I.F NPMFTUB NVDIP TFS BØO FM ØMUJNP FOUSFOBEPS EFM ;BSBHP[B FO 1SJNFSBu
Entrenador del Real Zaragoza en las temporadas 11-12 y 12-13
Ha estado hasta finales de diciembre pasado en Paraguay, en el Cerro Porteño, pero no en el banquillo, sino de asesor. ¿Cómo llegó ese cambio?
– – Por las opciones que tenía y tras salir de Emiratos Árabes, donde hicimos una buena temporada en el Al-Wahda, pero acabé muy desgastado, de estar fuera también y me tomé unas vacaciones. A mediados del año pasado me llegó la posibilidad del Cerro Porteño, para asesorar a un club que quería potenciar la base, los entrenadores, y tener una mayor formación y amplitud de conocimientos. Tenía allí Brasil y Argentina cerca, era una forma también de controlar el fútbol sudamericano, la Libertadores y estoy muy contento de la experiencia. Yo he aportado mis ideas, pero he recibido mucho más, sobre todo con la ilusión de los chicos de allí, con el esfuerzo, mucho mayor por las condiciones en que viven. Es admirable y no es tan fácil como lo tienen ahora en Europa.
– En todo caso, en Manolo Jiménez habita un ‘animal de banquillo’, ahí quiere volver, ¿no?
– Sí, eso está claro. Acepté ir hasta final de temporada y el Clausura acabó en diciembre, me propusieron seguir y tuve la posibilidad de entrar a ese banquillo, pero yo no fui a eso, sino con la idea de hacer mi trabajo. Ahora, estoy viendo mucho fútbol, siempre que puedo en directo, manteniéndome en forma porque siempre me gusta interactuar con los jugadores, y preparándome para lo que pueda acontecer en el futuro, esperando volver pronto a un banquillo.
No ha tenido nunca miedo a coger la maleta, ha estado tres veces en el AEK de Atenas en Grecia, en Emiratos Árabes, dos (AlWahda), también en Catar (AlRayyan), en 2023 en Paraguay… Está claro que no le tiene miedo a lo que no conoce.
– –Es que me lo tomo como una manera de ampliar miras y bagaje. Tengo ya experiencia en Europa, en Asia y en Sudamérica, además de los equipos que he dirigido en España, el Sevilla, el Zaragoza y Las Palmas. Es verdad que en el Sevilla estuve casi de forma ininterrumpida, salvo un breve
en el Villarreal (segundo entrenador), durante 32 años y me parecía que más allá de ese club no había nada, pero he podido apreciar y comprobar lo que se enriquece uno cuando cambia de ambiente. Y me quedo con lo mucho que me dio el fútbol, también con las amistades y el cariño que he tenido donde he ido. No solo es el aprendizaje profesional, sino también y más importante si cabe lo que te aportan a nivel personal tantas experiencias, Ligas y países.
Menciona el Zaragoza, se marcha en 2013, en junio, tras temporada y media y con el descenso consumado. Si entonces le dicen que casi 11 años después seguiría el club en Segunda…
– – No me lo habría creído, sin duda. Ese descenso se pudo haber evitado, fuimos culpables todos, especialmente los que ostentábamos cargos más importantes. Con la temporada que hicimos el primer año, aquella salvación tan bonita, estaba alucinado con el grupo que tenía, éramos una familia
y algunas personas se encargaron de destruirla. Fui culpable de haber aceptado ciertas cosas…
– Por ejemplo…
– Cuando acabó la primera vuelta estábamos más cerca de la zona europea que del descenso, tras ganar en San Mamés. Llegaron las lesiones de Obradovic, Javi Álamo y especialmente de Zuculini, que era casi el alma y el corazón de ese equipo, tres lesiones de rodilla de forma consecutiva que no se reemplazaron por jugadores de ese perfil sino que lo hicieron por otros que no aportaban o que no eran lo que necesitábamos, con futbolistas demasiado jóvenes, también había algún jugador que no ayudaba en el vestuario y generaba mal ambiente. Acepté demasiadas cosas, porque aunque soy vehemente soy también una persona que acepta de corazón lo que le dicen. Si hubiera dado un golpe en la mesa como en la primera temporada en Málaga (el «siento vergüenza»)... cierta persona que no quiero nombrar no habría heespacio
cho ciertas cosas. Nos hizo un daño terrible. Lo primero que no tenía que haber aceptado es trabajar sin un director deportivo (estuvo Antonio Prieto antes), pero lo hice convencido por el dueño, por las necesidades económicas del club. Ahí empezó a fallar todo, tener jugadores casi atados, convencidos de venir, trabajando mucho tanto Cuartero como yo, como Javi Fuego, Ignacio Camacho o Canella, pero al día siguiente, tal y como te levantabas de la cama, desaparecía esa opción y venía otro, eso rompió el vestuario.
«Ese descenso se pudo evitar, pero nunca me habría creído que siguiera aún en Segunda»
«Acepté muchas cosas, si hubiera dado un golpe en la mesa, como el primer año...»
– ¿Qué enseñanza sacó?
– Que no debía haber tragado con eso, debía haber hecho algo. Tenía que haber dado un golpe en la mesa y haberme ido y seguro que la gente habría reaccionado. Me equivoqué ahí, aunque con esa propiedad el Zaragoza estaba condenado a sufrir todos los años en Primera y, como pasó, a irse al pozo más pronto que tarde.