Examen final
El Real Zaragoza y Velázquez necesitan una victoria balsámica ante el colista Amorebieta para calmar los ánimos de la grada y no aumentar hasta límites insospechados la actual crisis del equipo
El empate del Real Zaragoza ante el Villarreal B, con 3.000 zaragocistas en La Cerámica, ejerció como la gota que colmó el vaso de la paciencia para una afición harta de estar harta y que ya ha puesto en su punto de mira a Julio Velázquez, aunque no solo al entrenador, ya que los jugadores y el director general, Raúl Sanllehí, se tuvieron que escuchar claras alusiones tras el choque. Ese caldo de cultivo se palpa, con el equipo que anda a ocho puntos del playoff cuando quedan 42 y con una mala racha de un punto de los últimos nueve y 15 de 36 desde la llegada de Velázquez, que afronta ante el colista Amorebieta una reválida a todos los niveles. Bueno, lo afronta todo el Zaragoza, que solo tendrá bálsamo si obtiene una victoria tan necesaria a todos los niveles como obligatoria para que la crisis no se dispare.
El mensaje que el club dio tras el frustrante empate en La Cerámica, el enésimo partido de juego discreto, fue de tranquilidad y confianza en Velázquez. No parece, al menos en teoría, que el valli
soletano se juegue el puesto en el duelo, aunque una derrota y un clamor de la grada podrían mover muchas voluntades, también las de la actual propiedad, que tras muchos millones invertidos solo han saneado cuentas y mantienen la misma vida mediocre del equipo, y del director deportivo, Juan Carlos Cordero, el gran valedor del entrenador, su primera apuesta como director deportivo zaragocista. Es obvio que la situación se tendría que tornar en muy dramática, también a efectos clasificatorios, para que el pulgar cayera hacia abajo con Velázquez, pero, queda dicho, conviene no olvidar el carácter impredecible de las respuestas a una reacción popular.
Para evitar cualquier duda sobre su futuro, aunque el entrenador insista en que solo percibe normalidad y que el trabajo de sus jugadores y del equipo es tan superguay y maravilloso como todas las semanas, sin que lleguen apenas victorias (solo tres de doce choques), superar a un Amorebieta casi desahuciado, con 10 puntos que remontar a estas alturas para salvarse, es absolutamente imprescindible. Todo lo que no sea ganar, con la mirada puesta en la visita a Zorrilla ante el Valladolid y al paso del Espanyol por La Romareda, ofrecerá un panorama futuro muy negro.
El Zaragoza ha vivido, además, una semana en la que el foco, además de en el entrenador, ha estado en varias lesiones, en la confirmación de la de Bakis, la repetición en al de Cristian, la grave de Borge... A perro flaco... Velázquez tendrá que tocar el once, aunque no parece que demasiado. Mouriño, suplente en Villarreal por unas molestias en el pubis que le acompañan hace dos meses, apunta a volver al equipo, aunque está por ver si para recuperar la línea de tres centrales atrás o con Francés de lateral zurdo, ya que el frágil Lecoeuche pasó la semana entre algodones y aguardará sitio en el banquillo.
Es mucho más probable el retorno al esquema con tres centrales, con Valera en el carril y la vuelta de Toni Moya al medio para un partido donde el extremeño, guadianesco siempre, le puede dar más fútbol al equipo. Arriba, Mollejo, que sería la referencia, y Maikel Mesa son fijos y el damnificado señala a Iván Azón, ya que en la medular Aguado es intocable, como también Francho, con su fascitis ya muy mejorada, lo es en un Zaragoza que ha reducido su capacidad a mínimos y que necesita elevarla como sea ante un enemigo que con toda seguridad le dará el peso del juego. Y ya se sabe lo que es en el fútbol asociativo...
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LA GRADA Y EL ‘AMORE’ El examen final, con aire de plebiscito, también se vivirá en la grada y con el Amorebieta como enemigo a superar, colista, sí, aunque al Zaragoza no se le dan muy bien (solo la mitad de los puntos ante ellos desde el descenso en 2013) y de mejorada faz en los últimos partidos, donde Jandro Castro ha optado por un esquema de tres centrales que no le ha traído un gran avance de resultados, pero sí algo más en la solidez. El equipo vasco recupera a Lasure, de retorno a La Romareda, a su casa, donde fue uno de los canteranos con mejor cartel, y tiene las bajas de Jauregi, Troncho y Carbonell. Ha perdido capacidad arriba con las lesiones y tiene poquitos mimbres el Amore, con otro zaragocista, Erik Morán, en el once, pero sí los suficiente para dar un disgusto y un suspenso al Zaragoza en su examen.