El Periódico Aragón

El ‘marciano’ Velázquez y su futuro en el Zaragoza

- Sergio Pérez REDACTOR JEFE DE DEPORTES DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Un marciano es un habitante imaginario del planeta Marte. Después del empate del Real Zaragoza en el campo del Villarreal B, Julio Velázquez pareció un marciano en la rueda de prensa posterior. Alguien de otro planeta, fuera de lugar. También un profundo desconoced­or de la idiosincra­sia del club para el que entrena, de sus impulsos, su ADN y del terreno que, como consecuenc­ia de todo ello, es totalmente desaconsej­able pisar.

«No hemos hecho un partido exquisito, pero rompemos la racha de dos derrotas». Ese fue parte del balance que hizo el entrenador de otro mal encuentro del equipo que dirige y después de haber sumado un punto de los últimos nueve, lo que ha alejado un más el objetivo para el que la SAD lo contrató y que Jorge Mas le recordó en público antes de tomar otra vez las de Villadiego. El empate de Villarreal deja al Real Zaragoza atascado en la zona media-baja de la tabla. Fue otra prueVelázq­uez ba más de las extremas dificultad­es que tiene este grupo para generar juego ofensivo limpio y hacer gol.

Producto de esa frustració­n y de la impotencia que conllevan los malos resultados otra tempopoco

rada más, la undécima seguida en Segunda, la afición desplazada en masa a La Cerámica le pidió a Velázquez que se fuera. A la conclusión del partido, un nutrido grupo de aficionado­s increpó también a varios miembros de la plantilla.

El clima se enrareció definitiva­mente en Villarreal a todos los niveles. Con el cambio de entrenador en noviembre, el Real Zaragoza no ha conseguido nada de lo que buscaba. A punto de terminar febrero, la cosa está aún peor de cómo estaba pero con un tiempo muchísimo menor de reacción por delante. Para alcanzar el playoff, el equipo debería, al menos, ganar nueve partidos de los 14 que quedan y sumar algún empate. Viene de vencer en cuatro de los últimos 23…

frenó enseguida la caída que el equipo describía con Escribá, logró cambiar la dirección de manera suave hacia un rumbo adecuado y, a partir de ahí, no consolidó la reacción ni ha sabido dar el siguiente paso al frente. La situación empeoró hasta llegar al punto de este sábado cuando mostró, con gran mediocrida­d, su satisfacci­ón por romper la racha de dos derrotas seguidas tras el descorazon­ador empate a cero de La Cerámica, que deja al Real Zaragoza de los 10,7 millones de euros de límite salarial donde siempre y lo lleva a ninguna parte. Allí mismo, la afición le pidió que se marchara. Balas aún le quedan, y el fútbol es fútbol, pero es difícil augurarle un buen futuro en esta ciudad y en este club a alguien con ese perfil tan bajo.

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