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Julio Velázquez no reaccionó bien, ni durante el partido ni en el vestuario, a los cánticos pidiendo su marcha Los insultos y reproches en la salida del equipo molestaron en el club =
No fue un partido más para el Real Zaragoza el de La Cerámica, no fue un empate cualquiera el que se vivió, más allá de que la pobre imagen, que se admite en las entrañas de la entidad, de puertas adentro, se viera reflejada en un empate cuando más necesitaba el equipo una victoria para poder reengancharse a la pelea por los playoffs y recortar distancia con los de la zona noble. Esa paupérrima imagen provocó, además, el gran enfado de la grada, expresado en el «Velázquez vete ya» que el técnico no encajó nada bien, con reacciones airadas en el banquillo y después en el vestuario, donde la tensión fue evidente. También provocó el empate una charla tensa entre el director deportivo, Juan Carlos Cordero, y Velázquez, primero junto a los vestuarios y ya después sobre el césped de La Cerámica y además en torno a medio millar de aficionados increparon a varios jugadores a su salida, así como al propio Velázquez o Sanllehí y alguno de los futbolistas, como Maikel Mesa, fue contenido por otros compañeros. La reacción de ese sector del zaragocismo al salir de Villarreal tampoco ha gustado nada en el club.
Desde el descanso se pudieron escuchar cánticos de la grada zaragocista, la que estaba justo detrás de una de las porterías, en contra de Velázquez. Hubo alusiones más irónicas como «queremos un tiro a puerta», perueda
ro el cántico pidiendo la salida del entrenador pucelano se hizo muy presente en el tramo final del encuentro, en los últimos minutos, y provocó que el entrenador se girara en varias ocasiones hacia el banquillo y mostrara su desaprobación hacia esa petición de salida, con unas expresiones muy concretas que revelaban ese enfado por lo que estaba escuchando.
El tremendo cabreo del técnico se hizo constar al llegar al vestuario, también por el partido en este caso pero sin olvidar lo sucedido con la afición, aunque después en
de prensa le restó importancia: «Llevo muchos años entrenando y ante estas situaciones intento estar equilibrado. No tengo nada que decir, solo mi máximo respeto a todo el mundo. Nuestra obligación y responsabilidad es trabajar y dedicarnos a esto en cuerpo y alma», dijo sobre esos gritos pidiendo su salida, mientras que del encuentro reconoció desajustes y no haber hecho un partido exquisito, pero se mostró «superorgulloso del trabajo de mis jugadores, como todos los días».
En Velázquez habita un técnico de mucho temperamento y carácter, repleto de pasión, lo que no ha escondido en otras etapas en distintos banquillos, ni tampoco aquí, donde también es muy claro en el día a día con el vestuario, teniendo en Miguel Ángel Baltanás, uno de sus asistentes, el ayudante que intenta calmar ánimos en momentos de más tensión de los jugadores y el entrenador.
Charla con Cordero
Cordero, de decidida apuesta por Velázquez cuando tuvo que buscar relevo para Escribá (la otra vía fue Pablo Machín) y al que ya quiso llevar al Tenerife, y el entrenador mantienen una estrecha relación y el director deportivo tiene plena confianza en su trabajo, aunque en los pasillos de La Cerámica se les pudo ver en una conversación que, al menos en la distancia, reflejaba la tensión del momento y que continuó en el campo, donde ya fue más un diálogo que un monólogo del ejecutivo.
El último episodio se vivió a la salida de los jugadores y del entrenador para coger el autobús, después de que ya hubiera pitos en el césped cuando los futbolistas, al acabar el partido, fueron a dar las gracias a los casi 3.000 zaragocistas en La Cerámica. En esa salida se vivieron momentos de tensión, hubo reproches e insultos para varios de ellos, aunque alguno como Mollejo por ejemplo se libró, y la gran mayoría hizo caso omiso, si bien con Maikel Mesa sí hubo un amago de reacción por parte del jugador canario, aunque no pasó a mayores.