El Periódico Aragón

La sentencia de Velázquez y el papelón para el Zaragoza

- Sergio Pérez REDACTOR JEFE DE DEPORTES DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Como las cabras cuando tiran al monte o como la burra que vuelve al trigo, Julio Velázquez recuperó la base de tres centrales y dos carrileros para el importantí­simo partido en La Romareda contra el Amorebieta, colista de la Segunda División con 21 puntos y, hasta este domingo, con sólo cuatro triunfos en su casillero. Ahora ya cinco. Fue una primera declaració­n de intencione­s del entrenador, producto fundamenta­lmente del vértigo que le produce la situación y que acaba interpretá­ndose como una muestra de desconfian­za en su plantilla. Como no se fía, prefiere guardar la viña.

Incluso en un partido de tanta relevancia (venía de sumar un punto de los últimos nueve y de que la afición desplazada a Villarreal reclamara su salida), Velázquez se echó para atrás. Como le sucede desde hace aproximada­mente un mes, cuando su plan se gripó y empezó esta imparable cuesta abajo, se vio obligado a cambiarlo sobre la marcha. Esta vez lo hizo al descanso. Dejó a Francho en el vestuario, introdujo a Iván Azón arriba, desplazó a Francés al lateral izquierdo y cambió de sistema.

En la primera parte, el Real Zaragoza había estado espeso, con un juego pastoso y sin ningún mordiente. Salvo una acción de saque de puerta prolongada por Maikel Mesa que acabó en un mano a mano de Valera, salvado por Pablo, no hubo más peligro. En la segunda, más de lo mismo. Nada de juego, nula capacidad para construir fútgritos bol ni para producir peligro. En resumen, una gran impotencia y toda la incapacida­d que puedan imaginar.

El equipo volvió a defraudar contra un rival de entidad menor en Segunda, con todos los matices que requiere una afirmación así en una categoría como esta, donde a un partido las distancias se estrechan hasta desaparece­r en muchas ocasiones. El efecto, lo que siempre sucede en el fútbol: pitos y protestas de la grada, pidiéndole de nuevo al técnico que se vaya y con gritos también hacia el palco. El Real Zaragoza de Julio Velázquez no funciona. Negar esta evidencia es hacerle un flaco favor al club. Y el Real Zaragoza, la SAD, tiene una pelota ardiendo en sus manos y todo un papelón. Cambió de entrenador en noviembre porque Fran Escribá iba en picado y el que escogió como relevo del primero ha sido un fiasco absoluto. Tampoco vale por deméritos propios. El Amorebieta le pegó la puntilla en el último segundo del partido con un gol de falta directa. Fue un deja vu. Esto ya lo hemos visto aquí otras veces. Y como acaban estas situacione­s tarde o temprano, también.

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