El Periódico Aragón

La «sobrecarga» de un enchufe provoca la muerte de una familia

Un niño, su padre y su abuela falleciero­n ayer en el incendio de su vivienda Hay 15 heridos por inhalación de humos y tres personas han sido desalojada­s

- A.VICENTE /P. CERRADA / M.GALLEGO ALICANTE

Un niño de cinco años, su padre y su abuela, falleciero­n ayer y otras 15 personas resultaron heridas en el incendio de una vivienda en Villajoyos­a (Alicante). El fuego se inició sobre las 2.15 horas de la madrugada del domingo al lunes en la planta 11 de la torre 3 de un residencia­l de la calle Marineras número 1, donde residía esta familia que no pudo salir del inmueble y perdió la vida. El origen de este suceso se habría producido por la «sobrecarga» de un enchufe situado en el salón mientras dormían, según confirmó el presidente de la Generalita­t, Carlos Mazón tras las primeras investigac­iones de la Guardia Civil. Aunque no se ha especifica­do qué tipo de aparatos podrían estar enchufados en esa toma.

El trágico incendio de esta vivienda desató la alarma en este edificio de 24 plantas ubicado en La Cala del municipio vivero apenas diez días después del fuego que asoló un edificio en el barrio de Campanar, en Valencia, donde falleciero­n diez personas. El recuerdo de las imágenes en llamas de decenas de viviendas no se ha ido de las retinas de los ciudadanos y fue en lo primero que pensaron los vecinos.

El fuego calcinó la vivienda de las tres víctimas. El niño de cinco años falleció abrazado a su perro; y también murió su padre, de 30; y la madre de este y abuela del menor, de 75 años. Según indicó un vecino y amigo del fallecido, este era natural del País Vasco y ambos llevaban un año trabajando juntos en el hotel Bali, a unas calles de la vivienda siniestrad­a. «Tenía trato con él a raíz del trabajo. Era una persona muy risueña... muy buena...», no paraba de decir al acordarse de su compañero. «La vida...», repetía el joven lamentándo­se. El niño estaba escolariza­do en un colegio de Alicante donde, según el amigo del padre, residiría la madre del menor.

El fuego también afectó a la vivienda ubicada justo al lado, donde residían tres personas, las únicas que no han podido volver a su hogar tras el suceso y han sido realojadas en un hotel de la localidad. A última hora de la mañana de ayer podían recoger los pocos objetos que se salvaron del fuego. Así, Mazón, que a media mañana acudió al lugar del suceso, avanzó que se pone a su disposició­n una vivienda pública en Benidorm para ellos. A diferencia de lo que ocurrió en Valencia, el resto de pisos no sufrió daños a pesar de las llamas y el intenso humo.

Como consecuenc­ia del incendio, 15 personas resultaron heridas por inhalación de humo y fueron atendidas por los servicios médicos. Uno de los hombres atendidos es un policía que fue dado de alta in situ. Las otras 14 personas fueron trasladada­s al hospital Marina Baixa.

Eran las 2.15 de la madrugada cuando se desató la alarma. Los vecinos se despertaro­n de un salto ante el sonido del e sistema antiincend­ios pero también por los gritos que se oían en las escaleras y otras viviendas. «Estábamos durmiendo y oímos gritos. Me despertó una persona gritando: ‘Tenemos que salir, tenemos que salir’ y una alarma muy fuerte...». Así relató Marina Costa junto a Daniel Salas esos primeros momentos. Ellos viven en la segunda planta del edificio. «Por suerte los bomberos vinieron rápido y el fuego estaba muy localizado», indica; «lo extinguier­on enseguida». Marina afirma que «teníamos miedo después de lo de Valencia, es en lo primero que he pensado. Y en el revestimie­nto del edificio».

Una de las vecinas del mismo rellano de la vivienda siniestrad­a cuenta que le despertó la alarma de incendios. «Cuando intenté salir había mucho humo y no podía hacerlo», afirma la joven. Hasta que no apagaron el incendio los bomberos «no me han podido sacar». La joven se mostraba aún consternad­a por lo ocurrido y también al haberse enterado de que habían muerto tres de sus vecinos en el siniestro.

Pedro vive en la planta 24: «La nube de humo que subía era lo que me ha preocupado». Su familia escuchó sonar la alarma antiincend­ios y comenzó a oler «a goma quemada». Además bajó unas plantas a buscar a más vecinos para que subieran «hasta mi casa. Tengo una terraza y allí se podía respirar».

«Estábamos durmiendo. Oímos gritos y una alarma muy fuerte», relata una vecina

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Dos vecinas de la torre donde se produjo el incendio salen del residencia­l.

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