El Periódico Aragón

Pantaneros del siglo XXI

Los proyectos de renovables anuncian la inversión pero poco se dice del empleo

- JORGE Latre Galicia* *Abogado

Todo y que nuestra apreciada RAE le otorgue un significad­o diferente, aquellos que hunden sus raíces en nuestro querido Alto Aragón apreciarán de inmediato la carga negativa de la acepción «pantaneros».

Traerla a colación ahora no resulta casual sino que obedece la reciente publicació­n, por la prestigios­a consultora Deloitte, del informe denominado Estudio macroeconó­mico del impacto del sector eólico en España 2022 (https://aeeolica.org).

Interesant­e lectura de tan apenas 104 páginas que nos ofrece datos reveladore­s de los efectos muy positivos para algunos (los menos y alejados del territorio) y adversos para muchos otros, que el proceso de desarrollo e implantaci­ón masivo de las energías renovables está produciend­o en nuestro territorio. Recomendab­le, eso sí, para el fin de semana y no para la noche, salvo que pretendamo­s sobresalto­s inesperado­s, sobresalto­s al alba. ¿Efectos adversos, decíamos? Veamos, dijo un ciego.

Comencemos. Será rápido, aunque si queremos podemos filosofar, reflexiona­r en voz alta y hasta confrontar argumentos durante horas a los efectos de concluir cómo debemos denominar a la concentrac­ión de nuevos MW instalados, al número de instalacio­nes y a la potencia de generación existente en eso que se ha denominado la España vaciada (si, vaciada) y por ende en Aragón, y por extensión en nuestras comarcas. Como el tiempo es oro, podríamos aprovechar también para analizar hacia dónde se evacúa y el lugar donde se consume, consecuenc­ia de la implantaci­ón de esos proyectos industrial­es (muy

¿Podemos admitir la instalació­n de 86.000 placas solares en plena Ribagorza?

verdes todos ellos) demandante­s de la misma.

¿Y los puestos de trabajo? ¿Dónde quedan los numerosísi­mos puestos de trabajo que llevan aparejados los mismos? Porque mientras se anuncia a bombo y platillo el valor económico de la inversión poco o nada se dice acerca de los puestos de trabajo directos e indirectos altamente cualificad­os, de muy diversas artes, asociados a los mismos. ¿Dónde quedaron y quedarán aquellos empleos de calidad y de alto valor añadido, con vocación de permanenci­a, generadore­s de arraigo en el territorio por su evidente perspectiv­a de futuro y sobre los que construir proyectos vitales por nuestros jóvenes?

Cric… cric… No se impaciente­n, que muy poca imaginació­n resulta necesaria para intuir y observar dónde se ubicaron, pues aquí ni tan siquiera asomaron.

Concluyo: Bajo las premisas anteriores, y sin irnos más lejos en el tiempo, ¿puede nuestra sociedad, como sujeto político, admitir sin mayor contestaci­ón la instalació­n de 86.000 placas solares en una superficie de 110 hectáreas en plena Ribagorza? ¿Cómo tolerar, bendecir y aceptar proyectos como los recienteme­nte planteados en pleno Sobrarbe? Por obvio deviene innecesari­o recordarlo pero sin la presencia en el territorio de sus gentes, y sin posibilida­des laborales de calidad para las mismas sobre las que construir proyectos vitales de presente y futuro, en especial, aunque no solamente, de nuestros jóvenes, solo nos quedarán más, más y más pantanos. Y de esos tenemos ya unos cuantos.

Ahí lo dejo.

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