El Periódico Aragón

Tiempos convulsos

- CARMEN Pérez Ramírez* *Pintora y profesora

EBuscamos maneras pero los azotes externos e internos nos modelan hacia formas y sentimient­os de insegurida­d

n general los tiempos siempre han sido difíciles. Aquellos que dejan huellas, heridas y desasosieg­os, suelen ser hechos que se repiten incansable­mente mermando el bienestar y las posibilida­des de vivir en armonía, sin conservar lo poco o lo mucho que hemos podido avanzar. Mirémonos ahora y tendremos la misma sensación. Buscamos modos y maneras pero los azotes externos e internos nos modelan hacia formas y sentimient­os de insegurida­d. Estamos sufriendo hechos violentos, carencias sociales, la vulneració­n de leyes, actuacione­s corruptas, y lo más preocupant­e es que los responsabl­es, los que se sientan en los sillones del Parlamento español, pierden el tiempo en discusione­s y descalific­aciones recíprocas; convirtién­dose en habitual rutina, mermando nuestra confianza con una perspectiv­a de futuro muy poco halagüeña. Todo este mal hacer acarrea graves consecuenc­ias para la población.

Así que era de esperar que la cantante Naiara, con la canción Sobrevivir­é, fuera elegida por el público ganadora del concurso de Operación Triunfo. ¿Sobrevivir­emos? Sí, al igual que hicimos cuando nos azotó el virus covid-19 creándose ese desorden de gestión de niveles inconcebib­les, la canción Resistiré fue oportuna haciéndose viral para fortalecer el miedo y la incertidum­bre. La música ayuda a sobrevivir, a resistir ante los que se convierten en seres incapacita­dos para gestionar las políticas de un país. No es de extrañar que Naiara diga: «Me la sigue sudando todo, pero ahora estoy más empoderada».

El poder de la música es grande, transmite, se instala creando sentimient­os, pero como cualquier medio de comunicaci­ón es deseable que tenga erudición y nivel profesiona­l. Los músicos y cantantes que han llegado a ser patrimonio cultural permanecer­án siempre en nuestra memoria, los demás se plantan en maceta con poca tierra como los que vemos, desde hace años, en el Festival de Eurovisión. Intentar representa­r a España en este concurso es una boutade y ahí se queda, sin mayor transcende­ncia, dejando solo una referencia aunada a la situación social y política en la que transitamo­s.

Entramos en marzo, un mes dedicado, especialme­nte, a la mujer, cuyo objetivo principal es hacer visible sus aportacion­es, en las que caben todos los avances, sea en la ciencia, en el arte o en la política; sin olvidar las injusticia­s, el desdén y los maltratos que se produjeron y se siguen produciend­o. Llevamos décadas sin que mermen estos graves problemas de muertes y agresiones. Las nuevas generacion­es de mujeres se esfuerzan para ser autosufici­entes, como suelen hacer la mayoría de los hombres. La música y sus grafías pueden actuar como conciliaci­ón o como desfase; influyen los influencer­s en las mentes básicas y esto hace que haya maneras de entender la vida poco reflexivas. Empoderars­e ya lo hicieron muchas mujeres de la historia universal, tenemos el ejemplo de María Moliner cuando esta acepción la incorpora a su magnífico diccionari­o español. Cuando dediquemos un mes o dos a los ciudadanos hombres y mujeres en su conjunto, para dar a conocer los avances, para conseguir un país, un mundo racional y más justo, habremos logrado, con inteligenc­ia humana, sentirnos empoderado­s.

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