worldcoin ofrece 25 unidades de WLD, que había mantenido un valor histórico cercano a los dos euros, pero desde el 13 de febrero se ha disparado hasta acercarse a los siete. Y aquí hay que retomar la pregunta de Labeaga.
«Me parece devastador el hecho de trasladar a una empresa privada nuestra información biométrica. Es una forma única de identificarnos y no sabemos absolutamente nada de lo que busca esta empresa. Aseguran que la información está encriptada, ¿quién lo puede certificar?, ¿nos fiamos y ya?», cuestiona el presidente de la asociación
Blockchain Aragón, una tecnología especializada en la seguridad de las operaciones en la red. Labeaga califica de «una caja negra para la humanidad» este sistema, pues «nadie sabe si se está almacenando de forma encriptada. «No entendemos para qué sirve y no estamos actuando con cautela», argumenta.
Coincide en ese ejercicio de cautela Javier Fabra, director de Transformación de Digital de la Universidad de Zaragoza y profesor de Ingeniería de Sistemas del departamento de Informática. «Estamos cediendo un dato clave sin tener claro adónde va a ir a parar. La gente no es consciente de que si te roban la tarjeta o la identificación te lo puedes cambiar, pero si roban la información de tu iris...», dice Fabra.
Aducen los usuarios de este sistema que el reconocimiento facial de Apple causó un revuelo similar. «Lo hubo y es cierto que no ha habido malos usos. Pero sabíamos para que aplicación querían la información. Esto es un dame tus datos y ya veremos para qué los usamos. Dicen que los guardarán protegidos porque la ley les obliga, pero no hay garantías porque
«Es devastador: hay que preguntarse por qué nos dan 150 euros por hacernos una foto del iris»
nadie sabe qué pretenden», subraya Fabra.
La cuestión es que la compañía regala unidades de su criptomoneda a cambio de escanear los ojos para, según dicen, un bien global: crear un sistema que permita identificar a los usuarios en internet de forma anónima y verificada, algo así como un DNI digital. La clave de todo reside en que Worldcoin asegura que las fotografías del iris se destruyen una vez se ha generado el código numérico que identificará «a cada humano singular y único», dicen en la compañía. Los expertos consultados manifiestan abiertamente sus dudas sobre la conservación de esos datos, aludiendo al ejemplo reciente de Mark Zuckerberg y los datos con los que Facebook hizo negocio.