El Periódico Aragón

La comedia humana: el segundo, avaricia

La asesoría bien entendida, ya se sabe, empieza por uno mismo, como se dice de la caridad cristiana

- RAFAEL Campos Lozano* *Autor y director de teatro

AMientras tanto, el señor Ábalos, que no está requerido por la justicia, según él mismo dice, pensando y pensando qué resuelve sobre su mismidad

ntes, o después, o al margen de la cosa política, está la pregunta: para qué quieren tanto, para qué quieren más. Segurament­e lo explicará el estudio de los cerebros humanos; el reptiliano, o el cortical, o lo que quede entre medias. Si queda algo.

O sea, ahora toca lo de un tal Koldo. Carrera meteórica, curriculum asombroso; guarda de discoteca y tras un misterioso pentecosté­s, hale hop, consejero de Renfe. Y en los entretanto­s, vasallo de su señor, de sus señores: ministros, empresario­s, ni una ONG, oyes. Qué no sabrá el bueno de don Koldo; qué recados no habrá hecho; qué zahurdas no habrá abierto, cerrado, vigilado para sus señores. Qué secretos atesorará este genio dudoso de la lámpara maravillos­a de la corrupción. Lo mismo pensaba que al ser quien es, y al ir con los que iba, si se levantaba un par de millones en la ocasión propicia se haría la vista gorda. Y quién nos dice que no engordó la vista el que lo veía, para no querer ver lo que este asesor se asesoraba para sí mismo. La asesoría bien entendida, ya se sabe, empieza por uno mismo, como se dice de la caridad cristiana, esa otra quimera. Recordemos lo que suelen decir los sinvergüen­zas profesiona­les, o como se les llame ahora: en cada crisis hay una oportunida­d, y cuando la pandemia, al parecer, se abrió la veda y apareciero­n decenas de oportunida­des en forma de hermanos, cuñados, primos, sobrinos, tíos carnales, espiritual­es, amiguitos del alma y demás Koldos; todos ellos aprovechan­do la escasez para crear riqueza. Y a fe que la crearon; para sí mismos. Este Koldo conocía a un tal don Cueto, que era el empresario fetén que fichó al fichaje del ex ministro Ábalos; así que el prenda atendía al parecer, a los dos patrones; uno sabía y el otro dice que no, que se acaba de enterar y que le extraña mucho, y que la justicia no le ha pedido cuentas sobre nada de esto. Así que por ahora, verdes las han segado.

Pero la cosa es lo del principio: la cosa es estas gentes, las de esto de ahora y las de otras páginas inmortales de la historia saY grada de la España Una. Descontand­o los haraganes profesiona­les de la abundante lista patriótica, y recogiendo sólo los que aparecen en la rabiosa actualidad, que se dice, tenemos una selección española de corruptos casi completa, con sus titulares y sus reservas. Ninguno de ellos ha creado, digamos, riqueza para el común, ni ha fabricado nada útil, ni ha invertido tiempo, dinero talento, esfuerzo ni riesgo alguno. Todos han ejecutado una ecuación sin incógnita: conozco a uno que conoce a otro que compra a no se sabe muy bien quién a cierto precio; y por otra parte conozco a otro que conoce a otro que nos compra al precio que digamos sin chistar, porque hay mucha mucha prisa, que resulta que se está muriendo la gente y casi no les da tiempo a mirar; que está todo muy difícil y que menos mal que hemos conseguido esto; y da gracias.

esto es el menudeo; el jamón de verdad se corta y cata en palcos, despachos, encuentros y demás espacios siderales –con decir que aún NO hay una ley de lobbies… pero espera, que parece que está al caer. Lleva tiempo cayendo, pero nada aún–. La justicia ya detuvo a algunos hace algunos años. Naturalmen­te siguen libres, a ver si un día de estos le da tiempo a la justicia independie­nte y los juzgan o algo, hombre. Salieron un rato por la tele, recuerdo a uno con gran tupé abriendo la puerta de entrada de su finca, se había levantado unos cuantos millones sin despeinars­e. Igual están dado conferenci­as para emprendedo­res, y les explican aquello de la crisis y la oportunida­d. No sabemos ni si ha habido condenas ni si han devuelto la pasta. Y con este julai de ahora, lo mismo. A ver qué sale en la sentencia cuando salga, en este quinquenio con algo de suerte. Mientras tanto, el señor Ábalos, que no está requerido por la justicia, según él mismo dice, pensando y pensando qué resuelve sobre su mismidad. Igual era lo mejor que fuera dimitiendo ya, por ir ganando tiempo. Si no por conocedor ni por consentido­r, por torpe al elegir las confianzas. Que seguro que leyó el currículo del prenda antes de nombrarlo Consejero de Renfe. O que nos explique qué cualidades vio en el sujeto que nosotros, en nuestra ignorancia, no sabemos ver.

La Biblia, aquel libro de los horrores con el que nos amenazaban a niños y mayores, traía la taxonomía más precisa sobre las tentacione­s humanas. La codicia iba la segunda. Casi empatada con la lujuria, a media cabeza. Y eso que esta patulea de corruptos no suelen estar entre los peores sueldos del reino. Es sólo que nada les parece bastante, y se meten en la mugre para tener otro piso, otro coche, más pasta, en fin. Muchos jóvenes entre los 20 y los 40 ni se atreven a tener hijos porque no les da el jornal. Aquí la inmensa mayoría viven con lo justo, de alquilado, o compartien­do piso; como de estudiante­s eternos. Trabajando con salarios de mierda y aún les regatean las subidas. Y encima, la patria unida caga estos príncipes de la mugre cada dos por tres. Igual el personal se cabrea un día y se pilla un tractor, que parece que si vas en tractor ni te aplican el código ni casi nada.

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