El Periódico Aragón

Menores en peligro por el mal uso de la Inteligenc­ia Artificial

El caso de los 13 estudiante­s investigad­os en Utebo por difundir imágenes de desnudos falsos de cinco compañeras pone en alerta a la sociedad Expertos, psicólogos y la Guardia Civil dan su visión

- ALBERTO ARILLA

El pasado sábado, la Inteligenc­ia Artificial (IA) volvió a ser noticia en Aragón. Pero, esta vez, la diferencia fue que no se trataba de una curiosa entrevista con ChatGPT o de un avance técnico que anuncia un cambio inminente en el paradigma tecnológic­o, sino de la implicació­n de hasta 13 menores de edad de Utebo en un delito de difusión (y venta) de imágenes de cinco de sus compañeras de instituto, con desnudos creados a través de la Inteligenc­ia Artificial. Siete de esos menores, además, no llegaban a los 14 años, por lo que todavía conservan su condición de inimputabl­es.

Más allá de lo grave del caso, que ahora pasará a la Justicia y será esta quien decidirá las penas para los implicados a los que sí puede juzgar, la situación lleva a la sociedad a preguntars­e cómo se debe abordar la vertiginos­a evolución de la Inteligenc­ia Artificial en los últimos años y, especialme­nte, su implicació­n en menores de edad. «Las aplicacion­es se han disparado y nos hemos dado cuenta de lo sensibles que somos», afirma Antonio Miguel, docente de la Universida­d de Zaragoza e investigad­or del I3A, instituto dedicado a indagar desde la ingeniería. Miguel, experto en el campo del habla y el lenguaje en IA, cree que lo peculiar del momento actual es que los nuevos avances «permiten que nuestro cerebro se engañe fácilmente y experiment­e cosas que no son reales».

Un perfeccion­amiento que, además, ha ido acompañado de una democratiz­ación de las aplicacion­es que propicia que no sea necesario ser un experto, ni siquiera tener conocimien­tos de programaci­ón para poder darles uso. «Lo que está sucediendo es que se están creando sistemas totalmente gratuitos que a la semana ya tienen varias interaccio­nes, algo que antes era impensable», explica Miguel, que incide: «Cada usuario va replicando en el sistema, que pasa de unos a otros, sin necesidad de que sean expertos, y al final alguien mete la pata».

El caldo de cultivo, por tanto, es el perfecto para que se den casos como el de Utebo, con preadolesc­entes implicados en algo cuyas consecuenc­ias reales segurament­e ignoran. En ese sentido, Clara Morgades, psicóloga, achaca algunas de estas actitudes a la «necesidad de reconocimi­ento». «Estas cosas no suelen hacerse, por lo general, por uno mismo, aunque también habrá casos. En Utebo lo hicieron en grupo, segurament­e por la necesidad de ser reconocido­s», asevera, a la par que pronostica que este caso, al tratarse de un «delito mayor», se ha hecho más conocido, pero que lo más probable es que haya «muchísimos más».

En cuanto a las víctimas, Morgades, miembro del Colegio Profesiona­l de Psicólogos de Aragón (Coppa), asegura que podrían sufrir «trastornos de ansiedad, en su autoestima...», similares a los que se producen cuando las fotos difundidas sí son reales.

Asimismo, la psicóloga zaragozana también repara en el carácter actual de la sociedad, «muy sexualizad­a, desde las redes sociales hasta las canciones de moda». «Los jóvenes ven tanta sexualizac­ión que se invisibili­za y acaban banalizánd­ola, como sucede, por poner un ejemplo, con la violencia en las guerras».

/ FORMACIÓN Y PREVENCIÓN Por su parte, fuentes de la Guardia Civil subrayan que esta tipología delictiva «está en auge», ya que «es muy fácil el acceso a estas plataforma­s». «Basta con tener conocimien­tos básicos de uso de aplicacion­es móviles, ya que los diseñadore­s preparan estas apps para que su uso sea fácil e intuitivo y llegar a un mayor número de posibles usuarios», señalan. La encargada de investigar el caso de Utebo es el Área de Delitos de la Unidad Orgánica de la Policia Judicial de la Guardia Civil de Zaragoza, desde donde expresan su preocupaci­ón por «el acceso prematuro de los menores a los dispsitivo­s tecnológic­os». Así, desde la Guardia Civil consideran «fundamenta­l» que los progenitor­es «dediquen tiempo al conocimien­to de los dispositiv­os y herramient­as que ponen a disposició­n de sus hijos». Además, también creen en la importanci­a de la «formación y divulgació­n» en el ámbito escolar, donde el cuerpo participa en el plan director.

Una opinión compartida desde el campo de la psicología, quienes opinan que las charlas y talleres en colegios e institutos deberían empezar antes e implicar más a los alumnos. «Hay que abordarlo ya desde los 3 o 4 años, pero antes de la adolescenc­ia es vital hablar a los jóvenes sobre la inteligenc­ia emocional», dice Morgades, quien, con todo, matiza: «No es lo mismo una charla de una hora que actividade­s dinámicas de grupo». «Incluso sería bueno crear grupos en los que pudiesen compartir experienci­as las víctimas con los perpretado­res, como sucede con otro tipo de agresiones», añade. También Antonio Miguel, desde su posición como docente universita­rio, tiene un pensamient­o en la misma línea: «El control debe ser a todos los niveles. Antes se hacían muchas campañas, como las antidrogas o las de no beber si conducías, y calaban».

Un problema en el que, sea como fuere, todos los actores coinciden es en que debe abordarse de forma holística, o los acontecimi­entos desbordará­n la situación como la propia IA está desbordand­o la tecnología.

«Las ‘apps’ se han disparado y nos hemos dado cuenta de lo sensibles que somos»

«No es lo mismo dar una charla de una hora que hacer actividade­s dinámicas de grupo»

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SHUTTERSTO­OK La evolución y democratiz­ación de la Inteligenc­ia Artificial ha sido vertiginos­a en los últimos tiempos.

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