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Un ferroviario zaragozano, es el responsable de Operaciones del Haramain
Hay una vista de postal que Javier Ferrer disfruta en especial. Es esa fotografía que se vislumbra desde la cabina del maquinista cuando el tren se aproxima a la mezquita sagrada de Masyid al-Haram. «Cuando sales del desierto, ves por fin una torre con un reloj junto a La Kaaba, y es una pasada», relata este ferroviario zaragozano que hoy está a los mandos del área de Operaciones del proyecto Haramain, más conocido como el AVE a La Meca.
Hijo, nieto y hermano de trabajadores del mundo ferroviario, Ferrer empezó conduciendo trenes de mercancías por los raíles aragoneses en 1985, cuando apenas tenía 18 años. Poco pudo imaginarse entonces que cuatro décadas después estaría a los mandos de ese prodigio técnico que recorre a través del desierto los 453 kilómetros entre Medina y La Meca.
Ferrer llegó hace algo más de un año y medio a Yeda, la segunda ciudad más grande del país saudí, después de que Renfe (formó parte del consorcio español que se adjudicó el macroproyecto) le ofreciera el puesto. Tuvo que pensárselo, reconoce, y decidió junto a su mujer que era el momento de aceptar el reto. El cambio era abrupto, pero le pudo la curiosidad por conocer uno de los Estados regidos por una monarquía absoluta que hoy se abren al mundo occidental a base de fondos ilimitados de dinero provenientes del petróleo.
El proyecto Haramain fue uno de los emblemas de la Marca España. Un voluminoso consorcio de empresas españolas, tanto públicas (Adif y Renfe) como privadas, se adjudicaron los contratos para levantar la primera línea ferroviaria de alta velocidad en Oriente Próximo con el objetivo de ponerla en marcha en 2016. Tras una travesía por el desierto (las tormentas de arena y las condiciones climatológicas convirtieron el proyecto en un desafío de primera magnitud para los ingenieros), el ferrocarril de alta velocidad se inauguró en 2018 para conectar las dos mezquitas sagradas de La Meca y Medina con paradas en Yeda, en el aeropuerto internacional Rey Abdulaziz y en la Ciudad Económica Rey Abdullah.
El trazado mueve 50 trenes al día en ambos sentidos a 300 kilómetros por hora. «Hay dos episodios al año en los que se dispara la demanda y tenemos que reorganizar las rutas al superar los 130 viajes durante el Ramadán (este año empieza el 10 de marzo) y la Peregrinación Mayor (Hajj, desde finales de junio)», explica Javier Ferrer. La línea registró en 2023 un total de 6,97 millones de viajeros, lo que supone un aumento del 90% sobre las cifras de 2022 (3,67 millones).
«El pasajero peregrino es muy particular. En el tren ya van vestidos con los atuendos blancos y hay muchos que, viniendo de países árabes, es la primera vez que ven un tren en su vida. Eso genera algún que otro problema porque algunos no saben abrir la puerta, no saben colocar las maletas o vienen con demasiado equipaje», cuenta Ferrer.
El año y medio que este zaragozano y su esposa llevan viviendo en Arabia es tiempo suficiente como para haber percibido esas diferencias cotidianas con el estilo de vida europeo. Ferrer reside en un compound, una suerte de urbanización donde viven los trabajadores expatriados donde hay oficinas, gimnasio y centros de ocio. «Aquí todos hablan inglés y hay una mezcla de culturas entre los trabajadores que llegan desde Filipinas, Sri Lanka o Egipto», cuenta Ferrer, que, para lástima suya, tiene que hacer frente día tras día al «caos» del tráfico en la ciudad. «Yeda está hecha para el coche y pasear es algo complicado. Tienes que cruzar avenidas de cuatro o cinco carriles por sentido en las que no hay cruces», cuenta el ferroviario.
Insiste Ferrer en que el país está en un momento de «cambio radical». «Está en una fase de transformación rápida. Creo que los propios saudíes son conscientes
de que todo cambia cada día. Se caracterizan por ser gente amable y muy curiosa, que incluso te pregunta por la calle o te da la bienvenida. Sin embargo, les cuesta más si intentas desarrollar una amistad o una relación más cercana», analiza Ferrer sobre sus vecinos. «Llevan una vida muy familiar y nocturna, aunque no hay ocio por la noche. Pasan mucho tiempo en
el paseo junto al mar Rojo, tomando pastas y té, y hacen mucha vida en el centro comercial», explica Ferrer.
Alude a los cambios normativos, como que las mujeres puedan llevar el pelo descubierto. «En cualquier caso, esa tradición está muy arraigada y les va a costar dar el paso. Piensa en España hace no muchos años, cuando una mujer quería quitarse el luto y la sociedad le ponía trabas», explica el zaragozano.
El país saudí comenzó a abrirse al turismo hace menos de una década, cuando cambiaron las restricciones para los extranjeros y también para las mujeres, que hasta hace nada no podían conducir, trabajar o salir de casa sin la compañía de un varón, cuenta Ferrer, que cita la celebración del Gran Premio de Fórmula 1 o del mundial de clubes de fútbol como ejemplos de esa apertura.
El ritmo de esa transformación ha llevado a que las mujeres saudíes, que hasta 2018 ni siquiera podían conducir, sean hoy las maquinistas de este tren de alta velocidad que opera la filial Renfe KSA. En 2022, la operadora ferroviaria española comenzó la formación de 34 mujeres saudíes de entre 22 y 30 años para llevar los conductores del Haramain. En el proceso de selección se inscribieron unas 28.000 mujeres y más de 14.000 superaron las primeras pruebas
de aptitud.
Ferrer vive en Yeda desde 2022: «El saudí suele ser amable, aunque es difícil estrechar la relación»