Ábalos debe dimitir
Ningún partido puede garantizar que entre sus filas no se cuele ningún mangante. Pero lo que sí tiene que marcar la diferencia son las consecuencias. Si cuando se publiquen estas líneas Ábalos no ha dimitido, es de esperar que lo haga lo más pronto posible. No porque se le puedan achacar responsabilidades penales pero sí por su evidente responsabilidad al elegir a su gente de confianza y por no vigilar después lo que hacían. Que un currículum como el de García haya permitido llegar a donde llegó es realmente sorprendente y eso sin que se inventara títulos, cargos o inflara competencias, como sí han hecho otros durante años. Cualquiera se puede afiliar a un partido, pero a la hora de ocupar un cargo, el que lo nombra asume una responsabilidad. «Si alguna vez pillan mangando a alguien que yo haya nombrado dimitirá por supuesto él, pero también yo» le he oído afirmar varias veces a un buen político de larga trayectoria. No fue el caso. Si siempre duele la corrupción, cuando sucede en las propias filas todavía más. Ábalos, que recién nombrado ya tuvo que tragarse algún nombramiento que quería hacer por noticias periodísticas, tiene que desaparecer de la política cuanto antes para no hacer daño a su partido y por respeto a sus militantes. «La cuestión es si cuando morían 700 personas al día se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros de beneficio por vender mascarillas. Yo creo que no es ejemplar». Es una frase de Pablo Casado. Tenía toda la razón, pero lo echaron. Los que le apoyaban incondicionalmente, Azcón entre los más entusiastas, cambiaron de chaqueta a la velocidad del rayo. En vez de pedir responsabilidades, mandaron a su casa al que las pedía. No voy a acudir al «y tú más» porque eso consuela poco y porque necesitaría más de una página, pero hace falta tener poca vergüenza para reaccionar como lo están haciendo.
Ojo, que no he llamado hijo de puta a nadie, no se me ofendan.