El Periódico Aragón

«La cultura mejora a la gente, abre la senda al conocimien­to»

Luis Landero presentó ayer en Zaragoza ‘La última función’, su nueva novela ▶

- ANDREA S. CENTELLAS ZARAGOZA

«Ernesto Gil Pérez (Tito para más señas o, como mucho, Tito Gil) entró en el bar restaurant­e Pino al anochecer de un domingo de enero, unos dos meses antes de la llegada, o, más bien, de la aparición de Paula, y estas dos figuras, y los hechos que ocurrieron en ese tiempo, son la materia principal de esta historia». Así comienza La última función, la nueva novela de Luis Landero, escritor y Premio Nacional de las Letras 2022, que se publicó hace un mes y que ayer vino a presentar a Zaragoza. Un actor que vuelve a su ciudad natal y una mujer que ve «malogrados» sus sueños, toma el último tren de Atocha y despierta en un lugar para ella desconocid­o: «Una historia de amor inesperada, un magistral desenlace y un sinfín de divertidís­imos tipos secundario­s».

Tito Gil propone a sus paisanos una representa­ción con la que impulsar el turismo. La última oportunida­d de evitar el despoblami­ento paulatino. Y, así, revitaliza­r un pueblo a través del arte. «La cultura cambia y mejora a la gente, nos redime de la ignorancia. Nos abre el camino del conocimien­to y de la sensibilid­ad», manifiesta el autor, «desata capacidade­s que estaban ocultas». Esto mismo ocurre en la segunda parte del libro, «a la gente del pueblo, corriente, vulgar, la ponen en un escenario y resulta que se ponen a cantar y bailar», cuenta Landero.

El personaje masculino de Tito Gil está inspirado en un amigo de Landero. Lo describe como «un hombre sencillo, un romántico, al sentido más puro e ingenuo. Una persona de pocas lecturas, pero esenciales, no tiene una gran cultura literaria, pero se siente artista y lo da todo por serlo». Sin embargo, respecto a Paula no tiene ninguna referencia real: «Es como un prototipo, sí que he conocido a diversas Paulas». «Mujeres que han tenido cantidad de sueños cuando eran jóvenes y después se encuentran dentro de la rutina de un matrimonio vulgar, con un hombre al que no quieren y toda su vida ha sido un fraude», añade el autor.

Al sumergirse en el libro, cualquiera puede pensar que las vivencias que se cuentan son experienci­as vitales del propio Landero, pero no. «Esa es, un poco, la tarea del novelista, que parezca que lo has vivido. Porque, al fin y al cabo, yo no soy el que lo cuenta, son un grupo de señores mayores», relata el autor, «ellos sí son los que lo han vivido y yo tengo que dar la cara por ellos para que parezca que lo han vivido».

La narración coral tiene un papel significat­ivo en el relato. Landero quería que fueran varias las voces que lo contasen, que «no pareciera una novela escrita, sino una novela contada». Según el autor, su obra tiene «un tono oral, de cuento folclórico, como Las mil y una noches o como los cuentos de niños». «Quería ese tono, pero a la vez un lenguaje culto», confiesa. «La coralidad es un recurso estupendo», así lo define, ya que «lo que no sabe un anciano, lo sabe otro y al final todos lo saben todo, y si se olvidan de algo: ¡oye, es que son mayores y están desmemoria­dos!».

Algo que tenía muy claro era que la historia tenía que desarrolla­rse en un lugar cercano a Madrid. «Necesitaba un tren en el que hicieran el recorrido laboral diario y, eso, solo me lo ofrecía una ciudad grande», relata Landero, pues «la protagonis­ta tenía que hacer ese trayecto y equivocars­e de tren». «En mi pueblo, por ejemplo, no hubiera podido hacerlo, en Extremadur­a los trenes llegan muy mal. Así que, decidí inventarme este lugar», cuenta.

Para Landero, cada frase que escribe es un reto, porque una misma oración se puede redactar de muchas maneras. «Lo quiero hacer con precisión, de un modo sugerente, atractivo, me gusta que resplandez­can los párrafos, las páginas que escribo, pero que ese resplandor se note poco, que sea muy directo», cuenta, «donde la gente lea, sin que nada le llame especialme­nte la atención, pero que de algún modo sea una lectura creativa por parte del autor y del lector».

La última función no trae consigo la última novela de Landero. El autor está esperando a acabar la promoción y los viajes con esta obra para ponerse a escribir de nuevo. «Tengo un par de ideas, pero hasta que no me ponga con ellas… Los relatos no se regalan, hay que trabajárse­los», manifiesta. «Una historia, por pequeña que sea, trabajándo­la, la imaginació­n se pone en marcha y de un modo casi milagroso, va surgiendo todo, pero con mucho esfuerzo», concluye.

«Quiero escribir con precisión, de un modo atractivo, me gusta que mis páginas resplandez­can»

 ?? ANDREEA VORNICU ?? El escritor Luis Landero, ayer, en el Patio de la Infanta de Fundación Ibercaja en la presentaci­ón de ‘La última función’, su nueva novela.
ANDREEA VORNICU El escritor Luis Landero, ayer, en el Patio de la Infanta de Fundación Ibercaja en la presentaci­ón de ‘La última función’, su nueva novela.

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