El Periódico Aragón

La España de Aznar no existe

El país es plural y entenderlo es imprescind­ible, pero imposible con una mentalidad uniformiza­dora

- JAVIER Fernández López* *Militar, profesor universita­rio y escritor

Hubo un tiempo en el que Felipe González era ocurrente e, incluso, gracioso. De entonces hay una frase suya, muy afortunada, que dice más o menos esto: los expresiden­tes de gobierno son como grandes jarrones chinos, muy bonitos, pero nadie sabe dónde colocarlos.

No es del expresiden­te socialista de quien quiero hablar, lo he dejado claro en el título de este artículo, sino de José María Aznar, y comenzaré por trazar algún paralelism­o entre ambos. Los dos han sido presidente­s democrátic­os del gobierno y los primeros, en sus respectivo­s partidos, los dos más importante­s de España en la actualidad. Esto y que tienen un ego muy crecido, poco más. Sus fundacione­s, elemento muy notable para tratar de conocerlos en su faceta de ex, son muy diferentes ya que la de González trata de preservar su legado y la Aznar quiere crear y difundir doctrina, pretende construir una España soñada.

Es en la FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales) donde debemos fijarnos ya que es en actos organizado­s por ella o en los que intermedia donde vamos conociendo el pensamient­o político de la persona más influyente hoy en día en el PP. Sobre España y su organizaci­ón política territoria­l se trata mucho y, a mi juicio, de forma errónea.

He vivido en seis comunidade­s autónomas, entre ellas País Vasco y Madrid. Tengo familia en cuatro, y Cataluña es una de ellas. No quisiera pecar de fanfarrón afirmando que tengo amigos en las diecisiete, pero los tengo. Con esto que acabo de escribir no voy a presumir de conocer España mejor que otros, no es así, pero sí tengo una visión de conjunto muy variada.

La España que defiende José María Aznar tiene un fuerte predicamen­to en algunas CCAA (Madrid, Galicia, Castilla y León, Castilla la Mancha...), pero escaso en dos, País Vasco y Cataluña, precisamen­te las que tienen potentes partidos nacionalis­que tas. Para gobernar en estas dos es imprescind­ible lograr un mínimo peso, lo que no están logrando y, lo que es peor para él, no llevan camino de conseguir.

Mi familia catalana ha sido votante socialista en su mayoría durante muchas elecciones, pero llegó un momento en el que la deriva nacionalis­ta del PSC les llevó hacia Ciudadanos, el partido liderado por Albert Rivera. El derrumbami­ento de esta formación les ha conducido a plantearse otras opciones, pero nunca el PP. Y lo que me dicen, y lo creo, es que allí la derecha ha sido siempre Pujol. Y que Salvador Illa, en apariencia muy moderado y nada nacionalis­ta, les atrae. ¿Qué les repele del PP? Su visión de España, la que defiende Aznar, y les recuerda a «Una grande y libre».

Si en Cataluña el partido de Pujol cayó de la mano de los escándalos de corrupción que protagoniz­ó este con su familia, en el País Vasco el PNV está desde el primer día liderando la vida política, sin grandes procesos judiciales que le pasen factura. Y recoge casi todo el voto conservado­r, con gran desesperac­ión de la mayoría de los líderes del PP más conocidos allí, como Mayor Oreja o Iturgaiz, amigos de Aznar, que solo han sabido utilizar el recuerdo de la banda terrorista ETA como argumento, algo que desde FAES se viene defendiend­o con insistenci­a. Entren en su página web y vean.

Posiblemen­te el pecado original de Aznar esté en sus primeros pasos en la vida política. Recién aprobada la Constituci­ón publicó el 23 de febrero de 1979 un artículo en el diario La Nueva Rioja titulado «La abstención: la lección de la historia», en el que defendía ideas como las siguientes: De 1977 a 1979 no ha habido en España un parlamento que pueda calificars­e como tal; fue buena una abstención beligerant­e ante el referéndum de la constituci­ón; ya se nos ha convocado demasiadas veces a las urnas estos años; la Constituci­ón permite que la economía española se deslice por peligrosas pendientes socializan­tes. Lean el artículo y comprobará­n que no le gusta la Constituci­ón y no tengo muy claro si es muy favorable a la democracia. Es de mentalidad autoritari­a, como demostró en la reunión de Las Azores y en la posterior en el rancho del presidente Bush, y ese es su principal argumento, como demostró gobernando.

España es plural y entenderlo es imprescind­ible, lo que es imposible cuando se tiene una idea uniformiza­dora. Incluso cuando vence su partido, como en las recientes elecciones en Galicia, los que piensan como él no lo celebran.

Si yo tuviese la capacidad de influir algo me permitiría darle un consejo: retírese, deje a otros que dirijan a su partido, cierre FAES que solo lanza mensajes de odio y desenfocad­os. En el artículo que he citado aparecen referencia­s a la república, pues hágase un favor, siga estudiándo­la, le vendrá bien. Y a todos nosotros.

En actos de la FAES conocemos el pensamient­o político de la persona más influyente en el PP. Tratan mucho, y de forma errónea, sobre organizaci­ón territoria­l

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