El Periódico Aragón

El ‘caso Velázquez’ y el juez de su destino

- Sergio Pérez REDACTOR JEFE DE DEPORTES DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Poco más de tres meses después de llegar a la ciudad para coger el relevo de Fran Escribá, Julio Velázquez ya se ha escuchado ese cántico tan español al que recurren las aficiones cuando quieren mostrar su desaprobac­ión con lo que ven. En La Cerámica, el entrenador se oyó el Velázquez vete ya tras el 0-0 con el Villarreal B, un encuentro en el que el Real Zaragoza iba con el objetivo de tomar vuelo y, de momento, se quedó en tierra, eso sí con una nueva posibilida­d de volver a despegar este domingo ante el Amorebieta por la combinació­n de resultados posteriore­s. Como comprobaro­n quienes comparten espacio con él, el entrenador no lo digirió bien. Más bien mal.

El tiempo se escapa de las manos en la vida de este club atrapado en un lugar que no le correspond­e pero del que no encuentra la vía de salida. Mientras, las semanas, los meses y los años van triturando ilusiones, jugadores y técnicos. Velázquez llegó al Real Zaragoza el 20 de noviembre. Tres meses después ya está en cuestión por la masa social o, al menos, eso dieron a entender los miles, no uno ni dos ni tres, de desplazado­s a La Cerámica. Su balance de puntos es el siguiente: 15 de 36 posibles, el 41% del total.

El último tramo le ha penalizado de modo importante, con dos derrotas en Eibar y ante el Cartagena y un empate tras un mal partido en Villarreal. Pero, sobre todo, le está castigando su lejanía con la manera de entender el fútbol de la ciudad y su propuesta tan conservado­ra, tanto que él mismo lo ha reconocido de facto cambiando el sistema sobre la marcha cada vez que necesitaba remontar. Esa idea de guardar la viña y esperar a ver qué sucede en cada jornada le valió mientras los resultados le acompañaro­n, aunque fuera a regañadien­tes con demasiados empates, pero sumando al fin y al cabo. En la última jornada intentó algo más atrevido, pero el bagaje ofensivo fue igual de pobre. El suyo no es un caso aislado. Antes que a él le sucedió esto mismo a muchos otros en la plaza por razones similares.

Julio Velázquez fue la primera apuesta para el banquillo de Juan Carlos Cordero porque Fran Escribá no lo había sido. Por supuesto, recibió la aprobación de Raúl Sanllehí, el director general con mando en el club, y del consejo de administra­ción. A día de hoy, la SAD transmite confianza en su entrenador y, como sucedió con Juan Carlos Carcedo y luego con el citado Escribá, su contrataci­ón responde a una intención de durabilida­d, si es que eso es posible condiciona­ndo un segundo año a unas cuantas condicione­s.

En esas estamos estos días. El Real Zaragoza se ha encontrado con un problema importante a los tres meses de cambiar de entrenador, sinónimo siempre de malas noticias, crisis e inestabili­dad. Velázquez tiene la confianza de la SAD, así que se sentará con normalidad el domingo en La Romareda. La línea que separa la confianza de la desconfian­za en el fútbol es muchas veces inapreciab­le y se inclina hacia un lugar o hacia el otro, como todos ustedes saben, en función de las razones más elementale­s, los triunfos o las derrotas. Y eso, ni la fe que muestra el club a fecha de hoy en su técnico ni la desconfian­za de la afición hacia una figura a la que ha puesto bajo sospecha, decidirá el destino de Velázquez. Lo decidirán los de siempre en este tipo de escenarios: los resultados.

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JAIME GALINDO Julio Velázquez, en un entrenamie­nto en la Ciudad Deportiva.
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