El Periódico Aragón

Los gritos a Velázquez y la mata sin patatas del Zaragoza

- Sergio Pérez REDACTOR JEFE DE DEPORTES DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Desde que lo implantó el día del triunfo contra el Leganés en La Romareda, Julio Velázquez había dado continuida­d a la hoja de ruta de los tres centrales y dos carrileros una jornada tras otra, más allá de los numerosos cambios de sistema que ha ido introducie­ndo a lo largo de los partidos en función de las necesidade­s y, sobre todo, de la necesidad. En Villarreal, el técnico recuperó la línea de cuatro, sacudido por la frustrante derrota frente al Cartagena, introdujo en una banda a Valera, dejó en la otra a Mollejo y jugó con Iván Azón arriba.

Antes de viajar a La Cerámica, donde la afición del Real Zaragoza estuvo otra vez de diez y dio una nueva exhibición de fidelidad y fuerza con cerca de 3.000 desplazado­s, a la Liga le quedaban 15 jornadas y no había tiempo que perder. Con el cambio de sistema, el entrenador buscaba más punch y tratar de vivir más cerca de la victoria. El equipo ganó posesión y contacto con el balón, pero volvió a carecer de capacidad para generar acciones limpias en ataque y le volvió a faltar colmillo. Ahora mismo, el Real Zaragoza es un equipo inofensivo (u ofensivo en ese otro matiz del término).

En la primera parte, la mejor ocasión visitante llegó después de un robo de Mollejo en el costado derecho del área local y un violento disparo posterior de Maikel Mesa que repelió Iker. Superado el gran susto del partido para el Real Zaragoza, una doble ocasión clarísima de Carlo al regreso de los vestuarios, Velázquez continuó moviendo piezas del puzzle en busca de la combinació­n ganadora. Metió en el campo a Mouriño,a Moya, a Manu Vallejo, a Grau y a Enrich. Hubo alguna acción aislada en la que se intuyó el peligro, pero todas estuvieron mal acabadas. Azón falló un control al borde del área y se anuló a sí mismo y Manu Vallejo se enredó con sus propias piernas después de una contra rápida. Por citar algo y ser generosos.

Así se consumió otra jornada, con un punto más y dos menos, la afición gritando a los jugadores y pidiendo la cabeza de Velázquez, y con el denominado­r común de toda la Liga: el Real Zaragoza sufre lo indecible para producir fútbol de ataque y tiene poquísimo gol. Aquella mata de la patata del verano se ha secado por completo.

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