La crecida del Ebro llega a su fin sin causar grandes daños materiales
Pina de Ebro sufrió la inundación de 300 hectáreas y tuvo que desalojar una granja
La crecida del Ebro que puso en jaque a Aragón en los últimos días llegó ayer a su final en una jornada marcada por la desactivación de los protocolos y por las leves afecciones que la riada tuvo en diferentes puntos de la comunidad. La localidad de Pina de Ebro fue la más afectada, en un día marcado por la llegada de la punta de la riada a la Ribera Baja y por el fin de la alerta en todo el territorio autonómico. Por fortuna, no hubo que lamentar daños personales y pocos de carácter económico.
La mañana comenzaba con el corte de la A-1107, precisamente a su paso por Pina de Ebro. Ahí, su alcalde, el popular Pablo Blanquet, ya relataba que «no había peligro para el casco urbano y el agua comenzaba a bajar», al ser preguntado al mediodía por este diario. Ya
entonces el análisis de Blanquet confirma que en la localidad se había tenido que «evacuar una explotación ganadera de unas 400 cabezas y se han anegado más de 300 hectáreas». El regidor lamentaba que «con un caudal menor, las afecciones en el municipio son más grandes» y por ello reivindicaba «una mejor limpieza del cauce del
río, la mejora de las defensas ante las crecidas y mantener embalses y balsas de agua en zonas más altas para evitar este tipo de situaciones».
Pina de Ebro no tuvo que lamentar daños en el casco urbano, pero la preocupación sí se instaló entre los vecinos de la población. Blanquet, que se mantuvo en contacto con los habitantes del pueblo, manifestó que «siempre hay algo de preocupación cuando sabes que va a llegar una riada al municipio». Entre los vecinos, los campos dedicados a cultivo concentraban los temores: «Aquí la gente trabaja en el campo o tiene a algún familiar o amigo que lo hace, entonces es un golpe duro para el sector primario, que es muy fuerte en la economía de la localidad». Como reconocía el alcalde de Pina de Ebro, «las explotaciones afectadas pierden mucho con estos episodios puntuales que afectan para el resto del año».
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EL OPERATIVO El correcto avance de la situación en el Ebro llevó a mediados de la mañana a que el Cecopi (Centro de Coordinación Operativa Integrada) rebajase la alerta al nivel 1 y desmovilizara a los efectivos de la UME en la zona, al ver que la avenida no había provocado graves afecciones en los municipios de la ribera. El director general de Interior y Emergencias del Gobierno de Aragón, Miguel Ángel Clavero, señaló que el descenso en el caudal del río será lento, porque «más que una punta es una meseta larga, de entre seis y doce horas». Clavero destacó que en el operativo para atajar esta crecida participaron unas 120 personas.
Poco más tarde, el Ayuntamiento de Zaragoza desactivaba el Plan Municipal de Protección Civil, ante la buena situación del paso del Ebro por la capital aragonesa. «Debemos de felicitarnos por la coordinación entre las distintas administraciones y por la falta de incidencias ante una crecida que ha sido finalmente ordinaria», celebró la concejala Ruth Bravo, que aseguró que «todo estaba preparado para el caso de haber sido una extraordinaria».