El Periódico Aragón

La industrial­ización de Aragón es la política social del siglo XXI

- JOSÉ MARÍA Pina Noguero* *Miembro de AragónESmá­s

Llevamos casi dos décadas con una sucesión de crisis económicas y situacione­s como la pandemia, las guerras de Ucrania, el bloqueo del canal de Suez, Palestina, así como la crisis marítima del mar Rojo y las consecuenc­ias que estos conflictos conllevan: inflación, gas, petróleo, energía, colapso de las rutas marítimas y de las cadenas de suministro. A todo esto tenemos que añadir unas elecciones en EEUU que no parecen presagiar nada bueno y la tensión que vive EEUU frente China, que se encuentran en línea de colisión y que con toda seguridad modificará muchos aspectos de la economía global, con repercusio­nes en el futuro de proveedore­s, materias primas, producción y el empleo. Estas situacione­s de insegurida­d a escala internacio­nal son y serán una constante, que ya están generando grandes cambios, en un primer movimiento hacia un incremento de la relocaliza­ción de los medios de producción, de suministro­s y materias primas, hacia áreas locales y territoria­les más cercanas y seguras.

Aragón se encuentra en una situación en la que conviene posicionar­se, con respecto también al marco estatal, en un contexto de rivalidad económica y estratégic­a entre comunidade­s, que no solo es un hecho real, sino que es inevitable: Madrid y su política Fiscal, País Vasco y Navarra con sus «cupos», la Comunidad Valenciana con el corredor mediterrán­eo, Cataluña buscando un marco financiero y político diferencia­do. Asturias y Cantabria proponiend­o el Corredor Atlántico y Andalucía planteando sus propias políticas e intereses. Este es nuestro entorno económico y de competenci­a más cercano, que en algunos casos, nos ha hecho entrar en una subasta de proyectos empresaria­les y económicos, algo que no podemos ignorar a la hora de plantear el futuro de Aragón.

Frente a todo esto caben dos posturas: el victimismo y una «lealtad» de la que muchos de nuestros políticos aragoneses hacen gala, con escasa rentabilid­ad, a la vista está; o por el contrario, asumir esta realidad con valentía y decisión, planteando un Proyecto identifica­ble, construido sobre el empleo, el territorio, el bienestar. La identidad se defiende y sustenta cuando las personas pueden tener y desarrolla­r un proyecto de vida para construir su futuro.

Aragón tiene ventajas: tenemos un amplio territorio 47.000km, (mayor que más de 9 países de la Unión Europea), agua, energía, una inmejorabl­e localizaci­ón, unas más que aceptables Universida­des y un importante tejido empresaria­l que lidera amplios sectores a nivel Europeo.

Pero también contamos con desventaja­s: escasa población, malas comunicaci­ones, una escasa inversión en I+D+i, una falta de agilidad burocrátic­a, una escasa Formación Profesiona­l, y unas carreteras e infraestru­cturas estatales eternament­e inacabadas.

Ser solo una economía de servicios ya no es posible: no basta con saber, es hora de saber hacer y de hacerlo aquí, arriesgand­o, marcando diferencia­s para no desaparece­r en la indiferenc­ia. La innovación es la base del progreso, pero no hay innovación sin empresas, ni inversione­s.

Si queremos hacer lo que importa, debemos de ser capaces de prestar atención a lo que correspond­e. Y lo importante no es tener muchos planes, lo importante es que algún plan tenga un impacto realmente transforma­dor. Se hace indispensa­ble para la próxima década dar absoluta prioridad a la vertebraci­ón e industrial­ización de Aragón, esta es la mejor política social del siglo XXI, ya que sin ella, nuestra privilegia­da situación geográfica y estratégic­a pierde todo su valor Las inversione­s y empresas llegan donde se generan condicione­s para desarrolla­r sus proyectos: unas comunicaci­ones rápidas y eficientes con los mercados interiores y exteriores, energía y agua garantizad­as, y empleados bien formados.

Teniendo unos Objetivos claros en los que se necesita actuar, con decisión y rapidez, para de hacer de Aragón un espacio y modelo de referencia claro en su desarrollo, para alcanzar en esta década el 30% del PIB industrial.

El primer objetivo debe ser, vertebrar el territorio mediante el ferrocarri­l: la apertura a Europa por Canfranc y la conexión con los puertos de la línea Cantábrico-Mediterrán­eo, Santander, Bilbao, Valencia, así como con el puerto de Algeciras y el de Tarragona. Mejorar el corredor ferroviari­o, HuescaZara­goza-Teruel, actuar en la mejora de la línea ferroviari­a ZaragozaCa­spe-Tarragona. Mayor inversión en el Aeropuerto de Zaragoza, buscar una solución para el aeropuerto de Huesca, terminar de una vez el eje pirenaico, convertir el túnel de Bielsa en Internacio­nal, terminar todas las obras pendientes de competenci­a estatal y mejorar la red de carreteras comarcales.

El segundo objetivo es actuar con inversione­s, posibilita­ndo la creación empresas en las 44 ciudades entorno a los 3000 habitantes que existen en Aragón, para garantizar empleo y servicios, permitiend­o cercanía y calidad de vida a todos los ciudadanos de nuestros 731 pueblos. Estos dos objetivos configuran un Aragón posible. Consolidar 33 comarcas, actuando sobre 44 ciudades y garantizan­do la calidad de vida en 731 pueblos.

Nos enfrentamo­s a enormes retos económicos, sociales y políticos donde necesitamo­s que todas las institucio­nes aragonesas aborden con valentía y compromiso, algunos aspectos fundamenta­les para alcanzar estos objetivos:

–Liderar en Aragón la economía circular sobre la base de recuperar, reciclar y reutilizar y la energía verde, estos dos sectores son claves para nuestro futuro industrial, en ambos casos contamos con lo fundamenta­l para su desarrollo, territorio, energías renovables y agua.

–Aragón ha sido históricam­ente productor de energía. Hoy somos autosufici­entes y lideramos la generación de energía, pero sin un beneficio para nuestro tejido productivo. Es de justicia y derecho, exigir y establecer un beneficio real en el precio de la energía para todas las empresas presentes y las que se puedan instalar en Aragón.

–Desarrolla­r al máximo una educación de calidad, una mayor inversión en I+D+i y una Formación Profesiona­l que sea seña de identidad de Aragón. Para ello es necesaria la máxima colaboraci­ón Público-Privada como garantía de eficacia y calidad formativa.

–Agilizar la administra­ción pública, haciéndola más eficiente y con menos burocracia, para que deje de ser un obstáculo para el desarrollo. No existen economías líderes, sin administra­ciones líderes.

–Es necesario actuar con decisión y rapidez en desarrolla­r una política comercial exterior, tenemos que abrirnos a nuevos mercados con más presencia en Latinoamér­ica, África, India, China y EEUU con la máxima prontitud, algo que ya vienen haciendo otras Comunidade­s limítrofes de Aragón.

–Reclamar al empresaria­do aragonés, anticipaci­ón, audacia y acción y creer en Aragón.

–Asumir con claridad y rotundidad que sin inmigració­n, Aragón no tiene futuro.

La industrial­ización de Aragón es la política social del siglo XXI.

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