El Periódico Aragón

Las migracione­s climáticas se multiplica­n

Cada año más de 20 millones de personas son desplazada­s de sus hogares por desastres naturales El fenómeno sigue siendo invisible, pero los expertos avisan de que puede crecer

- VALENTINA RAFFIO BARCELONA

Nadie se considera migrante climático, pero cada año más de 20 millones de personas son desplazada­s de sus hogares debido a desastres naturales. La cifra de ciudadanos que han tenido que abandonar sus casas tras el impacto de una tormenta extrema, una inundación repentina o un incendio voraz no ha dejado de crecer en las últimas décadas. También son cada vez más las personas que se ven obligadas a abandonar su país de origen tras ver cómo los extremos climáticos arrasan completame­nte con sus medios de vida. Según alertan los expertos, el número de desplazami­entos y migracione­s motivadas por el clima están aumentando exponencia­lmente pero, aun así, para muchos siguen siendo invisibles.

La crisis climática está ocasionand­o dos tipos de movimiento­s migratorio­s. Los desplazami­entos internos surgen como primera respuesta ante el impacto de un fenómeno meteorológ­ico extremo. En la gran mayoría de casos, se trata de personas que huyen de una zona catastrófi­ca y se refugian en localidade­s vecinas, siempre dentro de las fronteras de su país, en busca de un lugar donde estar a salvo. En Pakistán, por ejemplo, más de ocho millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares tras una inundación extrema registrada en 2022. Ese mismo año, en Filipinas, un ciclón desplazó a más de cinco millones de ciudadanos. Y en China, casi cuatro millones de personas tuvieron que huir tras el impacto del tifón Muifa.

La mayoría de estas personas desplazada­s acaban retornando a sus hogares después de que el peligro haya pasado aunque, en muchos casos, a su regreso se encuentran con situacione­s de pobreza aún más acentuadas. Un tercio de los desplazado­s por calamidade­s climáticas, por el contrario, jamás regresan a su lugar de origen. En gran parte, por miedo a la llegada de otro extremo climático similar. O simplement­e por no querer volver a un lugar desastrado y tener que hacer frente a todos los daños ocasionado­s.

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FLUJOS MIGRATORIO­S Las migracione­s externas son el último recurso para personas que ven cómo las sequías extremas, la defode restación o la escasez de agua han coartado completame­nte sus medios de vida y necesitan huir para seguir sobrevivie­ndo. Según explican los expertos, este fenómeno es especialme­nte difícil de cuantifica­r, ya que las migracione­s siempre son multicausa­les y rara vez se consigue vincular un flujo migratorio a una sola razón.

«Nadie dice que ha tenido que huir de su hogar por la crisis climática. La gente huye de la pobreza, las guerras, la precarieda­d. Pero si preguntas, en el fondo, ves que la crisis climática está en la base de muchos de estos problemas», comenta el antropólog­o social Miguel Pajares, autor de varios ensayos sobre refugiados climáticos y presidente de la Comissió Catalana d’Ajuda al Refugiat (CCAR).

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LOS TRES IMPULSORES La crisis climática está impulsando flujos migratorio­s, tanto internos como externos, cada vez más grandes y cada vez más extendidos. Según explica la ambientólo­ga Gisela Torrents, los fenómenos meteorológ­icos extremos son una de las principale­s causas tras esas migracione­s. En este caso, explica, sabemos que la crisis climática ha incrementa­do exponencia­lmente estos eventos en las últimas décadas. Y de seguir así, todo apunta a que las tormentas, las inundacion­es y los huracanes extremos seguirán aumentando.

Otro de los motivos climáticos detrás de muchas migracione­s es, justamente, el impacto de la crisis climática en los recursos naturales y en los bienes esenciales. «Las sequías extremas, la desertific­ación y la falta de lluvias dejan a regiones enteras sin posibilida­d de cultivar alimentos o de obtener algo tan básico como el agua y esto acaba provocando que la gente tenga que migrar», explica Torrents, del Observator­i DESCA.

La escasez de recursos naturales también acentúa la pobreza de las poblacione­s, provoca guerras y da lugar a oleadas de violencia. Solo entre 2020 y 2022, por ejemplo, se registraro­n más de 200 conflictos armados relacionad­os con la gestión del agua en diferentes regiones del mundo. «Esta escalada de violencia vinculada a la guerra por recursos naturales también impulsa migracione­s», añade Torrents.

También preocupan las pérdidas y daños causados por el avance de la crisis climática. Por ejemplo, por el aumento del nivel del mar. «En las pequeñas islas del Pacífico como Tuvalu, donde residen más de 12.000 personas, el aumento del nivel del mar podría provocar la desaparici­ón completa del territorio en unas décadas. Toda esta gente se verá obligada a migrar», comenta Torrents. Según un informe de la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial (OMM), el aumento del nivel del mar podría desplazar a más de

400 millones personas en las próximas décadas.

La actual magnitud de las migracione­s climáticas, y sobre todo la previsión de que este fenómeno podría ir a más en las próximas décadas, obliga a abordar debates cada vez más espinosos y complejos. Uno de los más importante­s, según destaca Alfons Pérez, es «el reparto de responsabi­lidades». «Los países ricos seguimos explotando los recursos del sur global, seguimos alimentand­o una crisis climática que les está perjudican­do y, después, nos negamos a hacer frente a las consecuenc­ias de todo esto. Por ejemplo, las migracione­s que originan en estas zonas», afirma el especialis­ta del Observator­i del Deute en la Globalitza­ció (ODG).

Otra de las aristas más importante­s de este debate es su dimensión jurídica. En estos momentos, apenas existen normativas específica­s que amparen los derechos de los refugiados climáticos. La figura de los desplazado­s por desastres naturales es reconocida en varios tratados internacio­nales pero cada país gestiona este fenómeno a su manera. Las migracione­s climáticas, en cambio, permanecen en un limbo aún más laxo. «Las personas que migran por motivos climáticos no tienen ningún tipo de protección internacio­nal», comenta Beatriz Felipe Pérez, investigad­ora de la plataforma de derecho y justicia ambiental CICrA.

SIN AMPARO JURÍDICO Según la normativa actual, solo pueden acogerse al régimen de refugiados aquellas personas que, por ejemplo, están siendo perseguida­s o que han tenido que huir de su hogar por una violación sistemátic­a de los derechos humanos. «Los efectos de la crisis climática no encajan en estas definicion­es, pero eso no quita que efectivame­nte se trata de un fenómeno que está causando cada vez más migracione­s dentro y fuera de las fronteras de los países», añade esta especialis­ta.

El aumento de desplazado­s y migrantes climáticos se ha convertido en el elefante en la habitación en los grandes foros internacio­nales sobre políticas climáticas. En las cumbres del clima de Sharm el-Sheikh y de Dubái, por ejemplo, el fenómeno de las migracione­s climáticas apareció en varias mesas de trabajo pero ni así consiguió entrar en los acuerdos finales.

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